El libro ha sido posible gracias a la generosidad de Carlos Krauel García-Pelayo Gross. Cerca de 350 páginas de fotografías, documentos y la historia de los Krauel que conforman Krauel. Historia de una familia malagueña y bodeguera, fruto de dos años de trabajo de su primo Ignacio Krauel Barrionuevo, aunque el autor calcula que ha estado reuniendo información «durante unos 25 años».

El sábado 3 de marzo se presentó en el Real Club Mediterráneo, con la asistencia del alcalde, Francisco de la Torre y para la ocasión, se dieron cita unos 300 miembros de la familia, que en Málaga cuenta con dos grandes ramas: los Krauel Gross y los Krauel Bidwell. Pero además, acudieron Krauel de Estados Unidos, Panamá y varios puntos de España como Cataluña y las Baleares.

«Cuando hago una cosa me gusta hacerla bien», confiesa esta semana Carlos Krauel, mientras repasa en su casa de Málaga esta joya editorial que enriquece la historia de la ciudad. El autor, Ignacio Krauel, comenta: «Me ha llamado la atención cómo ha quedado el resultado final, la verdad es que es un libro muy bonito».

La obra parte de las tempranas investigaciones familiares realizadas por el tío de ambos, Ignacio Krauel Gross, quien con solo 20 años, en 1943, empezó a recopilar la historia de los Krauel, «en unos tiempos en los que había muchas reuniones familiares», recalca Ignacio Krauel Barrionuevo. Como resultado, en 1986 se publicó un primer libro sobre esta familia de bodegueros y cónsules de Suecia, obra que se incluye en un CD, digitalizada, acompañando al libro en papel de 2018, que también se ofrece en versión digital.

Una de las aportaciones más importantes de esta obra presentada hace unos días es que logra exponer el árbol genealógico familiar desde finales del siglo XV hasta nuestros días.

Y todo comienza en la Alemania junto al Báltico hace 528 años, con Hans Krauel, que nació en la ciudad hanseática de Rostock dos años antes del Descubrimiento de América y falleció en 1553. Hans fue el tatarabuelo del primer ilustre de la familia, Joachim Krauel, burgomaestre de Rostock a partir de 1731, un comerciante de vinos que, como una premonición del futuro familiar en el sur de España, había puesto Al Sol a su negocio.

Como explican los dos primos hermanos, los Krauel malagueños cuentan desde 1929 con la foto del retrato del burgomaestre, cuyo original se encuentra en el Ayuntamiento de Rostock.

El libro también aporta el testamento de Joaquim Krauel. «Se consiguió gracias a contactos con familiares, en un archivo de Rostock que no había sido bombardeado», cuenta Carlos Krauel García-Pelayo Gross.

El testamento del alcalde, entre otras curiosidades, además de varios emolumentos para obras de caridad, deja diez táleros de plata al Ayuntamiento «para caminos y puentes».

Un descendiente de este burgomaestre, Carlos Joaquín Krauel Petersen, es quien probará fortuna en Málaga y allí creará su propia empresa, Krauel y Compañía. El joven comerciante aprovechará las buenas relaciones con la casa Dreyer de Hamburgo, que estaba radicada en Málaga en el paso al siglo XIX.

Nacionalidad española

En 1802 contraería matrimonio en la parroquia del Sagrario con Ana O´Brenan y en 1813 obtendría la nacionalidad española. De este matrimonio surgen las dos grandes ramas malagueñas de los Krauel.

El libro dedica un importante espacio a la actividad bodeguera de los Krauel, un apellido que en antiguo alemán significa tridente. Y hace honor a los aires marineros del apellido esta familia asomada primero al Báltico y luego al Mar de Alborán.

Como curiosidad, durante la I Guerra Mundial y para evitar que los barcos mercantes con los caldos de los Krauel fueran hundidos por los aliados, por su origen alemán, cambiaron su escudo heráldico, que lucía un lema en alemán («He aquí el escudo de nobleza de la familia Krauel») por el mismo lema, pero en latín. «Y no hundieron ninguno», cuenta Ignacio Krauel Barrionuevo.

El fundador de las modernas bodegas fue la sexta generación dedicada al negocio de vinos, Carlos Joaquín Krauel Marra, cónsul de Suecia y Noruega que abrió la empresa en 1870 con el nombre de Bodegas Carlos J. Krauel y se estableció en la calle Esquilache, 12-16, en El Perchel, donde permanecieron hasta su derribo en 1970, con motivo de las obras de la prolongación de la Alameda.

Centrada en la exportación de botas de vino y bocoyes (barriles grandes) a Alemania, también exportaba a otros países europeos, incluida Rusia. Llegó a contar con 130 etiquetas distintas de productos en su siglo de vida. En nuestros días, Javier Krauel acaba de retomar el negocio por excelencia de estos malagueños de origen alemán y acaba de sacar un vermut según la receta familiar de 1892.

También se especializaron las bodegas en vino de misa, un negocio que contaba con los certificados de los sucesivos obispos, que daban fe, nunca mejor dicho, de que el dueño de las bodegas era buen católico y practicante.

Al hilo de este dato, el libro subraya la histórica relación de los Krauel con la Iglesia Católica y en especial con los jesuitas. Sin duda, el momento más revelador de estas estrechas relaciones tuvo lugar en la noche del 11 al12 de mayo de 1931, durante la quema de iglesias y conventos. Para evitar desgracias mayores, Carlos Krauel Molins acogió en su finca de La Cerda, un verdadero vergel junto al arroyo Jaboneros a los jesuitas y alumnos internos del Colegio San Estanislao.

El propietario de La Cerda fue además quien logró salvar la vida al obispo Manuel González, hoy canonizado, al sacarlo del Palacio Episcopal y trasladarlo a una finca en los Montes de Málaga.

La obra también repasa el vínculo de la familia con Suecia, que comenzó con el primer Krauel que llegó a Málaga, pues en su infancia en Rostock conoció a Jean Baptiste Bernadotte, el mariscal de Napoleón que llegaría a ser rey de Suecia y en 1832 le nombró cónsul del país (en ese tiempo, de Suecia y Noruega, separadas en 1906). Cinco generaciones de los Krauel han sido cónsules de Suecia en Málaga.

Ahora ya tienen su historia, a lo grande.