En los tiempos que corren parece una misión imposible conseguir que un negocio sobreviva durante un largo periodo de tiempo. En todas las ciudades de España están cerrando establecimientos que llevaban muchos años prestando sus servicios a la población. Pero este no es el caso de la Farmacia Caffarena, que lleva 120 cuidando de la salud de todos los malagueños. Este comercio de dispensa sanitaria ya forma parte de la historia de Málaga, a la que ha acompañado y ha visto desarrollarse durante todos estos años.

La historia de la farmacia comienza con Antonio Caffarena Lombardo, de ascendencia italiana y estudiante de la carrera de Farmacia en Granada. El 6 de junio de 1898, inaugura la farmacia a la que dio su apellido y que se convirtió en una de las mayores de Málaga. Ocupaba una extensión que desembocaba en tres calles principales de la ciudad: la Alameda Principal, la calle Larios y la calle Martínez.

La farmacia sigue con su actividad normal hasta que estalla la Guerra Civil, que en Málaga fue cruenta y despiadada. Antonio Caffarena está en esos días convulsos en Soria, pero al volver se encuentra con que que su casa y el negocio han sido incendiados, quedánsose, por tanto, el ilustre farmacéutico sin hogar, sin trabajo y sin dinero. Finalmente, Antonio Caffarena Lombardo muere en 1939 con la pena de no poder volver a ver su negocio abierto.

Pero la familia no se dio por vencida. Rafael Caffarena Robles, hijo mayor de Antonio, sería su sucesor. El primogénito realizó los estuidos de Farmacia en la Universidad Central de Madrid. Además, viajó a París para estudiar microbiología en el celebérrimo Instituto Pasteur.

Al terminar sus estudios y volver a Málaga, regentará la farmacia de Agustín Pérez de Guzmán, la actualmente conocida como Farmacia Mata. Al terminar la Guerra Civil, Rafael Caffarena se marcha a Madrid para obtener una licencia de laboratorio, con la que más tarde abriría el suyo propio en el mismo lugar donde se encontraba la farmacia, todo un guiño del destino.

En ese laboratorio será donde creará la crema, el bálsamo y el tónico Caffarena, pero es la primera la que le dará la popularidad y el dinero suficientes para poder volver a abrir la Farmacia Caffarena en septiembre de 1948, doce años después de la Guerra Civil. La crema tuvo gran éxito en distintas partes del mundo, con un prospecto en tres idiomas: español, francés y portugués. Sorprendentemente, la crema se hizo muy conocida en Brasil, a la que llegaba a través del Portugal.

Rafael Caffarema muere el 4 de junio de 1978 y será su hijo Ignacio Caffarena Martín quién heredará el negocio. Pero este no termina los estudios y es su ahora exmujer la que toma la posesión de la farmacia y quien sigue dirigiendo el negocio hoy en día. Carmen Vargas-Machuca de Alva ha conseguido mantener el linaje de la familia en el negocio. Además, se espera que el futuro siga ligando a la familia con el establecimiento, ya que Paula, la hija de Carmen, ha estudiado Farmacia y ya trabaja en la misma para continuar con la tradición. Con Paula ya dentro, serían cuatro generaciones familiares las que han trabjado en la Farmacia Caffarena.

Ciento veinte años de historia dan para mucho y, sobre todo, para constatar el avance de las nuevas tecnologías en el mundo farmacéutico. Así lo creen Carmen Vargas-Machuca y Paula Caffarena.

Madre e hija destacan como el mejor avance la última Ley del copago de los medicamentos. «Con esta medida se evita que aquellas personas que antes no pagaban por los medicamentos abusen de estos y no se desperdicien» explica Carmen. Por otro lado, señalan que el mayor avance tecnológico han sido la informática y la receta 21, aunque destacan principalmente a la informática. «La tecnología ha sido un gran avance para la farmacia, ahora esta todo más ordenado, un inventario todos los años, los seguimientos de los medicamentos, todo eso ha hecho mucho». Pero aunque haya muchos avances, conseguir que un negocio aguante tantos años no es tarea sencilla. Paula Caffarena destaca que unas de las principales claves del éxito, además del esfuerzo en los estudios y en el trabajo, es su ubicación, «La ubicación nos da la recompensa de que esta en un sitio de paso, estupendo, aunque tiene el inconveniente de que tienes que tener de todo», señala Carmen.