Las oposiciones siguen dando que hablar. Una polémica generalizada en toda España, debido a las notas sorprendentemente bajas que han sacado muchos de los aspirantes, a pesar de llevar meses, cuando no años, preparándose las pruebas. El sistema selectivo este año ha destacado por el gran número de opositores que se ha quedado sin poder continuar examinándose porque en la primera prueba ni siquiera han superado el 2. Opositores y preparadores denuncian arbitrariedad y falta de transparencia en las pruebas y en las correcciones de los tribunales.

Más de 5.100 aspirantes malagueños comenzaron el 23 de junio estas oposiciones para acceder a una plaza de docente como profesor de Secundaria, Formación Profesional (FP), Escuelas Oficiales de Idiomas, profesores de Artes Plásticas y Diseño, maestros de Taller de Artes Plásticas y Diseño y Catedráticos de Música y Artes Escénicas. Estos malagueños forman parte de los más de 32.000 opositores que se presentan en toda Andalucía, un número importante que supone seis aspirantes por cada una de las 5.400 plazas que salen a concurso.

Los candidatos sospechan que, aplicando estos criterios tan excesivamente duros en la corrección, se ha querido ajustar la demanda a la oferta de plazas. En ningún caso quieren dar sus nombres, para evitar represalias de los correctores en un proceso que sigue abierto porque no tiran la toalla y han recurrido por la vía judicial.

Los opositores y sus preparadores vienen tiempo criticando que existe «improvisación» en las pruebas y la falta de un criterio homogéneo en los exámenes. Como ya informó La Opinión de Málaga, los monitores se quejan de que cada tribunal saca las bolas de sus temas y no hay homogeneidad. Del mismo modo, insisten en que tampoco existe un criterio común de corrección. Si bien la Consejería publica un documento que sienta unas bases, «es general y no homogeneiza todo lo que debería», señalaron las fuentes consultadas antes de conocer las notas.

«Cada tribunal puntúa como quiere. Unos más duros y otros más benévolos», insistían. En esta ocasión, esta teoría ha alcanzado su categoría más cruel, ya que la mayoría no ha superado la fase escrita del concurso. En otros casos, antes de poder realizar la prueba oral, justo antes de exponer la programación y la unidad didáctica, ha habido casos en los que el tribunal ha suspendido a opositores por encontrar «similitudes». «Las programaciones tratan de leyes educativas que, por cierto, cada vez que hay cambio de gobierno se modifican a base de decretazo; por eso se recurre a la ayuda de preparadores y, por eso, evidentemente, que haya programaciones similares es bastante habitual», señala una de las afectadas.

Cada convocatoria requiere un gran esfuerzo mental y económico. Algunos aspirantes optan por pedir excedencias en sus puestos de trabajo para dedicarse exclusivamente al estudio; otros, los profesores interinos, tienen que redoblar esfuerzos para estudiar mientras siguen dando clases. Y siguen presentándose pese a haber aprobado ya, pero no con la suficiente nota como para obtener una plaza.

Los opositores también critican que el procesos carece de transparencia y objetividad, que ignoran cuáles son los criterios que sigue el tribunal para calificar las pruebas y que ni siquiera pueden reclamar ni ver su examen.