­Los temporales de las últimas semanas del pasado invierno lograron un efecto positivo en los embalses de la provincia de Málaga, hasta el punto de que la Junta de Andalucía anunció que retrasaría a este otoño la aprobación del esperado decreto de sequía, que cual espada de Damocles pendía sobre algunas zonas de la región. Con todo, la amenaza aún es cierta, hasta el punto de que el consejero de Medio Ambiente, José Fiscal, condicionaba la aplicación de este decreto o no al comportamiento del consumo durante los meses de verano, cuando se gasta la mayor parte del agua, entre otras cosas, por el aumento de la población con la llegada de turistas. La provincia ha aprendido a adaptarse a esta circunstancia y ha conseguido ahorrar agua respecto al año anterior.

Los meses que van de junio a septiembre son el periodo de mayor demanda de agua en Málaga, especialmente en las zonas de litoral y esto se deja notar en las ya de por sí diezmadas reservas de la provincia. Sin embargo, en lo que va de verano, desde el 1 de junio, la provincia se ha bebido 60 hectómetros cúbicos, ocho menos que en el mismo periodo del año anterior, según se refleja en las cifras oficiales sobre la situación de los embalses andaluces que ofrece a diario el Gobierno andaluz. Es la mitad de todo el agua que, de media, se consume en la provincia en todo un año y el equivalente a lo que gasta la capital entre enero y diciembre.

Al arranque de junio, los pantanos malagueños almacenaban 427,78 hectómetros cúbicos, es decir, estaban al 70% de su capacidad. Una situación considerablemente mejor que la existente un año antes, cuando solo contaban con 317,51 hectómetros cúbicos (51%). De hecho, al mantenerse la tónica habitual de demanda de suministro, llegaron a finales de septiembre de 2017 con las reservas más bajas de la última década, lo que encendió todas las luces de alarma e hizo a la Junta reaccionar iniciando la tramitación del decreto de sequía de manera urgente. Y eso que el consumo, el verano pasado, ya se redujo respecto a 2016.

La preocupación por la situación parece haber calado en la población, ya que entre el 1 de junio y el 23 de agosto el consumo de agua ha alcanzado los 60 hectómetros mientras que el verano pasado, entre estos mismos días, fue de 68 hectómetros cúbicos.

Con todo, el consejero José Fiscal mantiene que, aunque los embalses andaluces pertenecientes a las cuencas intracomunitarias presentan una situación buena, su departamento ultima la redacción de los planes de sequía que permitirán «dar una respuesta inmediata» a una situación generada por falta de agua en lugar de tener que esperar a la aprobación de un decreto como se establecía hasta ahora. Fiscal señaló hace solo unos días que se prevé aprobar esos planes en otoño para poder actuar si se diera la circunstancia de falta de recursos hídricos, aunque como remarcó el agua embalsada se encuentra en buenos niveles.

En la provincia de Málaga, la salud de los pantanos es irregular, aunque en líneas generales, bastante mejor que hace un año. Los más grandes son los que abastecen a la población. Por ejemplo, el de la Concepción, en la Costa del Sol Occidental, mantiene sus reservas en el 72,4%, sin que apenas haya sufrido cambios respecto al año 2017. Sigue siendo el que mejor situación presenta y el único cuyo vigor nunca ha estado en entredicho. En la Axarquía, La Viñuela, por su parte, se encuentra al 29,31% de su capacidad. Y en el caso de los tres embalses del Guadalhorce, su caudal se sitúa en esta última semana en el 41% de media, según los datos de Medio Ambiente.

De ahí que la Junta, a pesar de que la situación sea buena o, al menos, no tan mala como el pasado año hidrológico, siga haciendo los deberes en previsión de que pueda darse una situación de falta de abastecimiento una vez que pase el verano.