Pasó el peligro. Así lo destacan a este periódico los responsables en Málaga del Aula del Mar, al analizar la incidencia durante estos últimos meses de la carabela portuguesa en aguas de la Costa del Sol. Juan Jesús Martín, biólogo de dicho organismo, sostiene que esta especie tiene su hábitat natural en el Atlántico norte y no en el Mediterráneo.

Sin embargo, tras un final del invierno especialmente lluvioso y la primavera tan fresca que se registra actualmente, estos animales que se suelen vincular a las medusas, pero que en realidad no lo son, han causado una cierta psicosis a lo largo de todo el litoral mediterráneo español, especialmente en la provincia de Alicante y en otros territorios levantinos. Durante varios fines de semana, muchos malagueños han comunicado a través de la aplicación pública del Aula del Mar, específica para alertar sobre la presencia de medusas, el avistamiento de estas carabelas.

Su llegada vino derivada, sobre todo, por la sucesión de las tormentas de marzo. Gisela y Bruno, con fuertes corrientes, las introdujeron en el interior del Mediterráneo. Luego, a merced de los vientos porque una parte de las mismas siempre permanece a flote, el viento de Levante las hizo regresar hasta las costas malagueñas. Pero con la subida de las temperaturas «su incidencia tiene ya un carácter residual».

De hecho, el ciclo biológico termina con el mes de junio. Lo normal es que ya no haya en abril. En este sentido, Jesús Bellido, otro de los biólogos del Aula del Mar, recuerda que verlas en mayo «ya es algo absolutamente excepcional». Los avistamientos más repetidos se han producido en las playas de Málaga capital, poco después de la pasada Semana Santa, así como en puntos de la comarca de la Axarquía como el término municipal de Nerja.

En la Costa del Sol no se ha llegado, como ocurrió en Alicante, a tener que cerrar las playas por la presencia de centenares de ejemplares. En ningún caso se ha repetido tal situación en tierras malagueñas, como ha subrayado el propio portavoz del Aula del Mar. Sobre su potencial peligrosidad, estos animales marinos no tienen la condición de «causar la muerte».

No obstante, indirectamente su picadura sí que puede llegar a generar problemas graves. Es de por sí «tremendamente dolorosa, porque genera un importante hinchazón del miembro afectado».

«Puede producir en casos excepcionales hasta desvanecimientos. Sin embargo este veneno es raro que pueda producir la muerte», añade Bellido. Una de las consecuencias indirectas de las picaduras de las carabelas portuguesas es que la persona herida se encuentre muy lejos de la costa. Ahí sí que se incrementa el riesgo de ahogamiento por los propios síntomas de la picadura.

Se recomienda en caso de picadura «lavar rápidamente la zona afectada con agua de mar» para eliminar cualquier resto de tentáculo y dirigirse a un centro sanitario para el tratamiento inmediato por personal especializado.