La Consejería de Salud inspeccionó y controló un total de 2.110 establecimientos de restauración en Málaga entre los meses de enero a julio de 2018 con el fin de garantizar las condiciones higiénico-sanitarias de los servicios y alimentos ofrecidos a los clientes y comprobar si tienen implantados sistemas de autocontrol eficaces para garantizar los niveles exigidos de salubridad en sus instalaciones y de los alimentos servidos.

En concreto, esto supone que se inspeccionaron al 30,04 por ciento de los establecimientos censados en la provincia. En el total de Andalucía se inspeccionaron 17.842, lo que supone un incremento del 2,26 por ciento con respecto a esta labor de control alimentario desarrollada en el mismo periodo del año anterior.

La inspección se realiza en establecimientos de restauración, como bares, cafeterías y restaurantes, con carácter aleatorio o por constatarse algún tipo de posible irregularidad, si bien en las visitas se hace especial hincapié en los establecimientos en los que en otras ocasiones previas se han detectado algunas deficiencias, que en la mayoría de los casos suelen tener la consideración de leves, según ha informado la Junta a través de un comunicado.

De los establecimientos malagueños inspeccionados, un 23,6 por ciento presentaron tras la primera visita algún tipo de deficiencia de carácter leve, que si bien no suponen riesgo para la salud pública, conlleva un seguimiento en visitas posteriores para comprobar su subsanación.

Asimismo, precisaron que solo el 0,3 por ciento ha presentado deficiencias de carácter más grave, que ocasionan el inicio de expedientes sancionadores y la adopción de medidas cautelares, si corresponde.

Con motivo del periodo estival, la Consejería de Salud recordó la importancia de extremar las precauciones en la manipulación de alimentos y en la elaboración de comidas, intentando cumplir una serie de recomendaciones como son: consumir solo alimentos que hayan sido tratados o manipulados higiénicamente; cocinarlos correctamente y consumirlos inmediatamente después de ser cocinados; calentar suficientemente los alimentos cocinados; y evitar el contacto entre los alimentos crudos y los cocinados. También recomiendan asegurar una correcta higiene de la persona que va a manipular los alimentos así como una limpieza adecuada en todas las superficies de la cocina; mantener los alimentos fuera del alcance de insectos, roedores y animales de compañía; utilizar exclusivamente agua potable; y no consumir alimentos perecederos a temperatura ambiente.