La avioneta que sobrevuela estos días el litoral de nuestra Costa con un banner publicitario de Juanma Moreno es la prueba de que se están alineando todos los astros para un adelanto electoral en Andalucía.

Este año, los partidos políticos en Málaga no se permiten ni tan siquiera que el mes de agosto se vaya desgranando por ese sumidero de letargo que representan los días entre el final de la Feria de Málaga y la primera semana de septiembre, que se suele aprovechar para marcar el inicio del nuevo curso político. En el PP de Málaga creen que Susana Díaz no podrá mantener durante mucho tiempo su relato de que aquí no se está cocinando nada. Agotar la legislatura y llegar hasta marzo empieza a ser considerado como algo épico. Lo reiterará Elías Bendodo en el comité de dirección que se ha convocado para mañana. Agosto, confirman fuentes del PP, es un mes inhábil para citar a la cúpula y a los dirigentes provinciales. La convicción de que pronto se lanzará el órdago electoral, sin embargo, está trastocando los tiempos naturales en todos los partidos. «Elecciones en octubre o noviembre», aseguran de manera rotunda entre los populares. Bendodo tiene una oportunidad de oro que le han servido en bandeja. Moreno le nombró coordinador de campaña para las elecciones andaluzas y municipales. Si logra contribuir a la hazaña de convertirlo en el futuro presidente de la Junta de Andalucía, volvería a cotizar muy alto. Luego, está la otra cara de la moneda: el riesgo de pasar a la historia como uno de los responsables directos del peor resultado electoral del PP en Andalucía. Ni la dirección provincial ni él mismo ocultan las dificultades que entraña la misión. La idea es explotar hasta el infinito que Moreno representa la única alternativa real frente a Díaz, y que optar por Juan Marín equivale a regalarle el voto al PSOE. «Ciudadanos defiende un cambio en Andalucía, pero sólo ha sido un aliado para Díaz en estos años». Un mantra que se va a repetir hasta la saciedad, sin renunciar a exigir luego una buena voluntad para un posible pacto contra Díaz. En el PP de Málaga no quieren ni ver ni oír a agoreros. Olvidado ya el paso transitorio por el cadalso después de las primarias, incluso por aquí ya hablan con la boca llena del «efecto Casado».

El propio Pablo Casado se la juega. Empezar su legado al frente del PP con una derrota sonada en Andalucía puede que desate algunas alegrías veladas en Sevilla, pero marcaría un augurio temeroso: el líder del PP que transita con pies de barro besa la lona en el primer asalto. Para expandir su supuesto efecto benéfico, Casado hará acto de presencia en Málaga la semana que viene. «Se va a meter de fondo en la campaña», precisan fuentes del PP. Más allá de las buenas intenciones, queda por delante un reto que nunca se ha podido superar hasta ahora.

Como si nada. No cabe esperar un movimiento novedoso. Si Díaz quiere adelantar elecciones, esto es lo que va a pasar: esperará a que Ciudadanos empiece a pedir quimeras como condición para su apoyo a los presupuestos de 2019. O ella dirá que son quimeras. Una nueva rebaja del IRPF, como ha pedido a principios de semana Marín, y el PSOE ya le ha dicho que no. Así luce ya la antesala de una convocatoria anticipada. En el PSOE de Málaga seguirán, mientras tanto, explicando la gestión del nuevo Gobierno ante los ciudadanos. José Luis Ruiz Espejo mantendrá un encuentro con los respectivos grupos en el Ayuntamiento y en la Diputación para fijar las coordinadas. En octubre se cumple su primer aniversario como secretario general. Las elecciones andaluzas y las municipales pondrán a prueba su gestión y su propio futuro. ¿Seguirá como delegado del Gobierno andaluz en Málaga? ¿Irá en la lista al Parlamento? «José Luis está a disposición de lo que diga el partido», aseguran en el PSOE. O sea, sí, qué original. Elecciones a la vista.