El objetivo era mantener la calidad pero a la vez, seguir con los mismos precios,que permanecen inamovibles desde 2009, «porque aquí en el PTA los sueldos son un poco precarios y si subo los precios no voy a vender», argumenta Pepe Suárez, de 66 años, fundador del restaurante La Mirada del Parque Tecnológico, en la calle Severo Ochoa, 57.

El hostelero señala que le dio muchas vueltas a este problema, para encontrar una solución, y aunque confiesa que no entiende de ordenadores, pronto vio que la respuesta podía venir de la tecnología, previa eliminación de dos puestos de trabajo: «Para mantener la calidad y los precios tenía que ahorrarme dos sueldos de camarero, que son 3.000 euros al mes».

Después de buscar en una feria de hostelería y no dar con lo que pensaba, se puso en contacto con un amigo ingeniero, que le habló de la empresa emergente iUrban.es, del propio PTA.

José Suárez, que abrió su negocio, un restaurante anterior, el mismo día en que se inauguró el PTA, cuenta que siempre ha querido ir por delante, por eso el suyo fue uno de los primeros establecimientos de Málaga en contar con una terminal PDA para el cobro y ahora es el primero de la provincia en estrenar el iTable, de la mencionada empresa, una tableta para que los clientes pidan directamente la comanda y que además recarga los móviles.

La solución, lejos de ahorrarle dos sueldos, ha conseguido que en menos de un mes de prueba mantenga todos los puestos de trabajo y contrate a un camarero más por el volumen de ventas.

Como explica su hija Belén, a cargo del restaurante pues su padre ya está jubilado, el iTable ha nacido tras unos diez meses de pruebas y directrices, «porque ellos entienden de programación, pero yo de hostelería y han ido mejorándola».

El restaurante ha adquirido 43 de estas máquinas, por un precio que ronda los 200 euros, programa informático aparte.

Con la llegada de las tabletas, una por mesa, se han adaptado a la novedad con un sistema de trabajo en cadena: las comandas salen en papel en tres impresoras para la comida, la bebida y los postres, con sendas personas a su cargo. En la cocina hay un camarero para sacar la comida, otro para poner la bebida y un tercero para los cafés y en la sala, el camarero que limpia las mesas y el que lleva la comida.

«Este es el restaurante de un centro de trabajo, la mayoría viene a comer y a terminar lo antes posible», cuenta Pepe Suárez, que explica que ahora no hay riesgo de que un camarero atienda una mesa antes que otra por despiste, porque todas se atienden en orden riguroso.

El sistema ha sido un éxito ya que el ahorro de tiempo para el cliente permite que se relaje y decida encargar postres y café. «Antes no vendía apenas postres ni cafés, ahora vendo más», cuenta Pepe.

También resulta útil para el cliente el que pueda cargar su móvil en la mesa mientras come, «porque aquí viene mucha gente que lo necesita para trabajar», destaca su hija.

Pepe Suárez ha querido adaptarse al PTA e «invertir para poder salir para adelante». La apuesta tecnológica le ha salido redonda, los clientes le felicitan y ahora, además de poder mantener la calidad y los precios, ha terminado contratando a un trabajador más.