De matadero municipal a casa de la cultura, así fue el portentoso cambio de uso de un veterano inmueble en el actual número 28 de la calle Torremolinos, a la entrada de Churriana.

Cristóbal Salazar, más conocido como Cristóbal de Churriana, cronista de este antiguo pueblo anexionado a Málaga en 1905, recuerda todavía los tiempos del matadero: «Conocí la casa cuando ya tenía bastantes años. Había una oficina, luego estaba el patio donde se hacían los sacrificios y otro patio más adentro, donde estaban las calderas de agua caliente. Funcionó de matadero municipal, al igual que Torremolinos, que tenía otro, hasta que por cuestión de sanidad se cerró».

El cronista de Churriana tiene en la cabeza la imagen de los matarifes, carrito en mano, repartiendo la carne por las carnicerías de Churriana. También cuenta que Antonio Moya, el veterinario a cargo de las instalaciones, se hacía cargo además del matadero de Torremolinos y en ese antiguo barrio de Málaga tenía una clínica veterinaria.

La clínica en Torremolinos propició una visita insólita al matadero de Churriana en la primera mitad de los 60. Así lo cuenta Cristóbal de Churriana, que fue testigo: «De pronto vi aparecer un cochazo y salió un hombre vestido entero de blanco, con la cara colorada. Parecía un cocinero», ríe. El supuesto cocinero no era otro que el derrocado presidente argentino Juan Domingo Perón, exiliado en España, que acudía al matadero con sus caniches. «Perón vivía en El Pinar, en Torremolinos y el veterinario Antonio Moya era quien atendía sus perritos», explica.

Nuevas directrices sanitarias acabaron con el matadero que, después de cerrar sus puertas, estuvo muchos años cerrado, hasta que el entonces alcalde Pedro Aparicio, en 1988, un año después de la muerte de Gerald Brenan -vecino ilustre de Churriana de 1935 a 1969- decidió convertirlo en casa de la cultura y darle el nombre del hispanista.

«Pedro Aparicio admiraba mucho a Brenan y tuvo la idea de ponerle el nombre a la Casa de la Cultura. Por esos años también le puso Gerald Brenan a los jardines del distrito», recuerda.

El 20 de mayo de 1988 abrió sus puertas este nuevo espacio cultural. A la inauguración, destaca Cristóbal, acudieron el concejal de Churriana, Juan Agüera, así como María Victoria Atencia y su marido Rafael León, entre otros asistentes. Su primer director fue Antonio Navajas.

«Es la única casa de la cultura que existe en Málaga. Indagando y hablando con Cristóbal creo que por la idiosincrasia de Churriana como antiguo pueblo y al haber pasado por ella tantos artistas y escritores, los políticos de 1988 vieron la necesidad de tener un espacio para poder compartir la cultura con la gente que convivía aquí», cuenta Juan Antonio Ríos, director actual de la Casa de la Cultura de Churriana, después de sustituir hace una década al anterior responsable, Salvador Escalona.

El centro abrió sus puertas con obras de Enrique Brinkmann, entre otros artistas.

«Fue un referente artístico y cultural de Málaga a finales de la década de los 80 y los 90. Aquí venía gente de toda Málaga a desarrollar aquella inquietud artística que tenían, pues contaba con los mejores maestros», señala Juan Antonio Ríos.

Entre estos maestros, algunos tan peculiares como el pintor británico Roy Johnson, fallecido en 2005, que llegó a Churriana en 1990 y al igual que su compatriota Brenan, le gustó el pueblo y se quedó a vivir en él. Durante diez años impartió clases de pintura en el centro, que conserva en sus paredes un lienzo del artista: una copia de La Venus del espejo de Velázquez.

Como destaca el anterior director, las instalaciones dieron cabida a toda clase de actividades culturales en una larga primera etapa de un cuarto de siglo: certámenes literarios; concursos de pintura al aire libre; muestras de artistas de Churriana; encuentros internacionales de bolilleras; de jóvenes; de coros y pastorales; muestras de teatro...

Al mismo tiempo y como ya se ha visto, fue ofreciendo talleres variados como encaje de bolillos (lleva más de 25 años), pintura, artesanía del vidrio, talla en madera, fotografía, encuadernación, informática...

Además, incorporó una Escuela de Español para extranjeros con la presencia de muchos británicos. «Con el paso del tiempo hemos creado una serie de espacios a los que la gente de Churriana viene y realiza lo que tenga que hacer, cuenta el director».El cambio de rumbo de 2013

En el año de su 25 aniversario se produjo un importante viraje, que nació del propio centro. «Para celebrar el aniversario le dijimos al Ayuntamiento que era la mejor ocasión para abrir la Casa Gerald Brenan, que estaba cerrada y sin inaugurar», cuenta Juan Antonio Ríos.

Cristóbal de Churriana quiere resaltar el papel jugado por José del Río, entonces concejal de Churriana, para alcanzar este objetivo.

Además, aunque en un principio sólo se iba a celebrar una quincena cultural con exposiciones y conferencias en su interior, «al final se quedó abierta tres meses», detalla el cronista de Churriana, que explica que le trasladó la idea al alcalde. «Era una pena que después de todo el dinero que se había gastado el Ayuntamiento en la rehabilitación se volviera a cerrar», argumenta. El hecho es que, finalmente, ese fue el motor que puso en marcha la Casa Gerald Brenan, a pocos metros de la casa de cultura, en el número 56 de la calle Torremolinos.

Con la inauguración como espacio cultural de la casa en la que vivieron Gerald Brenan y Gamel Woosley, las prioridades cambiaron y desde hace cinco años el peso cultural lo tiene la Casa Gerald Brenan, mientras que la Casa de la Cultura se ha volcado en los talleres y sirve de complemento.

En todo caso, mientras que la Casa Gerald Brenan la gestiona el área de Cultura, la treintañera Casa de la Cultura Gerald Brenan está a cargo del distrito, algo que Cristóbal Salazar ve difícil de entender, pues le gustaría que los dos centros estuvieran coordinados y bajo la responsabilidad de Cultura.

El 30 aniversario, el pasado 20 de mayo, fue mucho más discreto, pues el cronista de Churriana apareció por sorpresa con una tarta e invitó a todos los que trabajan en él, además de al anterior director, Salvador Escalona.

La lista de artistas que en estas tres décadas han pasado por el número 28 de calle Torremolinos ha sido enorme: Elena Laverón, Laura y Enrique Brinkmann, Fernando Núñez, Salvador Cabello, Enrique Rute, José Pedro España, Manuel Moreno, Juan López, Maisa Thode, José Marchá, Santiago Pidal...

En nuestros días hay medio centenar de talleres y actividades que se ofrecen de lunes a viernes, de 9 de la mañana a 9 de la noche, y de los que se benefician «niños, jóvenes, adultos y mayores», recuerda el director.

De matadero municipal a incansable centro cultural. Feliz cumpleaños.