Para calibrar mejor el tesoro cervantino que el Instituto Gaona conserva en su primera planta hay que recordar que los azulejos del Quijote de la fonda de la estación de ferrocarril de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) han sido declarados recientemente Bien de Interés Cultural. «Y se trata de una colección desordenada de 300 azulejos, cuando aquí hay 801 y están ordenados», señala el historiador Victor Manuel Heredia.

El experto malagueño, autor de un libro sobre la historia del Gaona, lleva varios años investigando los precioso azulejos sevillanos del centro, junto con Rafael Maldonado, jefe de estudios de adultos y han llegado a una importante conclusión: «Es la mayor colección mundial», señala Víctor Manuel.

«No hemos encontrado ninguna colección tan completa ni tan bien ordenada», apunta Rafael Maldonado, que señala que tienen una amplia red de contactos tanto en España como en las dos Américas para confirmarlo.

Y la gran particularidad que hace todavía más única esta colección, subraya Maldonado, es que está escrupulosamente ordenada: «Las piezas están colocadas en zigzag y van contando cada capítulo, escena a escena», cuenta. De esta manera, los dos expertos han podido comprobar que en las paredes del instituto, como si de una novela gráfica se tratara, se encuentran los 11 primeros capítulos de la primera parte del Quijote, hasta que el caballero andante se topa con los cabreros y pronuncia su famoso discurso de la edad de oro.

En total hay tres series idénticas de estos 11 primeros capítulos. «Hay unas 200 piezas en cada serie y luego una parte que es relleno», detalla Víctor Manuel Heredia, que explica que las escenas estampadas se corresponden con las láminas del Quijote realizadas por José Jiménez Aranda para la edición conmemorativo del tercer centenario, en 1905.

El origen

Pero, ¿cuál es el origen de estas paredes quijotescas, formadas por cerca de 8.000 piezas, 801 de las cuales recogen los primeros pasos por la Mancha de don Alonso Quijano?

Como informa Víctor Manuel Heredia, fueron realizadas a mano, con la técnica de la cuerda seca, en la fábrica trianera de Mensaque & Rodríguez y Compañía, desaparecida en este siglo XXI, y el Gaona las instaló alrededor de 1933, con motivo de una campaña de higienización, que en esos tiempos consistía en cubrir de azulejos las paredes.

La fecha de 1933, recalca el historiador, es muy significativa porque cuatro años antes, con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, se inaugura la plaza de América, con la glorieta de Cervantes, que pone de moda esta decoración.

«A partir de ahí empiezan a hacerse réplicas en Méjico, Lima, Nueva York, Malabo...las tenemos controladas», cuenta el historiador, que comenta que una mansión de Hollywood Boulevard, que ha comprado la Iglesia de la Cienciología también tiene la decoración cervantina.

«El Quijote es una figura que representa los español, de fama mundial y los azulejos tuvieron mucha difusión en bancos y ya para sitios grandes, sobre todo en zócalos», explica Víctor Manuel Heredia.

Con respecto a estos últimos, además de la fonda de la estación de Alcázar de San Juan, la segunda colección más importante tras el instituto malagueño se encuentra en la casa de Blas Infante en Coria del Río, con unos 700 azulejos.

Convertida en Museo de la Autonomía de Andalucía, entre los productos a la venta para los visitantes hay un juego de tarjetas que reproduce estas escenas del Quijote.

También se encuentra este tipo de azulejos en el Castillo de las Arguijuelas, en Cáceres y en rincones de toda España, incluido un palacete de Baracaldo de los Echevarría Echevarrieta, los dueños de la finca de La Concepción.

En Málaga pueden encontrarse aún en algunas casas de la antigua burguesía, pero la colección más espléndida, la mejor del mundo, es la del Instituto Gaona.