La tendencia al cierre de oficinas bancarias en la provincia de Málaga continúa de forma imparable debido, por un lado, al proceso de reducción de costes y de ajuste de estructuras que mantienen las entidades financieras y, por otro, a la influencia de las nuevas tecnologías, que han provocado que cada vez más clientes realicen sus gestiones desde el ordenador o el móvil y hayan dejado de frecuentar las sucursales. Málaga ha vuelto así a cifras inferiores a las 800 oficinas, una cifra que no se veía desde hace 30 años.

En concreto, los bancos han cerrado ya un total de 615 sucursales desde que arrancó la crisis, lo que supone el 43,7% de las que llegó a haber abiertas en 2008 (1.407), fecha que marcó el tope histórico en cuanto a red total de las entidades financieras. Según los últimos datos del Banco de España, correspondientes a marzo de 2018, en la provincia quedan ahora 792 sucursales operativas. Para ver una cifra tan baja hay que retrotraerse a finales de 1988. En los últimos doce meses se han clausurado 26 sucursales y la dinámica parece que continuará en los próximos años, según apuntan en el sector, que explican que los cierres están afectando a las oficinas de la red bancaria que muestran menores índices de rentabilidad.

Con estas cifras, Málaga se sitúa entre las provincias españolas donde se ha registrado un mayor número de cierres de oficinas desde que arrancó la crisis, sin duda también porque, debido su nivel económico y poblacional, es también una de la zonas con mayor red de sucursales. En este sentido, la provincia malagueña es sexta. Barcelona es la primera en cierres con 3.283 clausuras que dejan el total en 2.620 mientras que Madrid ha suprimido 2.734 y se queda con 3.358. En Valencia se han cerrado 1.227 oficinas (tiene ahora 1.414), en Alicante 834 (ahora hay 936) y en Sevilla 634 (hay 894).

Cambios en el sector

El parque de sucursales en Málaga experimentó un gran aumento entre 2000 y 2008 coincidiendo con la fase más expansiva de la economía y del sector constructor. Los bancos y las antiguas cajas de ahorro incrementaron en ese periodo un 53% su red de oficinas en Málaga, con la llegada también de muchas entidades de otras regiones que acudieron atraídas por el negocio hipotecario que se movía en torno a la burbuja inmobiliaria. El advenimiento de la crisis acabó con ese ciclo expansivo.

Entre los economistas y en el propio sector bancario se reconoce que el proceso de clausuras puede tener aún bastante recorrido, dado que los bancos seguirán ajustando la red de sucursales con criterios de rentabilidad. De hecho, la quinta parte de los 103 municipios que hay Málaga carece ya de oficinas bancarias, lo que obliga a sus habitantes a tener que trasladarse a otra localidad para poder realizar sus gestiones de forma presencial, según un estudio publicado hace tres meses por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) con datos de 2016.

El informe detalla que 21 pequeños municipios malagueños con una población total de 13.292 personas (el 0,8% de los habitantes de la provincia) se han quedado sin ninguna sucursal de entidades financieras. Aunque en el análisis no se detalla las zonas, se trata de municipios situados principalmente en la Serranía de Ronda y en la Axarquía, según informaciones publicadas en diversas ocasiones por este periódico en torno a esta tema.

Por otra parte, el estudio de IVIE subraya que otros 20 municipios malagueños en los que residen casi 28.500 personas (otro 1,7% de la población) cuenta con una única entidad de depósito que ofrece servicios a través de sucursales.

Algunas voces consultadas en su momento por este medio opinan que la estrategia de las entidades en localidades de menos de 2.000 habitantes es transformar progresivamente el servicio de oficinas en una estructura de agentes financieros que atiendan la zona allí donde resulte viable y cerrar donde eso tampoco sea posible por la escasez del negocio.