El tren de España Ciudadana, fabricado para reivindicar el orgullo de ser español, hizo ayer su segunda parada en Málaga. Despojado del aire favorable de las encuestas del que Albert Rivera todavía gozaba en la puesta de largo de esta plataforma hace apenas un mes, el presidente de Ciudadanos (Cs) aprovechó el acto celebrado en la plaza de la Constitución para reorientar su discurso y sacar a los suyos de la posición de letargo a la que se han visto abocados en el nuevo escenario político a nivel nacional. Aunque, más que una reorientación, Rivera confirmó que la estrategia de su partido de cara al futuro seguirá basándose en la confrontación con los partidos nacionalistas y en seguir alimentando el debate territorial.

Dentro de este camino hacia la polarización, Rivera dio un nuevo paso al proponer una reforma de la ley electoral que tendría consecuencias de suma importancia. El líder de Cs abogó por el establecimiento de un umbral mínimo del 3% del voto nacional para que los partidos puedan entrar y tener representatividad en el Congreso de los Diputados. En la práctica, esta modificación blindaría a la Cámara Baja de la presencia de partidos nacionalistas como pueden ser el PNV, el PdCat o ERC. «Queremos ir a votar con una ley electoral justa y eso significa también que los españoles no estén en manos de los partidos nacionalistas que cambian gobiernos, deciden presupuestos o reciben privilegios», abordó Rivera, para sentenciar luego que la futura ley electoral que cuente con el respaldo de Cs tiene que fijar que «tienes que tener, como mínimo, el tres por ciento nacional para poder estar en el Congreso de los Diputados».

Un mensaje claro para Pedro Sánchez y su Gobierno, que sirvió también para evidenciar que cualquier posible reforma de la Constitución tiene que pasar por achicarle espacios a las fuerzas nacionalistas. Un hecho que resta, prácticamente, cualquier esperanza de que sea posible modificar o actualizar el texto de la Carta Magna en la presente legislatura, marcada por intereses enfrentados y una aritmética que hace imposible que se formen mayorías reforzadas. Más allá del veto de facto a los partidos nacionalistas, Rivera introdujo el concepto de las listas abiertas y apeló por una reforma electoral en la que «el voto de todos los españoles valga igual». En medio de su discurso, los 4.000 congregados (según la muy optimista estimación de la organización) irrumpieron en varias ocasiones al grito de «queremos votar».

Una petición extendida por Rivera al propio Sánchez, al que culpó de «entrar en La Moncloa por la puerta de atrás», además de hipotecado por los apoyos que le brindaron las fuerzas nacionalistas a la moción de censura. «Uno no puede gobernar este país a toda costa», dijo, además de lamentar la «debilidad» del Gobierno de Sánchez. Cs, en fase de recolocación en el tablero, dejó claro que aprovechará cualquier gesto o paso futuro de Sánchez en clave territorial para acusarle de poner en peligro la unidad del Estado. Precisamente la unidad, como concepto inquebrantable ligado a la soberanía nacional, fue otro de los ejes sobre los que pivota esta España Ciudadana. En boca de Rivera, siguiendo la estela de países como Estados Unidos o Francia, pretende acabar con los «complejos» que sienten todavía muchos a la hora de sacar a pasear la bandera nacional. Un símbolo que sintetizaría, según Rivera, una «España sin complejos y unida en su diversidad frente a los populismos y los nacionalismos».

Porque, una vez fijadas las propuestas políticas, el acto de ayer fue un auténtico baño de masas en el que lo más transversal que se veía era el rojigualda. No entonó el cante, esta vez, Marta Sánchez, pero sí se contó con la presencia de adscritos de la talla de Mario Vargas Llosa, premio Nobel, la escritora de Imperiofobia, María Elvira Roca, el fundador de los hoteles Room Mate, Kike Sarasola, la magistrada María José Torres, y el exentrenador de baloncesto, Javier Imbroda. De alguna manera, estos nombres representan a la perfección la vocación que hay detrás de España Ciudadana, y que pasa por restar eliminar la barrera que todavía representa para muchos el hecho de afiliarse a un partido, además de ejercer como herramienta para la captación de posibles candidatos para las próximas elecciones. En este sentido, hay que estar atento al recorrido que puedan tener los invitados que ayer se desenvolvieron sobre un escenario sin atril, de los que dan bien para el gremio del coaching.

La fuerza que pueda tener Cs en un futuro pasa por erosionar al partido que está en el Gobierno con el debate territorial. Rivera lo sabe y ayer lo volvió a demostrar. En todo caso, como el bautismo de España Ciudadana en Madrid levantó algunas voces críticas, acusándole de fomentar también una forma de nacionalismo, en este caso el españolista, el líder de la formación naranja llegó a Málaga con la lección aprendida y puso mucho énfasis en explicar las diferencias que, según él, existen entre lo que es el patriotismo practicado por Cs y el nacionalismo que nutre a los partidos independentistas. «Patriotismo es querer lo mejor para tu país y nacionalismo es odiar a todos los demás», citó a Charles de Gaulle.

Para Rivera, la clave debe estar en poner en un mismo denominador común «lo que nos une». En este sentido, ensalzó también la lengua castellana y destacó la diversidad como elemento enriquecedor. «Yo soy catalanoparlante, pero no quiero que me prohiban hablar en castellano», reseñó. Queda la duda no resulta ayer de si España Ciudadana pueda servir en algunos municipios de Málaga como una plataforma electoral en las elecciones municipales de 2019.

Vargas Llosa: «No van a lograr romper la unidad de España»

Más allá de la presencia del propio presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, muchos focos se centraron ayer en Mario Vargas Llosa. Había curiosidad por escuchar al premio Nobel, que accedió a intervenir en el segundo acto de la plataforma de España Ciudadana. En su discurso, basado en enumerar varios motivos por los que sentirse orgullosos de España, el premio Nobel arrmetió con dureza contra los nacionalismos y reivindicó la fortaleza del Estado español. «La unidad española, forjada a lo largo de tantas aventuras y tantos siglos, no la van a romper los grupos independentistas», aseguró frente a un auditorio volcado. La intervención de Vargas Llosa se centró, por otra parte, en lanzar un mensaje optimista, siempre basado en la fuerza de la unidad. «¿Cómo se puede ser pesimista en un país como España, que ha vivido una transición que ha asombrado a todo el mundo?», se preguntó el escritor. Además, resaltó los avances que ha experimentado España, en comparación al país con el que se encontró a su llegada en los años 70. «Las desigualdades en la sociedad española eran enormes. España, para sobrevivir, exportaba miles y miles de españoles fuera. España ha pasado de un país pobre a estar en la vanguardia, de clases medias».

Kike Sarasola: «Pido respeto para la gestación subrogada»

El fundador de los hoteles Room Mate, Kike Sarasola, participó en el acto de ayer con una defensa cerrada para la gestación subrogada. Ciudadanos lleva este proceso entre sus propuestas y Sarasola pidió ayer «respeto» para un método que le permite a muchas parejas homosexuales cumplir con su deseo de ser padres. En este caso, Sarasola habló de su propia experiencia y lamentó las trabas y las dificultades con las que se encontró cuando quiso en el intento, primero, de adoptar. Además de pedir «respeto» a las familias que, como él, han optado por la gestación subrogada y animó a los más jóvenes a emprender, recordando cómo hace 15 años tuvo un sueño y creó, con su marido y un amigo, la cadena hotelera Room Mate. Así, emplazó a devolver a España el espíritu de las olimpiadas de Barcelona 92, donde participó como atleta.

María Elvira Roca: «Nuestras diferencias nos enriquecen»

La escritora malagueña María Elvira Roca apeló al espíritu de la unidad y resaltó que las diferencias, lejos de separar, deben servir para unir a las personas y enriquecer sus relaciones. En clara alusión a Cataluña, afirmó que «siempre hay una cabeza loca en todas las casas». «No nos debe extrañar. Lo que no es tan normal, es que esas cabezas tengan una silla en el puente de mando del barco que quieren hacer naufragar», añadió. En el mejor espíritu del marionismo, afirmó que «España está inmensamente llena de españoles» y que sólo una pequeña minoría «es la que ha traído la crisis a este país». «Hasta ahora, sólo ha servido aquello que nos diferenciaba, pues yo digo que ahora tiene que primar aquello que nos une». La escritora nacida en El Burgo resaltó, por otra parte, que España es como una casa en la que caben todos, y que las diferencias la hacen más atractiva y enriquecedora.