El cardiólogo Ignacio Díaz de Tuesta viaja a bordo del buque más antiguo del mundo; el Juan Sebastián de Elcano de la Armada Española, una misión de dos meses durante el semestre que navegan aquellos que se forman como caballeros y damas guardiamarina de la Escuela Naval de Marín como futuros oficiales y en la que tiene como misión principal velar por la salud de las cerca de 250 personas que van a bordo.

Con plaza fija en el Hospital La Paz de Madrid pero en comisión de servicio en el Hospital Regional desde 2017, este facultativo ha cambiado durante unas semanas las comodidades de operar en tierra firme y su rutina establecida por maniobras propias de buques, consultas de los más variopintas y un quirófano que se mueve al son del mar.

No es la primera vez que este médico hace alguna misión de este tipo. En 2005 el Ministerio de Defensa creó la «reserva natural», una reserva de personal civil que se puede militarizas en diversas circunstancias. Desde 2006, Díaz de Tuesta, es teniente del cuerpo de Sanidad y ha prestado servicio en varias unidades como el Hospital Central de la Defensa, el centro médico del mando naval y aéreo de Canarias o la Unidad militar de Emergencia. En 2013 formó parte del primer contingente de seis reservistas que fueron a zona de conflicto; en aquel momento Líbano, una actividad de carácter experimental que funcionó bastante bien, según expone.

Aun así, por carga laboral ha tenido que renunciar a misiones tan llamativas como ir de médico en la misión del Hespérides a la Antártida. «La carga de trabajo era tal en el Hospital Regional en aquel momento que tuve que declinar ser activado», recuerda. «La actividad en el Servicio de Cirugía Cardiovascular del Hospital Regional es muy elevada, de las mayores del país, y eso siempre es un buen estímulo para un cirujano». apunta. Sin embargo, en mayo le llamaron para embarcarse dos meses en plena misión del Juan Sebastián Elcano y sí ha tenido opción de ir. Dos meses velando por la salud de casi 250 personas que hay a bordo mientras dan a vuelta a Sudamérica en seis meses mientras celebran, además, el 500 aniversario de la primera circunvalación del mundo por el marino español que da nombre al buque escuela. «En estas misiones renuncias tanto a las comodidades civiles como al sueldo civil, que en el caso de los médicos es muy superior al de los militares», explica.

El día a día

Con todo el material necesario para solucionar cualquier problema que pueda surgir, el día de este cardiólogo arranca con la primera reunión con el comandante y el resto de oficiales a las 7.30 horas. Pasa consulta cuatro horas por la mañana y dos por la tarde, una actividad que alterna con trabajo administrativo, maniobras rutinarias del barco o simulacros ante posibles contratiempos que surjan. «Tenemos gran reserva de fármacos en un comportamiento del buque que se llama pañol de medicación. Se da mucha importancia a fármacos para emergencias, como dispositivos para control de hemorragias o medicación de UVI. Echo en falta muy poquitas cosas respecto a las que tenemos en los quirófanos civiles», resume. Un buque que cuenta con un quirófano y que cuenta durante toda su misión con un médico/cirujano, un enfermero y un auxiliar. «Tenemos que ser autosuficientes para tratar urgencias quirúrgicas. Si surgiese una emergencia vital no tendríamos ayuda externa durante tres días», recalca mientras recuerda que uno de los últimos tramos ha sido 25 días desde EEUU alejados de cualquier punto de evacuación de emergencia - en esos casos también embarca un anestesista y otro cirujano-.

En estos dos meses de embarque que acaba de culminar ha pasado más de 400 consultas en las que han predominado los problemas traumatológicos y respiratorios pero el panorama es amplio: Problemas que van desde ginecología hasta neurología, pasando por infecciones. «Hemos tenidos casos como pielonefritis -infección renal grave- malaria, fracturas costales, neumotórax, traumatismos de columna vertebral, tumores, hernias...». Todo resuelto y sin consultas «muy graves» ya que todo el personal ha pasado un control médico antes de embarcar para descartar enfermedades crónicas.

Cuando no está en plena faena, tiempo libre dentro del buque lo emplea en practicar deporte, tareas científicas y de estudio. «Creo que cualquier marino y cualquier español estaría encantado de tener el privilegio de repetir una experiencia como esta», indica el facultativo. Mientras tanto disfruta y a la espera de una nueva misión con la que sumar experiencias.