Las obras de la Ciudad Deportiva del Málaga no han hecho más que empezar tras acumular el retraso propio de una operación que nunca ha estado exenta de polémica. Desde el principio. Precisamente por el trajín urbanístico necesario para llevar a cabo las expropiaciones a los propietarios con los que no se pudo llegar a acuerdos y por las protestas de los ecologistas, que se han venido intensificando desde que en febrero se colocó la primera piedra. Una familia denuncia ahora que el Ayuntamiento le engañó al compensarles por un suelo calificado de no urbanizable y que luego cedió a la fundación del club para construir la Academia.

Juan José Díaz asegura que se siente «engañado». «Todo como muy premeditado por parte del Ayuntamiento para su negocio», sostiene. A cambio del terreno que heredó en la zona, y pese a luchar durante años para hacer uso de esos suelos que eran propiedad de su abuelo, «no pudimos vender ni hacer nada, porque los calificaron de zona y paraje natural de alto valor por tener, además de la fauna y flora protegida, yacimientos arqueológicos».

Juan José y sus hermanos no podían, por tanto, hacer uso de su finca, por lo que la familia no tuvo más remedio que aceptar la expropiación, «ya que los abogados nos dijeron que era inviable cualquier recurso u oposición». Así que recibieron del Ayuntamiento 3.000 euros (656 euros para cada uno de los cinco hermanos) por un terreno que antes de declararse no urbanizable «valía mucho más». «Es decir, nos dieron una cuantía insignificante».

Díaz forma parte de los últimos privados que en junio de 2014 se vieron obligados a la expropiación forzosa de sus fincas. El desarrollo comenzó en octubre de 2011 con el primer acuerdo y más importante de todos: cuando el Ayuntamiento firmó con la empresa promotora Vallehermoso el acuerdo para la obtención de los terrenos propiedad de esta empresa que tenía en torno al 60% del suelo de Arraijanal, unas 32 hectáreas. A cambio, Vallehermoso recibió suelos para viviendas en Bizcochero, Hacienda Cabello, La Térmica, en Lagar de Oliveros y en San Ginés, para la construcción de casi 4.000 viviendas.

Al año siguiente, en 2012, cerró un acuerdo similar con los dos propietarios siguientes en metros cuadrados:Yeregui y Progofer, sociedades que poseían el 17% y el 14%, respectivamente del suelo de Arraijanal y que a cambio recibieron parte de los aprovechamientos de VPO contempladas en los antiguos suelos de Repsol.

Quedaban una serie de pequeños propietarios que completaban el 10% de suelo restante. Se trataba de ocho parcelas que sumaban unos 50.000 metros cuadrados. Entre ellas, estaba la de Juan José Díaz. «Resignación e indignación es lo único que me queda», cuando al poco tiempo de cobrar la expropiación «me enteré por la prensa de que el alcalde iba a ceder la zona de Arraijanal de forma gratuita a la fundación Al Thani, para hacer una escuela deportiva». «Cuando leí esa noticia estaba atónito, no podía creerme que estuviese pasando. No pude entender que si me expropiaron para respetar una reserva natural ¿cómo es que se le obsequia a esta persona con el terreno y encima se le deja hacer obras allí si aquello estaba destinado para bien de interés público?».

Díaz señala que en su momento intentaron alguna alternativa y propusieron al Ayuntamiento que, como no era posible construir allí, se les cediesen otros terrenos del mismo tamaño en alguna zona de Málaga del interior que fuera urbanizable, «en el Puerto de la Torre, por ejemplo». Pero el Consistorio, según explica, rechazó esta idea. «La conclusión es que nos engañaron, sometiéndonos a una expropiación forzosay no pagada justamente para respetar la zona natural y posteriormente se ve el que el interés era de hacer negocio con el terreno».

«Yo, como ex propietario quiero, deseo y reivindico que esta zona se destine para el motivo que primeramente nos dijeron que es respetar el paraje natural y no se construya absolutamente nada allí y se paren las obras», señala Díaz, que insiste en que su interés no es económico.

«No es justo que ahora a este hombre le dejen hacer lo que le dé la gana impunemente allí y además para un interés suyo que no va a beneficiar nada a la ciudadanía, sino todo lo contrario. Nos sentimos engañados y nos sumamos a las voces que piden que se respete la zona natural», concluye.