­Llegan las vacaciones. Sin duda, bien merecidas para los miles de alumnos que durante nueve meses han asistido todos los días al colegio. Cumpliendo un horario. Y aprendiendo. Poniendo al límite, en algunas ocasiones, sus capacidades cognitivas. Es bueno, oportuno y necesario que desconecten. Sin embargo, surgen dudas y preguntas, sobre todo en las familias. Los padres, en la mayoría de los casos, tienen que seguir trabajando y les puede angustiar que este periodo estival se transforme en una época de descontrol, en la que los niños no duerman hasta muy tarde, miren la tele sin límites o se pasen todo el día frente al ordenador o la videoconsola. Además, temen que sus hijos puedan olvidar parte o gran parte de lo que aprendieron.

Las vacaciones son una etapa de descanso y recuperación intelectual necesaria. Pedro Jerez, maestro de Primaria del colegio Manuel Siurot, en la capital, explica que «los periodos vacacionales en educación son mucho más que un cómputo general o compensación de horas. Son la respuesta a la necesidad de establecer un periodo de barbecho (sistema de cultivo que consiste en dejar de sembrar la tierra periódicamente para que se regenere) en las estructuras cognitivas, es decir, cúmulo de información que se dispone gracias a un proceso de aprendizaje o a la experiencia, de nuestros educandos».

Sin embargo, otros expertos advierten de que conviene tener presente que vacaciones no debe ser sinónimo para los niños de hacer lo que quieran y cuando quieran. Hay estudios que alertan que las brechas de rendimiento académico por diferencias socioeconómicas de las familias se ven favorecidas en los meses de verano, cuando los niños no están en la escuela.

La clave estaría, por tanto, en que los escolares utilicen el verano para descansar pero también para enriquecerse con actividades que durante el curso, y por falta de tiempo, no pueden hacer.

¿Qué actividades recomiendan los psicólogos y pedagogos? Depende de la edad del alumno. Para los más pequeños, el verano puede ser un tiempo propicio para el ejercicio físico y el contacto con la naturaleza. El niño debe moverse, salir y no permanecer pasivo en la casa. Aún cuando no siempre es posible enviarlo de campamento o pagarle un curso deportivo, andar en bicicleta, caminar en familia por las tardes o ir a la piscina será imprescindible.

«La mejor destreza que puede adquirir un niño durante el verano es divertirse y lo primero que tienen que hacer las familias es enseñar un ocio saludable y que refuerce las destrezas de los menores», insiste Pilar Triguero, portavoz de la federación de asociaciones de padres FDAPA. «Un niño que aprende a amar la lectura desde que empieza a aprender sus primeras palabras seguirá leyendo durante el verano sin que sean deberes. Y siempre que pueda debería hacer actividades al aire libre. Ahí también se pueden reforzar conocimientos matemáticos, sumando las conchas que se pueden encuentra en la arena, por ejemplo», explica la representante de las familias.

Es más, Triguero insiste en que en esta época de ocio para los pequeños «tienen que tener tiempo hasta para aburrirse. Si lo hacen, se desata una cosa que se llama imaginación y creatividad. Nuetros hijos, por sus horarios, tienen poco tiempo para aburrirse. Tienen todas las actividades muy programadas durante el curso», agrega. «Hay que entender el tiempo de vacaciones como vacaciones y no puede ser un refuerzo de más de lo mismo. Si no, corremos el riesgo de que nuestros hijos odien la lectura o las matemáticas», señala.

«¿Qué debe hacer un escolar durante las vacaciones de verano? Mi respuesta sería: nadar», concluye Jerez.