La Policía Nacional de Málaga recomienda precaución a los usuarios de cajeros automáticos para evitar ser víctimas del fraude conocido como el lazo libanés, un viejo sistema que toma el nombre de la nacionalidad de sus ideólogos y por el que los delincuentes instalan un dispositivo en estas máquinas para retener las tarjetas de crédito. Pese a que los investigadores lo consideran «uno de los métodos más antiguos» para obtener los datos de las tarjetas y así poder usarlas fraudulentamente, lo cierto es que todavía sigue siendo efectivo, ya que fuentes policiales advierten de que recientemente se han detectado dos casos en el municipio de Torremolinos que se están investigando.

Como los fabricantes de cajeros se lo ponen cada vez más difícil a los delincuentes, estos se inclinan por aquellas máquinas que ya tienen cierto tiempo. Esto, según los expertos, les permite acoplar con mayor credibilidad una ranura simulada sobre la original de la banda magnética que lleva una cinta que evitará que la máquina reconozca la tarjeta e impide que la devuelva. Una vez que el lazo ha hecho su trabajo, y aprovechando la confusión de la víctima, entra en escena una persona que le asegura que ha sufrido el mismo problema y sabe cómo ayudarle. «Le dicen que la solución es marcar una serie de números, pero finalmente le invita a teclear el pin de la tarjeta y así poder memorizarlo», explican los investigadores.

Cuando el usuario desiste y se marcha sin la tarjeta, el estafador regresa para recuperarla y usarla con la información obtenida. Este método también tiene variantes. Una de ellas consiste en emplear el lazo libanés y colocar una microcámara enfocando al teclado con la que los delincuentes pueden ver el pin que marca la víctima. Otra opción es que uno de los autores del fraude acuda en auxilio de la víctima y le ofrezca un móvil o un número en el que asegura que le anularán la tarjeta. Al otro lado del teléfono, sin embargo, se encuentra un compinche del primero que obtendrá la información de la tarjeta para poder usarla.