El primer día del curso fue un caos, denuncian los padres, y eso que la entrada se desarrolló de manera escalonada. La salida de los alumnos, sin embargo, complicó el regreso. La afluencia de autobuses colapsó el lunes, y ayer también, la calle Julio Verne, el único acceso a la Universidad Laboral y al aledaño colegio Los Olivos. Un vial que, para colmo, se encuentra en obras. Más de 2.400 alumnos que este año están escolarizados en la Universidad Laboral se ven afectados por estos atascos, que hacen que, en algunos casos, tarden hasta hora y cuarto en volver a sus casas.

«Todo está siendo muy complicado», explica Mar Villanueva, presidenta de la plataforma Prometo, que durante más de 15 años viene liderando las reivindicaciones para la construcción de un nuevo instituto en Teatinos, que no podrá entrar en servicio hasta el mes de septiembre de 2019. «Mis hijos llegaron cerca de las 16.00 horas a casa», señala. «La dirección del centro hace todo lo que puede por organizar todo de la mejor forma, pero la masificación es evidente», insiste.

Este año hay más autobuses para poder transportar a los 180 nuevos alumnos que van a dar clases en unos barracones que todavía no están hechos. Los primeros días asisten a los salones de televisión de la cercana Residencia Andalucía. Pero el centro está alejado de sus domicilios. A tres kilómetros. Estos autobuses se suman a los que ya estaban en servicio o a los que traslada a los escolares de Los Olivos. Y, por supuesto también, a los vehículos particulares, haciendo prácticamente intransitable la calle. En total, como mínimo cada día 15 autobuses con 55 niños cada uno, sumados a los 6 microbuses adaptados para alumnado de necesidades educativas especiales y además de todos los que van en coche.

Los padres ya venían advirtiendo de esta situación y consideraban que este tramo es peligroso. Mar Villanueva también reprocha que el Ayuntamiento de Málaga «debería haber hecho las aceras antes del comienzo del curso». Algunos tramos no cuentan con paso de cebra, lo que entraña también un riesgo para los menores que van andando.

Estas obras complican aún más la situación de unos niños obligados a estar en el autobús más tiempo de la cuenta o esperando en el instituto a que el autobús venga a por ellos después de dejar a los otros. El problema está también en que muchos tienen actividades extraescolares por la tarde. «Por ejemplo los que acuden a Conservatorio o a clases de idiomas, comienzan a las 16.00 horas», señala Villanueva, que lamenta que «esas permanencias en el centro educativo más allá del horario lectivo por culpa de los atascos y los dobles turnos de los autobuses es fruto de la masificación del centro. Y resta horas de descanso y estudio a los alumnos».

En la Universidad Laboral hay desde hace años cuatro clases en barracones, a las que habrá que añadir, cuando estén terminados, otros seis para escolarizar a los alumnos que habían pedido plaza en el nuevo, pero inconcluso, instituto de Teatinos. «Como tampoco está hecha la explanada de acceso para esos 180 alumnos de primero de ESO los autobuses también llegan a la misma explanada a la que llegan los alumnos de la Universidad Laboral. La dirección del centro nos ha informado de cómo pueden colaborar las familias que vienen en coche para no colapsar el acceso de cara a permitir la entrada».