Varios colectivos malagueños están dispuestos a hacer realidad un funicular al Castillo de Gibralfaro, un proyecto que comenzó a fraguarse hace 18 años y que en 2012, en plena crisis, fue descartado por el alcalde, Francisco de la Torre, por falta de empresas interesadas. Entonces, el presupuesto rondaba los 20 millones de euros.

La Academia Malagueña de Ciencias, una de las promotoras de la iniciativa, acogió el pasado martes la presentación de esta nueva propuesta, que en palabras del farmacéutico Leandro Martínez, miembro del consejo rector de Bidafarma-Cofaran, «es mucho más tecnológico y no tiene nada que ver con el anterior».

La principal característica es que no tendrá impacto visual alguno, pues se trataría de un túnel subterráneo de 420 metros de longitud, de 6 metros de alto por 4 de ancho. El funicular, con un raíl, dos vagones de 80 plazas para cada dirección y un desdoblamiento en el centro para que puedan cruzarse, tendría la entrada junto al túnel de la Alcazaba, por el lado de la plaza de la Merced y llegaría hasta una plazoleta «entre el parador de Gibralfaro y las murallas del Castillo», explicó el ingeniero técnico industrial y académico de Ciencias Manuel Olmedo, que expuso la propuesta.

El tramo restante para llegar al Castillo de Gibralfaro se salvaría con una doble escalera mecánica exterior y un ascensor, informó.

La profundidad del túnel, nunca a menos de 8 metros, también evitaría, estimó el académico, que las obras se topasen con muchos restos arqueológicos.

Olmedo detalló que el funicular subterráneo costaría unos 15 millones de euros, una rebaja sustancial con respecto al proyecto desechado en 2012, «porque el trazado es un 25% por ciento más corto, para que tenga la pendiente más uniforme», precisó a La Opinión. El nuevo transporte haría el recorrido en menos de tres minutos.

Sin conductores

También influiría en la rebaja del presupuesto, explicó el académico, el hecho de que el funicular sea «como un ascensor tumbado y no necesite conductores, al igual que en los ascensores ya no hay ascensoristas». Además, tendría iluminación led, otro factor de ahorro.

Manuel Olmedo, que dirigió las obras del túnel de la Alcazaba, explicó que para dar más holgura a la entrada del funicular, habría que rebajar unos diez metros el tramo de 30 metros del falso túnel de la Alcazaba, «de forma que la embocadura quede biselada, lo que estéticamente es más deseable y permite que el acceso a la Estación Centro quede al aire libre».

El ingeniero calculó que las obras podrían durar «algo menos de un año desde que se quite la primera piedra».

El proyecto, informó además, ha sido diseñado por los ingenieros de caminos José Luis Almazán y Miguel Rojo, y tiene en cuenta sendos estudios de viabilidad técnica, económica y financiera, realizados por el propio Rojo y Francisco Ruiz en la pasada década.

El proyecto se costearía con financiación público privada, con la creación de una sociedad mixta con el Ayuntamiento y posibles fondos de la Unión Europea. Como destacó el académico, se explotaría como una concesión y el Consistorio cobraría un canon, «como ocurre con el autobús turístico o la noria del puerto».

Apoyo de colectivos

Además del apoyo de la Academia Malagueña de Ciencias, respaldan la propuesta la Sociedad Económica de Amigos del País, la Fundación El Pimpi y la Agrupación de Cofradías, y han mostrado su interés el Club Liberal 1812, los colegios profesionales de la rama sanitaria, varios agentes turísticos y el cuerpo consular.

Para Fernando Orellana, presidente de la Academia Malagueña de Ciencias, «con la mejora de la tecnología bajan los precios y suben los beneficios» y estimó que si el proyecto se hace realidad, «puede abrir otra dimensión» al lograr la comunicación de la ciudad con el Castillo de Gibralfaro.

El exalcalde de Málaga y presidente de la Fundación El Pimpi, Luis Merino, pidió la colaboración de la Universidad de Málaga para poder ofrecer al mercado de inversores un nuevo estudio de viabilidad, además de un avance técnico de la propuesta.

En su opinión, «Gibralfaro es el gran desconocido» y recalcó que al turista «hay que darle incentivos y sacarle un poco de la almendra del Centro».

Por su parte, el hostelero Rafael Prado subrayó que el funicular reduciría de forma significativa el trasiego de autobuses a Gibralfaro y la contaminación y recordó que el año pasado, el Castillo recibió 550.000 visitantes, lo que ha supuesto unos 13.000 autocares de 40 plazas al año.

En este sentido, el proyecto también destaca que el funicular rebajaría de forma drástica el tráfico de autobuses y beneficiaría a los cruceristas.