Le bastó recordar una vista nocturna de la Alcazaba iluminada para recrear días después en el lienzo la fortaleza árabe, «pero si la observas, parece que está ambientada en la Edad Media».

En los cuadros de la artista malagueña Carmen Lozano reinan el colorido y la imaginación, por eso un amigo pintor y arquitecto la llama «la pintora de la ilusión». «Los cuadros los invento yo, tengo alguno al natural pero de todas formas los cambio», explica.

La vocación de esta pintora de Pedregalejo, conocida por sus paisajes y marinas, nace en su infancia y tiene mucho que ver la influencia de su abuela materna, Carmen López de Vicuña, que también era asidua de pinceles y lienzos. «Me acuerdo de ver a mi abuela pintar, le gustaba muchísimo», recuerda. Y Carmen siguió sus pasos desde niña, por eso le pedía unas tablas a un carpintero vecino, «me sentaba en el escalón de mi casa y pintaba con titanlux», sonríe.

De su abuela materna, por cierto, también recibió la querencia por la Historia, pues su bisabuelo, Ramón López de Vicuña, fue un conocido catedrático de Historia y académico de la Historia. «Me gustaba tanto que cuando mis hijos fueron ya mayores, hice la licenciatura de Historia por la UMA. Acabé en 2009, cuando ya era abuela», cuenta.

El gran paso artístico se produjo cuando, al casarse, se marchó a vivir a Aragón durante diez años. «El paisaje de toda la Sierra del Maestrazgo es maravilloso y el otoño me encantaba. Ahí es cuando dije que tenía que pintar e hice dibujo artístico al natural en Artes y Oficios». Carmen Lozano, sin embargo, no quiso estudiar pintura: «Yo me decía: el día que pinte voy a pintar yo solita, sin nadie que me diga lo que voy a hacer».

Del ocre a la luz

la luzDe su etapa en Aragón le quedan los tonos ocres de los paisajes de Albarracín, pero el panorama cambió cuando regresó a Málaga en 1981 y redescubrió la luz, que empezó a inundar sus cuadros, al tiempo que pintaba «con colores más variados».

La pintora malagueña se enmarca en el impresionismo y entre sus artistas favoritos menciona a Gauguin, Monet, Manet y Toulouse-Lautrec. «Los impresionistas siempre me han impresionado», ríe.

Desde que se jubiló como funcionaria de la Junta de Andalucía las prioridades han cambiado y con ello los horarios para pintar: «Cuando trabajaba, como no tenía mucho tiempo, pintaba por la noche; ahora pinto a primera hora de la mañana, en la entrada de la casa y me entra muchísima luz. Tengo cuadros que a lo mejor he dejado sin terminar hace un año y se me ocurre terminarlos».

Por cierto, que entre sus cometidos cuando trabajaba estuvo algunos años en el Museo Provincial de Bellas Artes, en el Palacio de Buenavista, hoy ocupado por el Museo Picasso.

La artista malagueña ha expuesto sobre todo en la Axarquía (Rincón de la Victoria, Totalán, Nerja...) y le gustaría exponer en alguna ocasión en Málaga capital.

Un detalle que le emociona es que su pintura, cuenta, gusta mucho a los más pequeños. «A los niños les encantan mis cuadros, quizás sea por el colorido».

Y hablando de los más pequeños, Carmen Lozano repite ahora el papel que hizo con ella su abuela materna, porque tiene una nieta pequeña, Lolilla, que le ha salido pintora.

Esta malagueña que vive a fondo su vocación confiesa: «La pintura me está dando muchas satisfacciones».