«No tengo ningún tatuaje y jamás me imaginé que los haría yo. Es un reto total y absoluto». La enfermera Cristina Gutiérrez alterna desde hace medio año su actividad diaria de curas con la aguja y la tinta para cerrar el proceso de las mujeres mastectomizadas tras pasar un cáncer de mama y dibujar el pezón y la aureola.

La técnica es la micropigmentación, un método a través del cual se deja el pigmento en una capa más superficial que el clásico tatuaje, lo que beneficia a estas pacientes, al ser menos agresivo. La nueva consulta se ha incluido en la Unidad de Mama del Hospital Regional hace seis meses y entre primeras consultas y sesiones de micropigmentación, esta enfermera atiende semanalmente a entre ocho y diez pacientes. «Sienten que les falta algo y no se dan cuenta de ello hasta que se lo hacen», explica la enfermera Gutiérrez.

La incorporación de esta técnica a la sanidad pública es una antigua petición por parte de las asociaciones y los propios profesionales. Un trabajo que se aplica a aquellas mujeres que han visto todo su pecho afectado por las intervenciones quirúrgicas que se han sometido y también algunas que han sido sometidas a cirugía reductiva de riesgo. Unas cien mujeres aproximadamente se beneficiarán al año de la micropigmentación.

Con nueve tonos diferente de tinta se crea el color idóneo para dar forma al nuevo pezón y la aureola de la paciente, una cita que llega seis meses después de su última cirugía. En ese primer encuentro, Cristina explora la zona para conocer el estado de la piel y las cicatrices y resuelve aquellas dudas que surgen. Si va a doler, si se puede mojar, qué cuidados previos y posteriores hay que hacer o si quedará bien son algunas de las dudas que más se plantean en consulta.

La segunda cita es cuando, entre ambas, partes eligen tonos, tamaños y hacen el boceto previo que se plasma minutos después durante una sesión de dos horas. Si el pezón se ha podido recrear en la última intervención quirúrgica, no será necesario aplicar efecto tridimensional. Si la paciente conserva alguna de sus mamas, el objetivo es hacer una réplica de su pezón y aureola. En cambio, si la micropigmentación se aplica en los dos pechos hay que buscar la simetría y crear desde cero. «A veces es más sencilla esa opción», explica la enfermera una vez llevadas a cabo todas las opciones.

Una vez aplicada la técnica, se da una cita para unas seis semanas después para ver cómo ha quedado y si es necesario repasar alguna zona. Lo común es no tocar nada, según explica Cristina, pero en algunos caso, la piel no coge el pigmento en algunas zonas y hay que volver a trabajar en la zona. «Cuando llega este momento muchas dicen ‘ya se cierra esta etapa’ o ‘al fin paso página’», explica. Un cambio que para cada una de ellas se manifiesta de diferente manera. Poder cambiarse en el vestuario con tranquilidad y sin que nadie le mire, van a la playa y juegan tranquilas con los pequeños de la casa o se miran en el espejo y ven un pecho. «Una de ellas me contó ya podía bañarse con normalidad con su hija y no le dice nada. Hasta entonces había optado por no hacerlo para que ella no viera nada extraño», recuerda Cristina.

Los cuidados previos a la intervención son sencillos. No exponerse al sol una semana antes, no ingerir bebidas excitantes el día de la micropigmentación, ya que favorecen la vasodilatación e informar de si se toma algún tratamiento anticoagulante para ver qué medidas se toman. «No suelen tener mucha sensibilidad en la zona pero preguntan si les va a doler», matiza, muchas de ellas, ajenas al mundo de la tinta y de la aguja se sorprenden a sí mismas «tatuándose» con ilusión.

Las pautas a seguir tras la sesión de micropigmentación son también llevaderas. Aplicar durante la siguiente semana una crema cicatrizante, no frotar con una esponja, evitar el sol y mojar con normalidad. «Lo que sí hay que tener en cuenta es el cuidado de mantenimiento y usar siempre protección solar en la zona», matiza. La puesta en marcha de esta consulta hace seis meses no contempla el retoque con los años aunque la enfermera asegura que con el tiempo el pigmento se aclara. «Ahora mismo estamos con las mujeres que terminan su proceso y aquellas que se enteran de que existe esta consulta y aunque fueron operadas hace 15 años también se quieren hacer la micropigmentación», explica, sin embargo, no duda en asegurar que con el tiempo quizá sería necesario que la sanidad pública contemple ese servicio también para que la micropigmentación se mantenga en buenas condiciones pasados los años. Un tatuaje para dar paso a una nueva etapa.