El 12 de diciembre de 2014 fue la última vez que los partidos debatieron sobre el estado de la ciudad. Era la anterior legislatura y faltaban pocos meses para las elecciones municipales. Unos comicios que dibujaron un escenario muy diferente en las bancadas del Salón de Plenos del Ayuntamiento. El PP perdía la mayoría absoluta y necesitó de un socio de investidura para que Francisco de la Torre mantuviera la vara de alcalde. El de ayer fue un pleno celebrado por «imperativo legal», como se encargó de recordar Daniel Pérez, portavoz del grupo municipal socialista, que con sus nueve concejales se encargó de solicitar su convocatoria. Pérez quería utilizar su tiempo en las intervenciones para esbozar las líneas maestras de su programa electoral con el PSOE. Pero De la Torre, que controla este tipo de debates (es el único que ha estado en los once anteriores), descolocó a todos sus rivales con una noticia bomba que la oposición, sin embargo, calificó de «bomba de humo»: la municipalización de Limasa.

Suele aprovechar el regidor este tipo de citas para hacer anuncios. Aunque, de repente, sirvan para defender posturas que en principio rechazaba. El arte de la política de De la Torre está ahí, además de en su constancia y en su prodigiosa memoria. Desvió la atención y acaparó el protagonismo, más allá de que, por el propio mecanismo del pleno, disfrutara de tiempo ilimitado para replicar las críticas de sus rivales. Muchas tablas del alcalde, mucho dominio escénico en un pleno desequilibrado por este motivo, ya que además, el portavoz del PP, Carlos Conde, que estuvo brillante en su intervención, por cortesía y disciplina cedió su turno de réplica otra vez a De la Torre. Como suele ser habitual, el alcalde se atribuyó los éxitos, prácticamente desde los fenicios. Hasta de que salga el sol cada mañana. Y los fracasos siempre son de otros. Y sobre todo de la Junta de Andalucía.

Juan Cassá lo calificó de «dudas, dudas y más dudas. Y faltar incluso a su palabra». El portavoz de Ciudadanos ofreció un discurso muy proactivo y con muchas propuestas de cara al futuro. Al igual que Daniel Pérez, que sí que utilizó la réplica para ser mucho más crítico y beligerante con la gestión de De la Torre, el único que hizo alusión a la condena por corrupción del caso Gürtel al PP, algo que no gustó para nada al regidor. «Usted sabe que no», le espetó. Todo lo que sea alejarse del partido en estos momentos de marejada es bueno. Es más. Solo lo nombró una vez durante los 50 minutos de su primera intervención.

La oposición coincidió a la hora de calificar a De la Torre como «parte del pasado», de un «modelo agotado». Pérez lo resumió en las tres «D»: «desidia, desigualdad y despilfarro». «Usted ya no enamora, porque no siente pasión por Málaga», sentenció el candidato socialista a la Alcaldía, que tenía claro que en su primer turno se mostraría propositivo y en su segundo zarandeador.

Lo que pasa es que De la Torre se reservó la última intervención. Y tuvo para todos. Con respuesta para todo. Carlos Conde también lo hizo, hilvanando un discurso sobre la marcha en el que replicó, cumpliendo con su papel, cada uno de los ataques que los partidos de la oposición dedicaron al alcalde. Y con una sola frase, desarboló la disertación de Daniel Pérez, autoerigido en la única alternativa al «modelo de melancolía que representa el señor De la Torre», «frente al que les presento hoy que pide cambio y un impulso que enamore a los malagueños», dijo Pérez. Conde, con un tono contundente, pero sin perder la elegancia ni las formas, dijo: «Y permítanme que me dirija ahora al líder de la oposición, que no al líder del principal partido de la oposición. Señor Zorrilla...»

Ysabel Torralbo, de Málaga Ahora, ofreció un discurso, excesivamente leído, cargado de profundidad ideológica en el que exigió una Málaga para las personas. « Ustedes conciben la ciudad en un producto para vender». El lenguaje no verbal tampoco es un buen socio de Torralbo, a la que el presidente del pleno en funciones, el concejal Mario Cortés, tuvo que llamar la atención por sus constantes aspavientos desde su escaño cuando el resto de portavoces hacían uso de la palabra.

El pleno transcurrió sin incidentes, con todos los portavoces ajustándose a los tiempos pactados. Entre el público, una representación de los bomberos de Málaga. Más de un año lleva este colectivo en huelga. Ayer se dejaron notar con sus toses y carraspeos (no estaban resfriados), haciendo difícil seguir las palabras del alcalde, que no dedicó ni media frase a hablar de sus peticiones, lo que les crispó todavía más. Y llegaron a levantarse y dirigirse al escaño para reprochárselo. A punto estuvo el presidente de expulsarles. A veces, actuando de este modo, se pierden las razones de sus reivindicaciones, por justas que puedan ser.