Ni para comer. Ni para cubrir sus necesidades más elementales. La mayoría de las personas que las distintas cáritas de la diócesis de Málaga atienden a diario viven en condiciones de pobreza extremas. Son los más pobres entre los pobres, a pesar de que las cifras macroeconómicas indican que la crisis se ha superado. La pobreza se hace crónica y eso preocupa a los responsables de esta asociación caritativa de la Iglesia, que en la mañana de este martes ha ofrecido los datos de su memoria anual correspondiente al año 2017, coincidiendo con la solemnidad del Corpus Christi.

"Son situaciones enquitadas, cronificadas, de dependencia social de las ayudas sociales", explicó Francisco José Sánchez, el director de Cáritas diocesana en Málaga. Durante el pasado año, ha descendido sensiblemente el número de personas atendidas por Cáritas a través de los servicios de acogida y acompañamiento. En total, 11.237 personas (Cáritas ya no habla de unidades familiares, porque entre los auxiliados también se incluyen las parejas sin hijos o las personas que viven solas) una ayuda que benefició en total a 29.811 personas. Dos terceras partes, según destacó Sánchez, "presentan dificultad permanente de acceso a las necesidades básicas"; y el 38% lleva acudiendo a las parroquias desde hace más de tres años.

Entre los principales problemas detectados, además de la falta de recursos económicos, el paro de larga duración, la inestabilidad o precariedad en el empleo, unido a la escasa formación y la dificultad de acceso a cursos formativos, se encuentra en la base de la mayor parte de los casos atendidos, seguidos de los relacionados con la desestructuración familiar, la falta de vivienda y la salud.

Con todo, el 16,13% de los beneficiarios de Cáritas han conseguido mejorar su situación durante el pasado ejercicio. Sánchez destacó que, de los programas y proyectos para el fomento de la formación y el empleo, se han incorporado 25 personas al mercado laboral y, del mismo modo, la institución ha concedido microcréditos a otras cuatro personas como ayuda al autoempleo.

No obstante, el director de Cáritas hizo hincapié en que se ha creado en la sociedad una nueva figura: el pobre que es pobre pese a que tiene trabajo, poniendo de relevancia la situación de precariedad de muchos contratos. "Sin embargo, quien encuentra trabajo, por muy precario que sea, deja de venir", agregó.

Para dar respuesta a estos problemas, la diócesis de Málaga invirtió en 2017 casi 3,2 millones de euros en ayudas directas, es decir, dinero para la compra de alimentos, el pago de suministros (luz, agua, gas...), formación y búsqueda de empleo, adquisición de ropa y desembolsos relacionados con la vivienda y gastos sanitarios. En términos económicos, la acción fundamental de Cáritas en Málaga se desarrolla en esta ayuda directa y en la intervención social. El total de recursos aplicados en 2017 superó los ocho millones de euros, "de los que el 91% se destinó a acción social directa, es decir, que 91 céntimos de cada euro para directamente a los pobres y nueve céntimos se dedican a pagar otros gastos de agministración o gestión", subrayó Francisco Sánchez.

El obispo, Jesús Catalá, reconoció, por su parte, que gracias a la acción de Cáritas, "la Iglesia, aun siendo criticada muchas veces, es elogida, porque presenta su rostro más humano y aceptable", señaló. El prelado recordó que la dimensión caritativa de la Iglesia está presente desde los orígenes del cristianismo "con la cercanía demostrada por el Señor y sus discípulos siempre a los más necesitados". "Y es lo que nos distingue", añadió, "porque estamos al servicio del ser humano".

Catalá explicó que durante este año 2018 la diócesis celebra el 50 aniversario de la creación de Cáritas en Málaga, "como organización con estructura pastoral", y recordó que se llevó a cabo durante el episcopado de Emilio Benavent.