Hijo de guardia civil, está vinculado a la Orden de San Juan de Dios desde los 12 años, cuando ingresó en un colegio vocacional. Julián Sánchez Bravo (El Campillo de la Jara, Toledo, 1947) es psicólogo y psicoanalista, ha sido superior de la Provincia Bética y director de la ONG de la orden, la Fundación Juan Ciudad. En la actualidad, también es maestro de escolásticos para los que deciden formar parte de esta veterana orden hospitalaria de origen español, fundada en 1572. Cuentan con cerca de 220 hermanos, 15.000 trabajadores y 3.500 voluntarios.

De puestos de gran responsabilidad dentro de la orden, a consejero en el pequeño centro de acogida de Málaga.

He pasado de lo macro a lo micro, pero toda esa riqueza la llevas encima. Yo creo que se entiende lo micro cuando has estado en lo macro.

Hermano de San Juan de Dios, psicólogo y psicoanalista.

Después de estudiar Psicología me formé en una escuela muy interesante en Madrid. Soy de los que ha pasado durante varios años por el diván, que diríamos (sonríe). Me he dedicado más a la psicología dentro de la institución, desde la psicología clínica más elemental a especializarme en algo de lo que en los años 80 no hay mucho escrito: el acompañamiento en duelo.

¿Hay duelo en las personas de la calle?

Es un asunto que me ha atraído muchísimo cuando llegué a este centro. Estamos acostumbrados a perder cosas, la gente identifica el duelo con muerte pero es una parte. ¿Quién no está en duelo?, pierdes y tienes que elaborar las pérdidas para situarte en la vida. En este caso nos encontramos con unas personas que han perdido todo. ¿Nos imaginamos lo que puede suponer a una persona que se va por la mañana al trabajo que le dijeran que se ha incendiado su casa?, ¿qué pasaría?, porque has perdido todo. Las personas que hay aquí no tienen ni casa, viven en la calle y en la calle se coge más lo malo que lo bueno.

¿Cómo trabaja con ellos?

Con los que más trabajo aquí son con las adicciones: Cuando uno está en duelo tiende a buscar una salida a su pérdida y una adicción te saca, al menos durante unos instantes. Es la ilusión del «estoy bien».

¿Son adicciones provocadas por estar en la calle?

También puede ser al revés: Hay gente que se ha metido en el mundo de las adicciones, pierde todo y acaba en la calle.

¿Qué tipo de adicciones son las más comunes en el centro de acogida?

Las que nos llegan son las adicciones a las drogas que tenemos en la actualidad: cannabis, cocaína, heroína, así como la adicción al alcohol.

¿Cómo afronta la orden casos personales que en ocasiones parecen perdidos?

Estas personas fundamentalmente lo que no tienen son los recursos para poder pagarse centros de élite para las adicciones. El único dispositivo con el que cuentan es este; aquí la verdad es que nosotros hacemos un trabajo muy interesante en adicciones yendo un poco de la mano con Proyecto Hombre.

¿Qué hacer con los indigentes que desean seguir en la calle y tienen un trastorno mental?

Creo que en este caso dos derechos de las personas entran en litigio. ¿Qué es mejor para la persona, mantenerla en la calle porque quiere ser libre o llevarla a un lugar donde primero hay que curarla?, ¿qué predomina en ese caso, la salud o la libertad? Ahí afuera hay una cantidad de personas que cada caso sería una historia.

¿Qué piensa de la eutanasia?

La orden está a favor de la vida en todos los sentidos y si es a favor de vida, la muerte es otra cosa. Abogamos por cuidados paliativos de calidad. En estos momentos la sociedad e incluso los mismos gobiernos están aprobando una legislación sobre los últimos momentos de la vida, ayudando a un buen despedir la vida.

¿Con qué se encuentra una persona que acude al centro?

En primer lugar, el centro está en un lugar ideal. Hay que estar pensando en las personas que están en la calle y este es un lugar muy bueno para ellos porque el Centro Histórico es donde ellos piden, donde ellos pueden conseguir sus recursos. Málaga se puede permitir el lujo de decir que tiene una puerta única para personas sin hogar. La puerta única es del Ayuntamiento, que es el que distribuye. Cuando una persona viene aquí, lo primero es que tiene un servicio de duchas, tres días en semana.Un segundo programa es que puedan pedir información. Si no tiene dónde dormir aparece el PAN, el Programa de Atención Nocturna: es un albergue temporal en el que duermen aquí y durante el día salen unas horas. Además, si quieren pueden desayunar, comer y cenar aquí. También tenemos el PRI, el programa de reinserción social para las personas con adicciones en colaboración con Proyecto Hombre. A este respecto, hago psicoterapia con los acogidos dos días a la semana. Es un pequeño tiempo que tengo para el centro y dentro de lo que puedo, colaboro.

¿Ha podido ver ya cómo algunas de estas personas han dejado la calle?

En el corto espacio de tiempo que llevo aquí ya me he encontrado casos de personas que han rehecho su vida. Hace cuatro o cinco días me presentaron a una persona que ha montado su propia empresa y que estuvo aquí después de pasar su programa. Sería muy interesante hacer un libro con las experiencias de todas estas personas. Sería el libro que deberían leer todos los que entran aquí.

¿Cómo andan de capacidad?

Tenemos 37 plazas, una ocupación del cien por cien y lista de espera. Es un problema bastante serio, porque no podemos dar atención a todos los que nos llegan. El centro se ha quedado pequeño y necesitamos más plazas. Necesitamos de la ayuda del Ayuntamiento para irnos a otro lugar y así dar el salto de lo que nosotros queremos. El Ayuntamiento confía en nosotros, tenemos confianza mutua y confiamos en que nos van a ayudar.

¿Ese nuevo centro que necesitan seguiría dentro del casco histórico de Málaga?

Por supuesto.