Durante cuarenta años, malagueños y visitantes pudimos disfrutar de uno de los más interesantes edificios del movimiento moderno que hubo en nuestra ciudad. Lamentablemente no lo supimos conservar y para que esta pérdida no siga cayendo en el olvido, se realiza ahora el presente trabajo de fotocoloreado, como homenaje póstumo. Porque siendo las características cromáticas un elemento destacable de esta obra arquitectónica, solo encontramos imágenes en blanco y negro en los archivos de acceso público. Se recupera de este modo una dimensión esencial para poder apreciar al completo los destacados valores artísticos del «Málaga Cinema».

Localizado en la plaza de Uncibay -con fachadas laterales a las calles Casapalma y Granados-, el edificio se construyó sobre un amplio solar donde hasta 1932 hubo un cine de verano y antes aún, desde 1908, el Teatro Moderno. Fue su promotor Juan del Río González, también propietario del Cine Echegaray, quien tras adquirir vía subasta el solar expropiado por el Ayuntamiento, encargó el diseño de la nueva edificación al gaditano Antonio Sánchez Esteve; arquitecto que venía avalado por trabajos recientes como los cines Gades y Torcal. En julio de 1934 se solicitaba licencia de obras y comenzaba poco después su construcción -con Francisco Pastor Merinas como maestro de obras y Agustín Laborde Nute como ingeniero-, inaugurándose oficialmente la sala cinematográfica el 31 de agosto de 1935.

Inscrito en la corriente general del art decó y, en concreto, dentro del racionalismo expresionista, el edificio del «Málaga Cinema» se puede entender como un gran artefacto simbólico, especialmente en un contexto sectorial influido por fenómenos culturales como la película «Metrópolis» (1927). En plena «era maquinista», cuando la forma queda subordinada a la función propia de la ingeniería, el inmueble se erigió como un monumento a ese concepto de progreso. Asimismo, se encuentran referentes conceptuales en la Bauhaus alemana y el Gatepac español, y precedentes formales en las obras de Mendelsohn, Zuazo, Anasagasti o Gutiérrez Soto.

De este modo, en una ciudad con milenaria tradición portuaria, la metáfora del edificio como navío transatlántico fue plasmada mediante un gigantesco paramento liso y blanco -que se prestaba a la rápida asociación visual con el casco de un crucero- y zonas decoradas con azulejos, también en alusión a las lisas y brillantes superficies de los buques. Las bandas paralelas de las ventanas horizontales, así como la proliferación de barandillas metálicas y «ojos de buey», recordaban igualmente a las cubiertas de los barcos. Y las atrevidas incurvaciones, inspiradas en el diseño aerodinámico, incluían torretas cilíndricas evocando grandes chimeneas navales.

A pesar de su estilo moderno, tan innovador para la Málaga de esa época, el autor quiso tener en cuenta el entorno, en pleno casco histórico de la ciudad, tratando de armonizar su obra con la arquitectura preexistente. Así, por ejemplo, se incluye como referente local el alicatado azul y el ladrillo «visto» marrón; precisamente dos de los elementos más característicos del inmueble de estilo regionalista -diseñado por el afamado Fernando Guerrero Strachan- que sigue estando hoy día justo enfrente, en la misma plaza.

En cuanto al interior del cine, en la planta baja se ubicaba la sala principal y en las superiores el anfiteatro, sumando un total de 1.830 butacas de llamativo color rojo. La sala se iluminaba con cinco grandes plafones poligonales, y la pantalla ocupaba el fondo de un espacio abocinado con una secuencia de columnas y dinteles, luminosos a la vez que refrigerantes. El vestíbulo, incluyendo el bar, estaba decorado con columnas lisas y capiteles troncocónicos; y la solería, de pavimento hidráulico, componía figuras abstractas en vivos colores, recordando las composiciones de Piet Mondrian. Sobre el vestíbulo se encontraba una pequeña sala de pruebas, con un centenar de sillas, en la que hubo sesiones de cineclub hasta la década de 1960. En las dos últimas plantas se localizaban también las viviendas del conserje y del propietario.

Tras cuatro décadas de servicio y algunas desafortunadas reformas parciales, el cine se clausuró el 15 de abril de 1974. Fue demolido y reemplazado por un complejo de oficinas -diseño de Antonio García Garrido- cuya estética aún genera polémica en la ciudad.

Quedaba así truncada la historia de un edificio de notable calidad artística, irrecuperable ya excepto en la memoria de miles de malagueños, cuyos sueños navegaron en la gran pantalla del «Málaga Cinema».

*Este texto recoge información de diferentes artículos y ensayos firmados por María Pepa Lara García, Igor Vera Vallejo, Juan Antonio Ramírez, José Seguí Pérez y Eduardo Mosquera Adell, escritos entre 1973 y 2012. La fotografía original, del año 1935, es obra del Estudio Bienvenido-Arenas y proviene del Archivo CTI-UMA.