LaNissan Primastar se ha convertido en las últimas semanas en el hogar en el que Fran y Tamara han decidido vivir sus últimas aventuras. Una furgoneta camperizada en la que van a bordo estos dos malagueños con Oliver, su pequeño aventurero de diez meses, y su perro Ubud, y en la que tienen pensado recorrer parte de Europa hasta entrado el otoño.

Su último destino con wifi localizado ha sido Nazaré, un pequeño pueblo de Portugal, pero la ruta para las próximas semanas los llevará hasta Italia, Croacia, Suiza, Austria o cualquier lugar en el que merezca la pena parar y disfrutar. «Tenemos una ruta abierta y la idea es estar cuatro o cinco meses fuera», explica Tamara, una joven gallega de 33 años que ha vivido gran parte de su vida en el sur.

Las pocas pertenencias que tienen y que no pueden llevar están en un trastero en Málaga, el resto va con ellos. «Lo más importante es el ordenador para trabajar, la cámara de fotos de Fran que es fotógrafo y las cosas de Oliver», explica Tamara. Una vida móvil que alternan con paradas cada equis días para trabajar vía internet y descansar en algún apartamento durante días sueltos con el pequeño. El resto, vuelta a la furgoneta. «No somos niños de papá y mamá, lo que hacemos nosotros lo puede hacer cualquiera», detalla ante una de las preguntas que más surgen cuando la gente conoce su nueva aventura y explican que llevan años viajando y con una vida sin rutina asentada.

La historia se remonta a 2013, cuando esta pareja se va a Inglaterra para aprender inglés y vivir una nueva experiencia. A partir de ahí, el viajar y conocer se convierte en una forma de vida. Una segunda etapa en Inglaterra y de ahí saltan el charco para disfrutar ocho meses en República Dominicana tras salirle a Fran un trabajo como fotógrafo. «La experiencia fue genial, era un país totalmente diferente a España y lo vivimos de manera real. Sin pulsera», detalla esta licenciada en Marketing que montó www.mochiadictos.com, un blog en clave viajera con contenido sobre rutas que habían hecho -y hacen-, escapadas low cost y todo tipo de entradas que puedan interesar a los que quieren viajar sin apenas recursos. «Tenemos una guía para vajar por Maldivas de mochileros», apunta. Sin embargo, la experiencia en República Dominicana se transformó en una vida asentada solo que a miles de kilómetros de casa. «Cuando dejó de ser una novedad y el blog empezó a dar sus primeros ingresos, decidimos dejarlo todo». Unos ahorros, un trabajo que permite llevarse a cabo desde cualquier lado del mundo y a seguir viajando.

Siete meses por el sudeste asiático y miles de experiencias por Singapur, Tailandia, Malasia, Camboya, Laos, Taiwán e infinitas localizaciones tras pasar un verano en Mallorca donde Fran tuvo su propia tienda de fotografía e hizo algunas bodas que le permitieron a ambos ir más holgados. «Es fácil colgarte la mochila, creo que entre los dos gastamos en siete meses 11.000 euros. Es más barato que quedarse en casa si generas ingresos», resume Tamara. Asegura que estos años le han cambiado su percepción de la vida. Son dos apasionados de la India y han visto lo peor y lo mejor del ser humano en infinidad de ocasiones. «No me acuerdo de cómo vivía antes», matiza. Sin embargo, en Sri Lanka se enteran de que pronto serán tres y optan por volver a Málaga durante el embarazo y la dulce llegada de Oliver.

El gusanillo por seguir viajando no se va a pesar de la llegada de su nuevo viajero y cuando el pequeño tiene cinco meses se lanzan a visitar durante tres semanas Miami. «Fue mucho más fácil de lo que creíamos respetando sus horarios de sueño y comida. Era un paso para quitarnos esos miedos que nos habíamos creado», recuerda Tamara. La adaptación por parte de Oliver fue total y ambos los sintieron como un impulso más para continuar. «Con un perro y un niño, el avión y viajar es más complicado así que pensamos en pasarnos a la furgoneta». Y así surgió su última hazaña. Vuelven a dejar sus pocas pertenenciasy se lanzan a disfrutar con el pequeño que con solo diez meses ya come como ellos, tras aplicar el método Baby Led Weaning o alimentación autorregulada. «Es un disfrutón, come casi igual que nosotros lo único que sin sal ni azúcar», explica su madre.

Ahora bajan a Málaga unos días para ponerle una vacuna y después rumbo a Italia. Un primer viaje sobre ruedas que va según lo previsto. «Nuestra idea es seguir viajando. La mejor escuela y herencia que puede tener es que conozca mundo y aprenda que hay otras formas de vivir pero tendrá que ser asentándonos por temporadas». Mientras tanto, a seguir conociedo el ancho mundo.