«Mi recorrido escuchando música comienza directamente con el móvil, nunca he usado un walkman o discman, ni siquiera MP3».

Es una frase que deja entrever que estamos ante una interesante conversación. Jorge Ramírez, cordobés de 21 años, estudia la titulación de Publicidad y Relaciones Públicas en la UMA. Nacido en 1997, pertenece a la denominada Generación Z. «La generación más preparada de la historia», comenta. Seguramente no le falte un ápice de razón, es una de las consecuencias de ser un nativo tecnológico. Una de tantas.

A este prototipo de juventud pertenecen los jóvenes nacidos entre 1996 y 2010, gente que, desde su nacimiento, han ido aprendiendo y utilizando las tecnologías que han ido conociendo a lo largo de su desarrollo.

Una vida entre pantallas, podríamos aventurar. «Mi primer MP3 lo tuve cuando hice la comunión, claro, que me duró poco, pues a los 10 años me regalaron mi primer móvil y empecé a usar su lista de reproducción», relata Inma, veinteañera y estudiante de Grado en Marketing e Investigación de Mercados.

Cuando vienes al mundo prácticamente de la mano de un software, puede pasarte como a Yaël Barman, quien, a sus 19 años, afirma no haber usado nunca un mapa. Su primer contacto con la cartografía fue a través de una pantalla. «En uno de nuestros viajes a Francia, recuerdo que compramos el primer GPS, el famoso TomTom. Hasta entonces, mi madre era la que manejaba los mapas», explica esta estudiante de Podología.

Y qué decir del mundo del videojuego, esa actividad tan criticada por los adultos en un principio y que ahora ha creado un imperio, una industria que genera enormes cantidades de dinero y que es plato de buen gusto para un «niño Zeta». La PSP fue un elemento revolucionario, podríamos decir, en el campo de los videojuegos y de la informática portátil. Al menos así lo cree Álvaro, que llegó a Málaga desde Lorca para estudiar Ingeniería Industrial, que afirma que esta videoconsola «permitía almacenar información y playlists musicales, entre otras muchas cosas. Todo ello concentrado en un dispositivo portátil y manejable». «Evidentemente, era una videoconsola, la esencia era el juego, pero para mí fue algo más», matiza. A buen seguro, este aparato multitarea ejemplifica la personalidad de los jóvenes pertenecientes a esta generación: innovadores, creativos y polivalentes.

En este sentido, abanderando ese gen creativo, entra en juego la apariencia. Un look curioso es, en muchas ocasiones, otro de los distintivos de los «Zetas». En el caso de Jorge, llaman la atención sus gafas, tipo aviador, de montura clara y extremadamente fina, situadas justo encima de su bigote y perilla. «No podría ir así a buscar trabajo en los 90», afirma con rotundidad. Los tiempos cambian; y con ellos, las costumbres.

«Afortunadamente, este tipo de apariencias se han estandarizado con el tiempo, de ahí que no me dé miedo tener esto a la vista», cuenta Jorge, estirando su antebrazo. El rostro de un león preside buena parte de esta extremidad, cuyo oscuro tono predomina sobre la claridad del lienzo en el que se encuentra. «No se debería descartar a una persona de concurrir a un puesto de trabajo por llevar un tatuaje, no es algo que afecte a tus capacidades para desarrollar ese empleo», opina este joven.

«Ahora no ves normal cruzarte con un anciano tatuado, quizá por eso no termine de ser algo totalmente aceptado; pero es que en un futuro es lo que nos vamos a encontrar», reflexiona Inma.

Esta joven de Villaralto, en Córdoba, expresa algo de frustración, en este caso, relacionada con esa incertidumbre que en muchas ocasiones planea sobre las cabezas de los estudiantes: «Y cuando termine la carrera, ¿qué pasará?»

El camino hacia la madurez de esta generación de jóvenes ha ido asociado, además de al manejo de las tecnologías más recientes, a una coyuntura de precariedad económica. Pese a estar abandonando esa crisis financiera que ha estado años oprimiendo España, sus efectos aún se perciben en algunos ámbitos, como por ejemplo el del empleo.

«Veo difícil prosperar en mi campo en España, considero que el marketing es una rama que no ha terminado de explotarse, y seguramente esté algo infravalorada», explica Inma. «Noto un desconocimiento general, la gente me pregunta lo que estudio y entiende realmente a lo que pretendo dedicarme. Además de esa desinformación, creo que no se nos prepara realmente para elaborar una estrategia de marketing, lo que más me gusta y, en mi opinión, la esencia de esta carrera», relata esta joven.

Precisamente por esa carencia, Jorge señala la necesidad de realizar cursos, másteres y otras vías de formación para complementar el título universitario, ya que «es muy difícil encontrar trabajo nada más terminar».

«Echo en falta un plan de estudios actualizado y acorde a la carrera, y, desde luego, mucha más práctica, la que te van a reclamar al salir de la universidad y que no puedes ofrecer», añade.

Al fin y al cabo, la vida son ciclos. Un ciclo económico precario y otro de recuperación. Épocas de bajas contrataciones que preceden a otras de empleo próspero y gratificante. Como las generaciones. Esta, la «Zeta», la más preparada de la historia, terminará su ciclo y dará paso a otra mejor formada incluso. ¿Con qué nos sorprenderán?