Muchas expresiones y palabras van desapareciendo en el lenguaje diario; entran en desuso y quedan, recurriendo a un tópico muy socorrido, en el desván o en el baúl de los recuerdos. La gente deja de utilizarlas y a las nuevas generaciones nos les dice nada porque no las han oído nunca. Otras nuevas las sustituyen o se inventan y acaban siendo admitidas por la Academia de la Lengua.

Una de esas expresiones que antes se utilizaba para calificar a una persona o familia era «medio pelo». Se le adjudicaba a alguien que presumía o se consideraba de un rango superior al suyo. Despectivamente se le decía es de medio pelo, es una familia de medio pelo… Este calificativo de desprecio ya no se utiliza, y no porque no existan individuos o familias de medio pelo, sino porque la moda pasó y ahora se utilizan otras menos desagradables u ofensivos porque lo del «medio pelo» suena mal. En el diccionario vigente se define como «despectivo». La definición no ha lugar a duda: «Dicho de una persona: que quiere aparentar más de lo que es».

Casi similar es el vocablo cursi, que también está en desuso: «Dicho de una persona: que presume de fina y elegante sin serlo». En el lenguaje de 2018 no hay ni familias de medio pelo ni cursis.Criadas

Ya no hay criadas, y las que hay son consideradas como «empleadas de hogar», o servicio doméstico. Lo de criada tiene su origen en la forma de definir a las jóvenes preferentemente que venían de los pueblos a la capital para trabajar a cambio de comida y alojamiento y, a veces, con un pequeño estipendio. Se les adjudicaba lo de criada porque se criaban y desarrollaban en el seno de familias adineradas o de la clase media.

Como se criaban en el seno de una familia y muchas se quedaban para siempre, se convertían en un miembro más de la familia pero guardando las distancias. Las que no se casaban y quedaban en los hogares terminaban siendo conocidas como tatas o chachas. Algunas quedarán por ahí.

A las criadas de entonces que se dedicaban a la cocina, a lavar y planchar la ropa y a las tareas del hogar; se les denominaban de «cuerpo casa». Ya no existen porque el lavado de la ropa es obra de las lavadoras; en la cocina, el trabajo se simplifica por un lado por la compra de platos elaborados, y la tarea de lavar los platos, para eso está el lavavajillas. El gas natural, el butano, la electricidad han desterrado el carbón y la leña. Las criadas, como tales, han desaparecido. Hoy son Empleadas de Hogar o Servicio Doméstico. Trabajan por horas, están dadas de alta en la Seguridad Social, son atendidas en los centros de salud como cualquier trabajador por cuenta ajena y, cuando lleguen la edad reglamentaria, se jubilarán y cobrarán su pensión como cualquier trabajador de la rama metalúrgica, la docencia, la policía, la administración…, claro que de acuerdo con los años cotizados. Los amos o amas de casa que cotizan por sus empleadas de hogar, a todos los efectos, son empresarios, como Endesa, Repsol, el Senado, la Diputación, Limasa o los chiringuitos del Paseo Marítimo.

Ya no hay parguelas en Málaga. Parguela está solo en el vocabulario popular malagueño. Era una de las muchas palabras utilizadas para calificar a los homosexuales. Todas los voces utilizadas para definir a los afeminados han sido desterradas para adoptar una inglesa que está admitida por la Academia de la Lengua: gay.

Otras palabras no utilizadas en el léxico habitual son amantes y queridas. Las dos tienen un significado claro; querida es una fórmula de cortesía del hombre a la mujer, y querido, lo mismo, pero de la mujer al hombre. Con respeto a amante, es casi lo mismo: amante es el hombre con respecto a su mujer, y amante, de mujer al hombre.

Pero ambas voces tienen una segunda lectura: amante es la manera de denominar a la mujer que tiene relaciones con un hombre casado; y querida, otro tanto de lo mismo. Los hombres casados que engañan a sus esposas tienen amantes (amantas no vale porque «a manta» en malagueño es llover copiosamente) o queridas, y en tono más despectivo, mantenidas, querindongas, barraganas… Otra palabra que definir estas relaciones extramatrimoniales es amancebamiento.

Como el uso de estas palabras que están en nuestro diccionario se antoja crudas, despectivas, desagradables, malsonantes…han surgido otras que se admiten sin herir la sensibilidad de unos y otros.

Esas palabras son ligue o romance, las dos con el mismo significado o definición: relación amorosa pasajera. Lo de ligue está implantado y aceptado sin que nadie se sienta insultado; lo de romance es una cursilada que se empezó a utilizar en Hollywood cuando un actor y una actriz después de interpretar juntos una película prolongaban la relación hasta una nueva película donde los dos cambiaban de pareja e iniciaban una nueva relación o romance. En las viejas revistas de cine se pueden encontrar los romances de los famosos de la época.

Pero todo eso ha sido desterrado, como cuando en la España de Franco algunos escritores y políticos eran desterrados a la isla de El Hierro, Menorca o un pueblo de Burgos.

Como casarse apenas si se lleva, unos y unas, con todo respeto, se van a vivir juntos y se transforman en «mi chica» o «mi chico» o, lo que más priva, «compañero sentimental».

Cuando en una pareja se producen desavenencias y un compañero sentimental se cansa del sentimiento amoroso hacia su chica, a veces reacciona como se dice en el lenguaje periodístico con violencia de género. Y el macho le asesta siete puñaladas, el presunto asesinato se convierte en la primera noticia de los informativos de la 1, la 3, la 4, la 5, la 6 y otras, los vecinos de la víctima expresan su sorpresa porque parecía una persona normal, ante la puerta del Ayuntamiento de la localidad se congrega un numeroso grupo de vecinos con el alcalde al frente para condenar el hecho, declarar dos días de luto oficial, guardar un minuto de silencio… y la muerta al hoyo y el macho a chirona en el caso de que no se quite la vida, y a cargo del erario público, asegurarse alojamiento, comida, ducha caliente, televisión, pádel y permiso de fin de semana rememorando la frase que alguien pronunció hace años: compadece al delincuente.

Y ya que he escrito chirona, que es una de las muchas maneras de denominar cárcel, trena, prisión… me acude a la memoria otra palabra en fase de extinción: chinero. Se utilizaba este vocablo para definir lo que hoy llamamos vitrina… aunque todavía se exhiben productos «made in China».