Turismo, truco o trato. El título del último libro de Carlos Hernández Pezzi no quiere hacer del turismo una pesadilla de Halloween, pero sí advertir de sus consecuencias negativas. Sostiene Pezzi que estamos ante la despoblación del Centro y una subida insoportable de los alquileres que obliga a los jóvenes al exilio. El arquitecto disecciona su visión para La Opinión y habla abiertamente de una nueva burbuja. «El rumbo se puede corregir», asegura.

El ruido de las maletas cuando se arrastran por las calles del Centro Histórico. ¿Qué le sugiere esta melodía diaria?

Es la melodía de la masificación. El trolley se ha convertido en un símbolo del turismo internacional. Una especie de nuevo añadido como lo es el móvil. Algo que le pone ruido a la batalla campal del Centro. La gente ya no viaja con agencias, se lo monta por su cuenta y nosotros estamos sufriendo las consecuencias.

Usted habla de consecuencias, pero nos venden al turismo como una apuesta de éxito.

Yo no soy contrario al turismo. Lo que digo, es que como no cambiemos la mentalidad de las políticas públicas en el Ayuntamiento, es imposible que hagamos frente a fenómenos en los que el turismo ha avanzado desde 2008. Ya no se parece al turismo de masas. Estamos ante una industria que se asemeja en magnitud a la del automóvil. Un fenómeno mundial descaradamente bien organizado desde el punto de vista contable.

Hay que tener mucho cuidado con demonizar al turismo. Eso es lo que le diría ahora alguien del sector.

Lo malo es que esas tonterías las dicen también Susana Díaz, el consejero de Turismo y los concejales del Ayuntamiento. Decir las cosas como son no es dañar al turismo, es exigir que lo que hay que hacer es regularizarlo. El turismo ahora mismo no deja huellas fiscales en Málaga ni riqueza en la población. Lo que deja son huellas ambientales.

Si consideramos al turismo como generador de empleo, sí parece que se puede hablar de riqueza.

Debemos revisar el concepto de lo que es empleo. El último informe de CCOO e informes recientes de los empresarios constatan que el empleo que deja el turismo es muy malo. Cuando los paquetes turísticos más potentes del mundo se hacen a través de unas empresas reducidas que cotizan en no sé que bolsa, en un país que tú no conoces, y pagan impuestos en paraísos fiscales, no podemos hablar de generar riqueza.

¿Usted suscribe entonces que el sector del turismo es como esa selva incontrolada?

No, que va...Es una industria muy bien organizada. Lo que pasa es que la gente no sabe que los organizadores en realidad son muy pocos y quien controla todo el mercado son grandes grupos empresariales. Ha habido, por ejemplo, un proceso de concentración hotelera fuertísima. Los cruceros ya son un problema evidente para Málaga. Y no porque sea Málaga, es que lo son en Barcelona, en Amsterdam y en Venecia...

Málaga quiere ahora seguirle la estela a Barcelona. Algunos hablan de ser el primer destino del Mediterráneo.

Una ingenuidad pasmosa. La comparación con Barcelona ya se cae por sí sola, cuando comparamos el Centro Histórico de Málaga con el de Barcelona. El de Málaga es un casco urbano pequeñísimo y, además, es el más accesible de todas las capitales que se pueden comparar. Lo que venga aparejado, al turismo le da igual. El turismo no escucha. Hace su negocio y apenas se relaciona con nadie. Ni apenas con los alcaldes o los consejeros de turismo. Deja su impacto en forma de ruido y molestias, pero apenas deja un impacto económico.

¿El turismo está echando a los vecinos del Centro Histórico?

Muchísima gente. Y la culpa es de los apartamentos turísticos. En San Sebastián tenían el mismo problema, hasta que empezaron a controlar este tema. En Málaga no existe este control. Convivir en un bloque con gente que tiene que coger un vuelo a las cinco de la mañana, gente que está de paso y no tiene ningún horario...al final te acaba expulsando.

Empiezan a verse apartamentos turísticos en los barrios periféricos. ¿El Ayuntamiento debe intervenir a través de políticas concretas?

El Ayuntamiento debe tener una política de edificios para los alojamientos turísticos que se base en edificios completos. Y no permitir que exista una concentración en el Centro. Esa es la única manera de evitar la especulación. Pero como no han aprobado el PEPRI Centro, no hay lugar para el esponjamiento a la Zona Norte o hacia El Perchel. ¿Cuál es la consecuencia? Que el negocio se produce en el Centro más pequeño de toda Andalucía.

¿Falla el control de los apartamentos turísticos?

Falla mucho. El Ayuntamiento de San Francisco fue implacable en los controles y obligó a todos los apartamentos a darse de alta. Pues se dieron de baja el 50%. Es que es un problema de legalidad. Yo no estoy en contra de los apartamentos turísticos legales. Es que los que meten cuarenta personas por semana en un piso por sólo establecer el contacto, se llevan una pasta tremenda. Airbnb tiene en España a 21 trabajadores y declara 54.000 euros. Sus impuestos los paga en Irlanda.

¿Málaga le debe mucho al turismo o es al revés?

Málaga le debe mucho al turismo en el sentido de haberse colocado en el mapa. En 15 años ha logrado algo para lo que otras ciudades han tardado más. Pero no ha habido otra contrapartida. La coincidenia de la peatonalización de la calle Larios, el CAC, el Picasso y el AVE ha sido lo que ha lanzado a la gente a pararse en Málaga y no irse directamente a las playas de la Costa.

¿Málaga ha roto el equilibrio?

El equilibrio lo ha roto ya. Ahora mismo está desequilibrado porque todo se concentra en un área muy pequeña. Ahora mismo el Centro es un parque temático.

¿Pero queda capacidad de carga?

Capacidad de carga sí. Málaga tiene unas dimensiones fabulosas para convertirse en una ciudad turística muy equilibrada. Lo que pasa, es que el Ayuntamiento va al dinero fácil. Pero, insisto, en el Centro se ha roto la percepción de que con el turismo se puede convivir.

¿En Málaga hay turismofobia?

Yo creo que en Málaga es algo que está muy poco desarrollado. Sobre todo, porque es un pueblo con un carácter espectacular y muy abierto. Y porque todavía no ha habido incidentes serios como, por ejemplo, en San Sebastián.

¿Qué medidas se deben tomar desde los sectores públicos?

Son tres medidas: innovación, innovación e innovación. No esperar hasta que se llenen los edificios y se monten juergas y entonces mandar a la Policía Local. Establecer qué impuestos se tienen que pagar y qué actividades se pueden contabilizar. El urbanismo de Málaga no puede ser ya un a ver quién me pide la licencia. Hay que fomentar zonas para descongestionar el turismo.

Un fenómeno aparejado al boom de los apartamentos turísticos es el incremento de los alquileres.

Ahora ya no encuentras nada en las zonas buenas o en el Centro por debajo de 1.000 euros.

¿Alquileres de Europa del Norte con sueldos de Europa del Sur?

Málaga se ha convertido en una ciudad con un alto nivel de vida. Claro, un alto nivel de vida para quien lo pueda pagar. En esto, la responsabilidad del turismo es altísima. Pero no del turismo en sí, sino del Ayuntamiento que es quien debería regular que hubiera acceso a la vivienda para gente joven. A este paso tendremos muchos turistas, pero ya no quedarán jóvenes en Málaga. Vemos todos los días como muchísimos malagueños se tienen que ir. Pero como no hay freno ninguno, sino que se dice viva el turismo y viva a todas épocas.

¿Es partidario de ponerle trabas al dueño de un inmueble que esté interesado en convertirlo en un apartamento turístico?

No, en absoluto. Yo creo que hay que ponerle las mismas obligaciones que a todos los demás.

Hablar de turismo sostenible siempre queda bien en la foto. ¿Pero en qué consiste?

Pasa como con el desarrollo sostenible. Pero lo sostenible ya no puede ser la excusa para mantener a lo insostenible. Para entender el concepto de turismo sostenible, es más fácil figurarse el concepto que tienen De la Torre, Julio Andrade y Gema del Corral. Un concepto desarrollista del turismo. Es estirar la gallina de oro lo máximo posible.

¿Málaga corre el riesgo de morir de éxito?

Creo que hay oportunidades para corregir el rumbo y tengo esperanza de que haya en un futuro próximo un Gobierno mejor en el Ayuntamiento. Uno que mida mejor los pasos.