El prestigioso abogado penalista Carlos Larrañaga, una institución en los juzgados malagueños, ha fallecido esta mañana tras una larga enfermedad que no ha podido superar. Tenía 61 años y un despacho repleto de clientes que acudían a él de forma continua para que los sacara del atolladero, algo que ocurría con mucha frecuencia.

Doctor en Derecho Penal por la Universidad de Málaga y ponente habitual en jornadas jurídicas en el Colegio de Abogados de Málaga, sus compañeros, hoy consternados, recuerdan su indomable espíritu crítico y su presencia continua en los juicios de más importancia y mayor peso mediático en las últimas décadas. No hay un solo abogado joven que no conociera a Larrañaga, además tertuliano habitual en radios y articulista en periódicos.

El decano del Colegio de Abogados de Málaga, Francisco Javier Lara, destaca su especialidad en Derecho Penal y lo considera un "referente que ha creado escuela". "Era un gran profesional que dignificaba la toga no permitiendo que nadie le faltara el respeto ante una intervención suya", ha dicho. "Ejercía el derecho de defensa con toda la contundencia del mundo, no permitía injerencias ni faltas de respeto, además de participar en todo lo que proponía el colegio", ha declarado, siendo profesor durante algún tiempo del Máster de Abogacía y ponente habitual en temas penales.

José Carlos Aguilera, abogado malagueño también de renombre, destaca que era un penalista "curtido en mil batallas con una gran vocación profesional. Tuvimos el mismo padrino. A lo largo de los años, he coincidido con él en diferentes asuntos penales y usando términos futbolísticos nunca daba un balón por perdido: cualquier providencia o auto los peleaba hasta el final".

Aguilera ha indicado que le daba mucha importancia a las garantías procesales y que hilaba muy fino jurídicamente, "no dejaba pasar una", recurriendo todo aquello que perjudicaba a sus clientes. Cambió varias veces de despacho durante su trayectoria y, durante mucho tiempo, compartió firma con Javier Téllez Rico. "Tenía una gran vocación crítica", ha dicho.

Fue pionero de los macroprocesos, como el 'caso Intelhorce, y en los últimos años se le ha podido ver como abogado de Juan Martín Serón, exalcalde de Alhaurín el Grande, en el 'caso Troya' contra la corrupción urbanística o en el caso Arcos, de idéntica naturaleza al segundo pero acaecido en el municipio de Alcaucín.

Sus compañeros destacan su espíritu indómito y la pasión por el derecho, además de su exquisita pluma jurídica. Algunos de sus recursos eran directamente para enmarcarlos y estudiarlos en las facultades de Derecho.

La presidenta de la Audiencia Provincial, Lourdes García Ortiz, afirma que "ha sido un abogado muy combativo que ha intervenido en muchos procesos penales, ha trabajado mucho, tanto en la fase de instrucción como ya en sala. Informaba con mucha contundencia y sacaba punta a todos los argumentos favorables a los defendidos, si había alguna nulidad que pedir él la pedía o si había que solicitar peticiones extraordinarias de prueba, también las reclamaba".

García Ortiz coincidió con él ya en el año 91, cuando era jueza de Instrucción. "Tenía un trato muy directo con todos, era incisivo, uno de los penalistas que veías siempre de guardia y en muchos juicios y declaraciones, una persona muy trabajadora, vehemente, insistente y combatiente".