A Pedro Arriola se le conoce más por su nombre que por su rostro. Más por su mujer, la diputada malagueña Celia Villalobos, que por sus propias apariciones, que han sido escasísimas en los últimos 30 años. Una visita diseminada en algún que otro curso de verano en alguna universidad, un desayuno informativo y poco más. Jamás se ha presentado a unas elecciones y tampoco ha ocupado nunca un cargo en el PP. Aun así, Arriola ha sido una figura clave para la formación. Conocido como el gran oráculo de la formación conservadora, ha sido el encargado de diseñar y modular el argumentario del PP en las últimas tres décadas. Esta etapa se ha acabado hoy.

El nuevo presidente del PP, Pablo Casado, ha tomado la decisión de prescindir de los servicios del histórico gurú electoral y asesor personal, primero de José María Aznar, y, después, de Mariano Rajoy. Un cese que se encuadraría en el afán de Casado por renovar las estructuras internas del partido que ahora lidera, desde que fue elegido como sucesor de Rajoy en el último congreso extraordinario del PP. Así lo han confirmado a este periódico fuentes del entorno de Casado.

Desde que se consumó la moción de censura a Rajoy, ya se había especulado con la jubilación de Arriola. Aunque éste nunca formalizó, al menos en público, que le había llegado el momento para dar este paso. En todo caso, el cese de Arriola es de suma importancia. Casado prescinde de su olfato electoral en un contexto político convulso, a las puertas de unas posibles elecciones generales más pronto que tarde, en el caso de que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decida apretar el botón rojo y dar por finalizada la presente legislatura.

Casado ya había actuado la semana pasada contra la mujer de Arriola, al tomar la decisión de sacar a Villalobos de la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados. Un cargo que llevaba casi 30 años ostentando. El teléfono, por lo tanto, suena cada vez menos en el matrimonio Arriola Villalobos. Al menos, en clave política.