El pasado 14 de febrero un profesor fue detenido siendo acusado de abusar y acosar a una de sus alumnas de 12 años de edad. Esta historia, como otras muchas que se han producido a lo largo de los años ha conmocionado a la ciudadanía. El detenido, acusado de realizar al menos 3.000 llamadas en tan solo un años a la joven, tenía un control extremo de las actividades de ésta desde hacía tres años. La importancia de este tipo de casos reside no sólo en el abuso a la menor, sino el aprovechamiento del adulto de ser una persona cercana a la misma, de la cual, la joven, no esperaría un comportamiento que pudiera dañarla. Éste, no es el primer caso de abuso a un alumno que se da en España y tampoco, en este caso, en Málaga. Hace un año fue detenido un profesor en Torre del Mar por abusar a varias alumnas del centro Custodio Puga. Ésta no era la primera vez en la que el exdocente abusaba de menores, ya que más tarde reconoció verse implicado en estos mismos hecho en otras localidades.

De este modo, los casos de abuso y acoso a menores reabren un problema social muy presente al que se enfrenta cientos de menores diariamente. «El primer problema que se presenta aquí es que de las estadísticas que podemos disponer, no se cuenta ni una cuarta parte de los casos reales que se producen y que no son contados por los menores, asegura la responsable del departamento de psicóloga infantil y juvenil del Hospital Quirónsalud de Marbella, Mónica González. En este sentido, al no contar cuál es su situación, las consecuencias de estos actos tienen repercusiones psicológicas en las víctimas que puede perdurar hasta la edad adulta donde presentan una serie de problemas psicológicos que deben ser tratados.

En primer lugar, la psicóloga infantil señala que es muy importante la educación sexual de los menores desde su infancia. «Por pudor o vergüenza los padres no saben atajar el tema. Entonces, si el menor sufre abusos, a parte del desconocimiento del tema, el niño percibe que es un tema incómodo a tratar y que seguramente no se va a aceptar y por ello, no cuentan nada», indica González. Esta inseguridad provoca que cuando las víctimas se hacen adultas y comprenden lo que ha sucedido, se produzca un gran sentimiento de culpabilidad ya que consideran que han permitido que se produjera el abuso. «Esta situación puede agravarse aún más cuando durante ese abuso, al no producirse agresión física, el menor sintiera placer, ya que entonces, considerará que ha permitido e incluso disfrutado de ello y eso le provoque un gran malestar».

En este sentido, la psicóloga infantil destaca que «si el abuso proviene de una persona cercana al joven, en el niño se crea un conflicto mental importante», y añade que «en el pequeño se produce una falta de entendimiento muy grande. Sobre todo con un tema como el sexo, donde tienen poca información y donde hay que añadir el posible chantaje del adulto».

Por otro lado, durante el abuso se presentarán síntomas como alteraciones en el estado de ánimo del menor y ansiedad continua. También aparecerán síntomas psicosomáticos como dolores estomacales o de cabeza muy habituales. Además, esta situación provocará que la víctima tenga grandes dificultades en el futuro para desarrollar una relación sexual con su pareja.

Desde la página de la Guardia Civil se alerta de otros posibles comportamientos que los jóvenes sufren durante el acoso. Algunos de ellos podrían ser cambios extremos de comportamiento, como la pérdida del apetito, abundancia del llanto pesadillas. Además se pueden producir retrocesos en el comportamiento, como empezar de nuevo a orinarse en la cama. Asimismo, los menores presentarán una expresión de algunos aspectos de las actividades sexuales mantenidas, mediante dibujos, fantasías o juegos y sobre todo, expresarán un gran rechazo ante la idea de ir al colegio en este tipo de casos como el que se ha producido.

En cuanto al perfil que tienen los adultos que cometen estos delitos, Gonzáles expresa que «una persona que es capaz de abusar de un menor tiene claramente un problema, pero eso no quiere decir que la persona no sepa que lo que hace no esta bien y es ilegal». Asimismo, la posición que el adulto posea con respecto al menor también es muy importante y determinará la situación posterior. «Cuando el abuso es por parte de un profesor o de una figura parecida incluso si la relación es consentida, estamos hablando siempre de un delito. Porque ese consentimiento es relativo, teniendo en cuenta la diferencia tan grande de edad, el poder y manipulación que puede ejercer el adulto», apunta González. Además pude suceder que en muchas ocasiones, los profesores se convierten en referente para los alumnos y se da el caso en que un alumno tenga afinidad con un profesor. Eso puede favorecer a que el abuso sea más fácil.

El profesor de este último delito en Málaga «muestra un perfil obsesivo y con una celotipia muy importante. Esto nace de una inseguridad o dificulta de problemas vinculares y le llevan a estar obsesionado y controlar a lo que hace la víctima y este tipo de desviaciones sexuales son muy difíciles de corregir».