La malagueña Pepa Flores, más conocida como Marisol, será nombrada Hija Predilecta y se le otorgará la Medalla de la Ciudad, a propuesta de Málaga Ahora. La iniciativa se llevará a votación en el pleno de mañana pero se sabe que ya ha sido aceptada por todos los grupos.

Así lo avanzó este miércoles la portavoz de Málaga Ahora, Ysabel Torralbo, que resaltó que «no es sólo un reconocimiento a su labor artística, sino a su lucha como mujer». La moción, según reveló, fue propuesta por un grupo de mujeres de Málaga que, tras entrar en contacto con las hijas de la artista, pretendía que se debatiera en el pleno de este mes, cuando se celebra el 70 cumpleaños Flores, hoy retirada de todo foco público, y en vísperas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Josefa Flores González nació en un corralón de la calle Refino en el que convivían 50 familias muy humildes y que gracias a su sobresaliente talento para el cante y el baile, como puso de relieve en la agrupación de Coros y Danzas de la Sección Femenina, en seguida fue descubierta por el productor Manuel José Goyanes Martínez. «A una edad demasiado precoz se la usó para convertirla en un icono de la época», afirma Torralbo, en referencia a las películas que, bajo el nombre de Marisol, la malagueña interpretó durante su infancia. Valora como «admirable» que «estando en el cénit de su fama, logró desprenderse de esa imagen, reconducir su carrera y llevar sus inquietudes sociales a la defensa de los derechos de la mujer y profesionales». Porque fue la exniña prodigio una de las participantes de la primera huelga de actores y actrices y también la protagonista de la portada más histórica de la recientemente fallecida revista Interviú.

El mundo del espectáculo, como decía la canción, también es una fantasía de disfraces imposibles, de luz y de color, sí, pero falsos. Y en él vivió como una extraña Pepa Flores desde cría hasta que en 1985, tras filmar la que a la postre sería su última película, Caso cerrado -título premonitorio- decidió decir «Basta ya». La niña que le había dado el color azul de sus ojos a la gris sociedad franquista se había cansado de alegrar a los demás a costa de llevar una máscara, un rostro ajeno y ficticio, de plástico: «Cuando vives en el mundo del espectáculo, estás inmerso en un universo que no es cierto, no vives la realidad; y cuando ese mundo se desmorona, puedes llegar al suicidio» es una frase que se le atribuye a Pepa durante este exilio en su propia ciudad que dura ya más de 30 años. Aquí vive tranquila, arropada por los malagueños, con quienes firmó sin firmar un pacto de respeto y silencio: cuando camina por las calles, nadie se acerca para pedirle un autógrafo o una foto; sólo, como máximo, se dan la vuelta al pasar para certificar: «Sí, es ella». Pero discretamente, para que el fogonazo de curiosidad no dañe a la mujer privada.