­Han sobrepasado los sesenta y cinco tras toda una vida de trabajo y sacrificio. Lucharon en las calles, a finales de los setenta, para traer la democracia, finiquitar la dictadura y exigir un Estatuto de Autonomía para Andalucía; algunos de ellos vivieron la Guerra Civil y una dificilísima postguerra siendo apenas críos; tras una de las crisis económicas más duras de la historia de España, los jubilados vuelven a tomar las calles, aún repletas de ecos de protestas pasadas, para exigir pensiones dignas y que no se privatice la sanidad; y con ellos, mujeres y hombres de mediana edad, niños y niñas, muchos de los que, durante los años de hierro de la recesión y azotados por el paro, sobrevivieron con los sueldos de sus mayores. Ayer, a las 12.00 horas, entre 12.000 y 15.000 personas, según los convocantes (10.000, según la Subdelegación), reclamaron en la plaza de la Marina, entre otras cosas, que sus pensiones no se revaloricen sólo un 0,25%, como aprobó el Gobierno del PP acuciado por los acreedores y la prima de riesgo, sino que lo haga según el IPC de 2017, el 1,2%; y, de paso, que se audite la hucha de las pensiones y se vea por dónde se ha ido el dinero. Los mayores han vuelto a las barricadas y tras ellos lo hace toda la sociedad.

La concentración desembocó, por cierto, en una manifestación que culminó en la plaza de la Merced. Es difícil ver una estampa así en la ciudad, pero la plaza de la Marina se convirtió ayer en toda una moción de censura ciudadana al Gobierno y a sus políticas de austeridad, y ya no sólo por las pensiones, sino porque en la concentración también se reclamó una sanidad y educación públicas y colectivos de trabajadores en lucha como los bomberos, las camareras de piso o los trabajadores del metro estuvieron presentes para exigir el fin de las políticas de recorte y contención del gasto. También hubo una nutrida representación de organizaciones feministas, empoderadas tras el éxito de la huelga general del 8 de marzo, así como acudieron, además, la secretaria general de UGT Andalucía, Carmen Castilla, y la de CCOO-A, Nuria López; el secretario general del PSOE malagueño, José Luis Ruiz Espejo, el consejero de Empleo, Javier Carnero, y el coordinador provincial de IU, Guzmán Ahumada, entre otros.

Uno de los representantes de la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones leyó un manifiesto en el que se pidió que las pensiones no se revaloricen sólo al 0,25%, sino según el IPC anual (1,2% en 2017); acabar con el fraude a la Seguridad Social y los bajos salarios, eliminar las tarifas planas a empresas, que merman los ingresos del sistema; que las pensiones se paguen con lo que se cotiza de la Seguridad Social y el resto provenga de los presupuestos generales del Estado; eliminar el tope máximo de cotización, de forma que cada uno cobre lo que haya pagado; abonar con los presupuestos del Estado las pensiones no contributivas o mínimas; auditar la hucha de las pensiones y ver cómo se ha gastado ese dinero, derogar las reformas laborales de 2011 y 2013 y que los políticos, «absorbidos por las entidades financieras», no privaticen las pensiones ni la sanidad.

Hubo un ambiente festivo, muchos niños y jóvenes acompañaron a sus abuelos a la concentración, en la que se corearon consignas del tipo «Sí se puede», «Viva la lucha de la clase obrera», «Que no, que no, que no nos representan», «Más pensión y menos corrupción», «Rajoy, dimite, el pueblo no te admite», «Políticos ladrones, menos pagos vitalicios y más jubilaciones», «Somos mayores pero no tontos» o «Si nos quitan la hucha, lucha, lucha, lucha». También llegaron muchos manifestantes desde distintos puntos de la provincia como Benamocarra, Torremolinos o Mollina, y, entre la enorme marea humana, podían divisarse banderas republicanas, feministas, comunistas y sindicales. Entre las pancartas, algunos de los lemas fueron: «No es una crisis, es una estafa»; «Defender la pensión es cosa de todos», «Gobierno, sube pensiones y baja corrupciones», «Qué barbaridad, hasta las pensiones nos quieren robar», etcétera...

Desde media distancia, la plaza de la Marina podía divisarse llena de manifestantes, pero es que tanto en la calle Larios como en las aceras colindantes casi no cabía un alfiler. Muchas personas de mediana edad aseguraban haber ido para apoyar una lucha tan básica como la que libran ahora los mayores; organizaciones feministas recordaban que el binomio mujer y mayor es, en algunos casos, una puerta abierta a la discriminación económica y social. «Ni nietas paradas, ni abuelas explotadas», rezaba la pancarta de Café Feminista. Algunos parados comentaban que ellos han pasado los años de la crisis, peor que bien, gracias a los sueldos de los abuelos. Los yay@flautas, ayer, fueron muy aplaudidos.

Manuel Ruiz es pensionista y ha trabajado toda su vida en la agricultura. También fue concejal en Cañete la Real. «Por poco no me llega la pensión, es baja, pero es que hay otras mucho más bajas», dice, por lo explica que está en la concentración para apoyar a sus compañeros.

Joaquín prefiere no dar su apellido. Tiene 66 años y ha pasado toda su vida como marino, trabajando para petroleras, y en gasolineras. «Yo no me quejo, a mí la pensión me llega, pero es una vergüenza lo que están haciendo con el pueblo; a los compañeros hay que apoyarlos, el incremento del 0,25% es lamentable; muchas personas están pasando hambre y son los mayores de sus familias los que las ayudan. Lo que hacen con el pueblo no es normal», explica con una sonrisa, mientras detrás un joven llama «ladrones» a los políticos y dos mujeres critican la corrupción galopante que se da en el país.

«Mire usted, yo sólo cobro 550 euros, dígame si con eso se puede vivir», comenta una jubilada que sostiene nerviosa una bandera de CCOO. Justo tras ella, está Rosa María Jiménez, de 65 años, que ha trabajado toda su vida como camarera en Torremolinos. «Mi pensión es de 500 euros y no me llega; y tengo dos hijos en paro», dice mientras posa y coqueta para la foto.

Carmen Castilla, de UGT, y Nuria López, de CCOO, aseguraron por su parte, antes de la concentración, que el sistema público de pensiones es «viable» y «sostenible», añadiendo que su «déficit» es «culpa» de la reforma laboral. Ambas defendieron una jornada «de lucha y reivindicación para la que sobran los motivos». Castilla y López, en relación a la reforma de 2013, consideraron que no sólo se ven afectados los pensionistas de hoy «con una no revalorización de la pensión del 0,25 por ciento», sino también los del futuro.

Rosa María Jiménez. "Antes le tenía miedo a la oscuridad, ahora a la luz"

Esta es una de las muchas historias que podrían ilustrar la situación que atraviesan muchos jubilados en el país. Rosa María Jiménez tiene 65 años y está jubilada. Toda su vida la ha pasado trabajando como camarera en diversos negocios de la Costa del Sol, fundamentalmente en Torremolinos, donde estuvo unos 15 años. «Cobro 500 euros y no me llega; hay que pagar la luz, el agua... ya no me da miedo la oscuridad, ahora me da miedo la luz; hay que pagar el teléfono... y tengo dos niños parados», explica muy sonriente mientras se presta diligente a posar. ¿Cómo lo hace? «Lo hago como puedo, se pone el potaje y un plato para cada uno sí que saco», señala en relación a sus dos hijos, ya mayores de edad, que no han encontrado empleo. El caso de Rosa María no es único, de hecho es el más común, aunque otros con pensiones más altas quisieron mostrar ayer su solidaridad.