«Aquí yo encuentro vida. Vine muy mal, muy mal y me fui con otras expectativas, con que se podía salir adelante y salir del mundo en que estaba encerrada», confiesa María José Serón. Esta vecina de Campanillas, en paro y con un 92 por ciento de minusvalía, ha visto la luz al final del túnel a sus problemas en la Escuela de Fortalezas Personales de la ONG malagueña Justalegría, que en 14 sesiones semanales imparte la psicóloga clínica Noelia Espinosa en el centro social de Campanillas y en otros distritos de Málaga.

Para María José, estas sesiones en grupo «te ayudan a afrontar los problemas, aunque estos no desaparezcan». A su lado está José Santiago, vecino de Campanillas y albañil en paro desde hace nueve años, que explica que esta escuela «es como una terapia, aquí cada uno cuenta sus problemas y terminan siendo como de la familia, aquí hemos reído y hemos llorado juntos y sales fortalecido».

Subvencionada por el Ayuntamiento de Málaga y la Obra Social La Caixa, la Escuela de Fortalezas Personales es una iniciativa que comenzó hace tres años, dentro de Razones para vivir, el programa de prevención de suicidios de Justalegría.

Noelia Espinosa, a cargo del programa de prevención y de la escuela, explica que son los centros sociales los que derivan a los usuarios, en atención a la situación socioeconómica, laboral o familiar; personas con las «enfermedades del siglo XXI»: «Suelen ser personas que van cumpliendo una cierta edad, a veces con depresión, con ansiedad y con esa visión túnel en la que no se ve una salida. Hay mucha desesperanza y sobre todo, vacío existencial», detalla.

A lo largo de las 14 sesiones semanales, cuenta la psicóloga, se trabajan las fortalezas «y eso hace que aumente la capacidad de lidiar con los problemas».

María José Serón ha visto crecer esa fuerza para afrontar los obstáculos: «Aquí aprendes que tú no eres el único con problemas ni el único que sufre. Vienes con el sentimiento de que lo haces todo mal y que todo es por tu culpa, pero ves que hay personas que cometen los mismos errores, que no eres el malo de la película y que hay personas que sufren lo mismo o más que tú. Aprendes de los compañeros».

Como recalca Noelia Espinosa, a la Escuela de Fortalezas acuden personas «que quieren ser escuchadas, es bueno desahogarse, contar ese problema y no pasa absolutamente nada; estamos para apoyar y para dar herramientas con el fin de salir de ahí».

José Santiago explica que, aunque en las primeras sesiones cuesta soltarse, «porque uno está cortado», a medida que transcurren «terminas abriendo tu corazón y eso ayuda a soltar peso».

Ante problemas económicos y familiares, los que más abundan, «la persona que ponga un poquito de interés saldrá más reforzada», señala José.

Para la psicóloga clínica esta experiencia también le deja huella porque «acompañas y haces de guía pero también aprendes muchísimo de la gente porque todo el mundo tiene cosas que enseñar».