­Las ciudades inteligentes comparten los mismos problemas en todo el mundo. La infraestructura da para lo que da y la solución pasa por una gestión adecuada de la información. Marín dibuja claves en la ciudad inteligente.

Smart City. Suena bien, de acuerdo. ¿Qué es?

Hay dos cosas fundamentales. Una, que todas las ciudades del mundo tienen los mismos problemas. Los gobiernos es difícil que se pongan de acuerdo, las ciudades se ponen de acuerdo en un instante. Eso permite que haya políticas comunes a todas. Bajo smart city, lo que hay son inversiones en las ciudades para crear una gestión inteligente basada en la innovación.

Es decir, conectar a la ciudad a internet y gestionar a través de un mar de pantallas.

La aplicación de internet está por debajo. Son muchas más las tecnologías y tendencias que están en el concepto de smart city. Por ejemplo, tendencias sociales, tendencias tecnológicas y medioambientales.

Estamos en Málaga. ¿Cómo se la imagina usted en, no sé, pongamos el año 2035?

Málaga es una de las ciudades mundiales de referencia en smart city. Tuvo un visión correcta hace años y está a la vanguardia.

Pero algo concreto. Ahí está el Quinto Elemento. ¿Ficción convertida en realidad?

Va a ser una ciudad muy atractiva para el visitante y el ciudadano lo va a notar. Hay una apuesta muy fuerte por la innovación. Si pensamos en la movilidad del futuro, siempre pensamos en los coches. Pero lo que se mueven son las personas y las mercancías. Alguien tiene que gestionar todos estos recursos. Y teniendo en cuenta como funciona el mundo de internet. Todos los elementos se van a comunicar entre sí.

¿La smart city implica la renuncia al vehículo privado?

Yo creo que estamos viendo un cambio importante. Evidentemente, las ciudades tienen un problema de infraestructuras y no tienen capacidad. El vehículo compartido forma parte de la multimovilidad. Igual me sale más barato coger un coche y compartir el viaje con dos o tres, y ya no necesito tener un vehículo en propiedad.

Pero el coche como símbolo de estatus... mi coche que no me lo toquen. ¿Qué hacemos con eso?

Obviamente, todos estos cambios requieren una gestión adecuada.

¿Pedagogía entre los más reticentes?

Yo creo que los más reticentes son los propios administradores. No todos están pensando en una versión a medio y largo plazo. No haga carriles bici si no tiene incorporada a la bicicleta como un medio de transporte seguro. Luego está la importancia de informar. Sólo con la información adecuado puedo tomar las decisiones adecuadas. Igual me conviene más otro medio que el coche de alquiler en el aeropuerto.

¿La conducción autónoma, llevada a su esencia, es viable?

Ya no es que lo diga yo. Hay muchos planes en marcha y la Unión Europea está empujando muy fuerte. La conducción autónoma plena está previsto que llegue para el año 2035.

¿Las ciudades corren el riesgo de quedarse atrás si obvian esto?

Desde luego. Hay que animar a las administraciones. Que no tengan una visión a corto plazo. España tiene condiciones para ser vanguardia en las smart city. Pero vemos que, quitando algunas excepciones, las ciudades no están planteando este asunto con una visión. Hay mucho dinero en Europa pero habrá que saber captarlo. Según mis datos, en 2022 habrá unos 650 millones de euros, solamente para sistemas de transporte inteligente.

¿Cuánto daño hace en este contexto una noticia como la del atropello con el vehículo autónomo de Uber?

Sí hace daño. Pero es algo que no se puede extrapolar. Al final, ayuda que todo esto se haga más seguro. Es importante la movilidad autónoma, pero, sobre todo, pensando en la seguridad.

Por ejemplo, el coche conectado con el móvil y, a su vez, con la suela de mis zapatillas.

No sé si interesa que lo esté con la suela de las zapatillas... lo que es seguro es que lo estará con otros vehículos. Estará conectado con sensores repartidos por la ciudad. Un ejemplo: si mi dirijo a un paso de peatones y no me freno, el coche lo va a hacer.

¿El gran reto es cómo gestionar toda esta información?

Uno de los retos más importantes, pero no el único.

Ya hubo gente que protestaba por los coches de Google de Street View. ¿Qué pasa con la protección de datos?

Todo el tema de la ciberseguridad tiene que ir de la mano con el desarrollo. Hay tecnologías propias de la movilidad y tecnologías que se incorporan. Necesitamos tecnologías que están ahí e incorporarla a la movilidad.

¿Qué potencial hay para explotar la movilidad inteligente en el plano de la publicidad? Paras en un semáforo, reconocimiento facial y publicidad acorde en el panel de enfrente.

Hay muchísimo potencial. De entrada, buena parte de la economía mundial ha cambiado. Las primeras empresas mundiales son empresas que gestionan información.

¿La smart city del futuro vigila nuestros comportamientos, acaso los llegará a guiar?

En cierto modo, sí. El despliegue de cámaras en las ciudades se están produciendo. Estas cámaras tienen una capacidad para leer información brutal. Vamos a un mundo mucho más vigilado y en el que dejamos huella. Esta es la sociedad a la que vamos.

¿No se corre el riesgo de dejar a mucha gente atrás?

Esto es uno de los puntos elementales que tiene que planificar la correspondiente administración. El derecho a la movilidad tiene que ser para todos. Hay que pensar en todos.

¿Que le contestaría a alguien que le dijera que esto de las smart cities es como vender crecepelo?

Habrá gente con pelo y gente sin pelo, pero al final todos tenemos cabeza. Y no es tan importante el pelo como lo es la cabeza.