Eran los primeros días de la librería, en la primavera de 2003. El hombre se asomó y en la misma puerta sentenció: «Cuánto ha cambiado Málaga».

Para José Antonio Ruiz, responsable de la Librería Luces, es una de las cosas más bonitas que ha escuchado de esta aventura cultural, que abrió sus puertas todavía sin libros en la planta alta por la premura de la inauguración y que hoy ofrece al público «entre 50 y 60.000 unidades»; de ellas, «entre 30 y 35.000 títulos». Luces, por cierto, hace referencia a que los libros iluminan, «alumbran en la oscuridad».

La Librería Luces, en la Alameda Principal, 16, celebra estos días el decimoquinto aniversario con el orgullo de ser una auténtica superviviente, pues además de con la crisis económica, que todavía deja sentir sus coletazos, ahora tiene que bregar con las desesperantes obras del metro, que baten records de lentitud burocrática.

«Cuando me preguntan qué pasará cuando estas obras se quiten de en medio les digo que no sabemos cuándo podrá ser, pero que no pedimos multiplicar por veinte las ventas. Sólo queremos seguir estando, porque para una librería el dinero no es un fin, es un resultado», comenta con mucha filosofía José Antonio.

Este malagueño de Moclinejo, que decidió estudiar Biblioteconomía, cuenta que desde niño siempre fue un gran lector. «Era un niño que coleccionaba carnés de biblioteca y un lector en el barrio de la Victoria, un espacio urbano donde no había colegas míos que leyesen. Mi padre tenía algunos libros, pero tampoco tenía mucho tiempo con cinco hijos».

Le acompañó en la aventura Pilar Villasana, una melillense veterana en el mundo de los libros en Málaga. «Fui librera del año 70 al 72, muy poquito, y luego distribuidora al por mayor de editoriales magníficas: Siruela, Visor, Tusquets, Paidós...tuve mucha suerte», confiesa. Si decidió volver a convertirse en librera fue porque la distribución se había despersonalizado: «La alternativa era irte a un polígono; los libros ya eran paquetones y de las novedades te enviaban la camisa (la portada), ni siquiera el libro; llegué a pensar que qué pintaba, así que vendí la distribuidora y monté la librería», explica.

Y desde el principio, los trabajadores fueron socios de la empresa;13 en la actualidad y la mayoría, desde los inicios, lo que ha permitido que la sientan muy suya y a la hora de ajustarse el cinturón por las contigencias económicas y de la obra pública, lo hayan hecho a una.

«Estamos donde estamos y todavía estamos. No queremos hacernos ricos sino que nos conformamos con un sueldito porque nos gusta lo que hacemos y porque esto es pasión y la pasión alimenta un montón», argumenta Pilar Villasana, que comenta que aunque ha dejado la gestión directa de la librería, no hay un día que no se pase por Luces.

En estos tres lustros, los tiempos han cambiado, sobre todo desde el punto de vista tecnológico, no así en cuanto al tipo de lector, considera José Antonio Ruiz. Con respecto a la tecnología, recuerda cuando en las mesas de novedades había columnas y columnas de libros, «porque antes era necesario almacenar, pues los envíos no eran tan rápidos y no se sabía con tanta seguridad el stock de los distribuidores». Ahora, sin embargo, «en dos o tres días llegan los libros y no es necesario almacenar tanto. Aunque las mesas estén llenas, ya no se ven esas montañas».

En cuanto a los lectores, siguen teniendo la misma avidez por los libros. En este sentido, Pilar Villasana subraya los muchos comentarios positivos que escucha si coge el teléfono. «La gente nota esa sintonía, hay un lenguaje entre los lectores que es aparte y el 80 por ciento de los que vienen aquí son lectores, lectores...».

Para José Antonio, además, no hay ningún prototipo de lector: «Nuestra experiencia es que es lector el que no parece lector» y pone el ejemplo de una abuela con su nieta, que esta semana ha reservado para la pequeña una saga completa por 270 euros, o el de un repartidor que es un voraz lector de novelas de intrigas. «No te puedes hacer una idea de lo que lee ese hombre».

El padre de Juego de Tronos

Entre los autores más conocidos que han acudido a firmar ejemplares a Luces, el más popular ha sido sin duda el escritor norteamericano George R.R. Martin, el creador de la televisiva saga Juego de Tronos.

Ocurrió en 2008 y como explica José Antonio Ruiz, «el escritor venía a buscar en Gibraltar una localización para uno de sus libros. Nosotros empezamos a vender los libros de Martin cuando nadie los conocía, porque Berni, uno de los socios, era lector de Martin. Él se enteró de que iba a venir a España, escribió al editor y comentó que era posible que se acercarse por Málaga porque iban a pasar, camino de Gibraltar».

Tras la firma, que por entonces ya fue bastante tumultuosa, y eso que no había nacido la serie de televisión, el escritor se fue a comer por Málaga con los libreros de Luces. «Es una persona normal y corriente, nada de endiosada. Cuando apareció por la librería la gente no se lo creía».

Y con el tiempo, el crecimiento de este luminoso negocio hizo posible que Luces abriera una librería infantil, detrás de la principal, y una tienda en el aeropuerto. La crisis les obligó a pasar página, pero la sede de la Alameda, 16 se mantiene. «Hemos tenido todo el viento de cara. Hemos sufrido con una crisis económica que se estudiará dentro de 30 años y cuando ha llegado la bonanza, llegan Amazon y las obras del metro», resume José Antonio.

De cualquier forma, se hace eco del último congreso de libreros celebrado en Sevilla, en el que se hizo hincapié en que las librerías «han aguantado el tipo desde el 2014 o el 2015 gracias al libro». Por este motivo, detalla, las grandes cadenas han quitado buena parte de los objetos a la venta que no eran libros.

Pese a los pesares, el responsable de Luces considera que «la masa crítica de lectores tiene una necesidad con la lectura, es un hobby, un vicio, una forma de vivir y yo creo que se sigue leyendo».

Por eso, como las ganas continúan, Pilar Villasana confiesa que a todos los lectores que entran en la librería pese a la molesta vecindad de las obras, «no paro de darles las gracias, hay que estar agradecida, porque esto tiene un esfuerzo y un compromiso».

Es la discreta de comunidad de los libros, que aguanta carros y carretas por fidelidad a esa luz tan indispensable de la lectura. Feliz cumpleaños.