Durante ocho años, el Colegio Severo Ochoa de Carlinda marcó el camino a seguir de la futura Educación General Básica en Andalucía.

De 1982 a 1994 fue el único colegio de Málaga capital y uno de los cerca de 70 centros andaluces que se apuntaron a un programa de experimentación para los cursos de 6º, 7º y 8º. Una reforma de la EGB que finalmente no se produjo por la llegada de la LOGSE en 1990, y la implantación de la ESO.

En La Enseñanza que pudo ser, Francisco Jiménez Benítez (Málaga, 1940), director del colegio en esos años, cuenta cómo fueron los inicios de esa gran aventura pedagógica, en la que las escuelas iban presentando y poniendo en marcha proyectos que cambiaron de arriba a abajo la Educación.

Entre los muchos cambios, la desaparición de las mochilas: «Es indignante ver a los chicos, tan jóvenes, cargados con macutos; nadie va al trabajo con el material para el trabajo cargado a la espalda», razona. Por este motivo, el colegio implantó una biblioteca general y bibliotecas de aulas, al tiempo que convenció a la asociación de padres para que formara una cooperativa, «para comprar directamente sin pasar por las librerías, los libros los tenían en depósito en el centro escolar y así los niños no tenían que transportar ningún material».

También se eliminaron las «notas numéricas», porque como destaca Francisco Jiménez, eran demasiado subjetivas al depender de un profesor que a lo mejor era más proclive a dar 10 o a suspender. En su lugar, se informaba a los padres del desarrollo y marcha de sus hijos.

El centro también enviaba encuestas a los progenitores para conocer más datos de los niños, cuenta el exdirector: «Si ayudaban en casa, si colaboraban a la hora de hacer la compra, si tenían un sitio fijo para estudiar...».

Francisco Jiménez, que además de director ha impartido Matemáticas y Educación Física, también recuerda la importancia de los trabajos de investigación, la base de esta reforma: «Los trabajos se hacían con una idea general y toda la asignatura tenía que ir alrededor de ella», apunta.

Había además que exponerlos delante de la clase y esta tenía luego que opinar.

Con estas y otras muchas medidas, el Severo Ochoa pasó de un 45,50% de alumnos que obtenía el Graduado Escolar a un 85% y aumentó el interés de los institutos de la zona por contar con alumnos de este colegio, recuerda.

El «gran fracaso» de la LOGSE

En la memoria de esta reforma educativa, Francisco Jiménez lamenta el «gran fracaso» que a su juicio ha supuesto la llegada de la LOGSE. Además de truncar estas iniciativas fraguadas con ilusión durante ocho años, el antiguo director, que también dirigió el instituto de Carlinda, cree que los alumnos de la ESO salen con menos conocimientos que los que cursaron la EGB, y pone un ejemplo de Matemáticas: «Cuando terminan la ESO nada más que llegan a ecuaciones de segundo grado, cuando antes no teníamos límite, dependía del propio alumno». A su juicio, en la actualidad muchos alumnos no sacan los problemas matemáticos «porque no saben leer bien, no comprenden lo que dicen y no llegan ahondar». Por eso reivindica la Educación «que no pudo ser».