Noviembre de 2017. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, desempolvaba una antigua aspiración de un pasado, esta vez, relativamente reciente. El regidor, durante unas jornadas de Ciedes, recuperaba la idea de construir un auditorio de la música para Málaga, un equipamiento cultural de primer orden que estuvo a punto de hacerse realidad pero que la crisis económica dejó en el limbo, como otras tantas cosas. Una infraestructura codiciada en su día, que la ciudad llegó a acariciar con la yema de los dedos, que contaba con proyecto, con presupuesto, con parcela, y, lo más importante y lo más difícil a la vez, con el acuerdo de las instituciones y, sobre todo, el empuje de la sociedad civil.

La idea de un auditorio para Málaga se remonta, como mínimo, a 1991, cuando Pedro Aparicio ocupaba la alcaldía. «Estábamos en pleno empuje hacia una Málaga de la cultura. Se recupera y rehabilita el teatro Cervantes, en 1992 se crea la Orquesta Ciudad de Málaga y ya entonces se plantea un auditorio», recuerda Carlos de Mesa, impulsor de un movimiento ciudadano que encabeza las reivindicaciones para que se retome este proyecto y que en la plataforma Change.org lleva ya más de 5.100 apoyos desde que este pasado verano se publicara la petición.

De Mesa es optimista. «Lo soy de nacimiento, pero en esta ocasión veo que puede ser, al ver tal y cómo se están desarrollando los acontecimientos en esta ocasión», dice. Porque el proyecto nunca lo ha tenido fácil y se ha dado de bruces en más de una ocasión con la realidad económica. Recapitulando. La recesión se instaló en España en 1993 tras el célebre Jueves Negro y eso hizo que Málaga perdiera el salto que sí pudieron aprovechar ciudades como Valencia o Murcia.

Una década después, en febrero de 2005, el Ministerio de Cultura, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga acordaron la creación de un consorcio que llevara a cabo la construcción y posterior gestión y mantenimiento del futuro Auditorio de la Música de Málaga. Así como la redacción de un pliego de condiciones para convocar un concurso internacional para elegir el proyecto, con la idea de que fuera un edificio emblemático.

El jurado elige el diseño de Agustín Benedicto y Federico Soriano el 21 de enero de 2018. Se hablaba entonces de un plazo de construcción de cuatro años. El Ministerio, según recuerda De Mesa iba a financiar el 51% de la inversión, unos 55 millones de euros; mientras que la Junta y el Ayuntamiento se repartían, a partes iguales, el 49% restante.

Pero ni a posta. Otra crisis, la de 2008, tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, dio al traste con cualquier iniciativa en este sentido. Hasta el punto de que el consorcio tuvo que disolverse en 2013 con los recortes y el ajuste del gasto de las administraciones.

«Todos nos lamentábamos de que aquella operación se truncara, pero nadie hacía nada. Cinco años después nadie se había movido», explica Carlos de Mesa, quien considera que ahora es el momento idóneo para recuperar la construcción del auditorio de la música. «Si, según los economistas y los políticos estamos en una posición de recuperación económica hasta tal punto que dicen que el PIB era superior a la media europea y antes de la crisis, las noticias no pueden ser mejores», destaca.

Por este motivo, «doce personas, a título individual, representativas de las inquietudes culturales de la ciudad, presentamos un escrito al ministro, al consejero de Cultura, al presidente de la Diputación y al alcalde solicitando que se constituyera de nuevo un ente jurídico, un nuevo consorcio, para que se retomaran los trabajos para dotar a Málaga de un auditorio», explica.

Entre estas personas está Juan Cobalea, presidente de la Fundación Málaga. «Tenemos que construir el futuro desde ahora», indica. «Sin auditorio, Málaga está incompleta», sentencia. Cobalea considera que la construcción de este equipamiento «es importante primero por la propia entidad de la ciudad, por su número de habitantes y la calidad de la población, por su potencial y crecimiento cultural y lo que tanto está aportando la cultura al crecimiento de la ciudad y de las personas», y precisa además que Málaga es la única ciudad de este nivel que no tiene un centro multidisciplinar para la música y las artes escénicas.

Desde su punto de vista, la rentabilidad de un auditorio no es solo económica, sino, por tanto, también social. De Mesa, en este sentido, incluye una tercera pata que se asocia directamente con la primera: el turismo. «Todas las capitales donde la cultura tiene un valor importante y en Málaga lo tiene, ya no solo desde lo social, sino incluso desde su dimensión de la economía y el turismo, siente que tener un auditorio le va a resultar un atractivo y un recurso turístico interesantísimo. Tener un auditorio significa tener grandes espectáculos en la tarde y la noche. Significa, para una parte importante del público que venga a ver esos espectáculos, la necesidad de pernoctar en la ciudad. Por lo tanto, tener un auditorio que ofrece todas las noches grandes espectáculos añade una posibilidad más de incrementar el número de pernoctaciones», explica.

Lo que se plantea es un auditorio dedicado a todas las músicas y a todas las artes escénicas en un sentido amplio. A la sinfónica, a la lírica, a la clásica... Pero también al flamenco, al jazz o a la música ligera. «Es un proyecto que estaba dormido y había que despertarlo y tenemos que lograr que la sociedad se ilusione otra vez. No se puede ver el proyecto como algo perteneciente al anhelo de unas élites. No es algo para unos pocos, sino para todos», destaca José Manuel Cabra de Luna, presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo.

Y el movimiento ha conseguido, por lo pronto, como destaca De Mesa, que el proyecto «vuelta a estar ne la agenda de los políticos». «Desde julio se vienen produciendo noticias en todas las direcciones. Esto es formidable para los que queremos que se ponga en marcha esta operación», insiste.

Por su parte, Francisco Martínez González, director del Conservatorio Superior de Música de Málaga, incide en la importancia de tener un auditorio, también desde una perspectiva académica. «Málaga es la única provincia en toda Andalucía en la que convergen las tres enseñanas superiores de música, danza y arte dramático. Es decir, desde el punto de vista musical y de artes escénicas, Málaga forma a futuros profesionales, de esa manera triple, algo que no se da en ninguna otra provincia, y es difícil explicar que se carezca de un auditorio».

Por el momento, este movimiento ciudadano, «que no es ninguna plataforma ni oficial ni legalmente constituida», aclara De Mesa, «sino una corriente abierta y espontánea», está decidido a continuar, con tesón y constancia, a no cejar en el intento en su lucha con las administraciones públicas. «Como tantas cosas, es una cuestión de voluntades políticas y parece que los políticos no están siendo insensibles a este nuevo brote de inquietud ciudadana por el proyecto en los distintos niveles de la administración», señala Martínez González.

«Yo creo que hay que ser optimistas, porque es tan evidente y tan claro que Málaga necesita esto, que no es ningún lujo», señala, por su parte, Cobalea. En el mismo sentido se expresa Cabra de Luna. «No quisiera tener que recurrir al agravio comparativo para decir que Málaga merece auditorio porque las demás ciudades lo tienen. Málaga lo merece por derecho propio», asegura. Considera que lo más importante estaba ya hecho. «Si en su momento, las administraciones concurrentes fueron capaces de sentarse alrededor de una mesa y de buscar acuerdos y de poner en marcha un proyecto común, mi pregunta como ciudadano es, qué ocurre ahora que lo que antes fue posible, ahora parece que tiene dificultades», señala, apelando a retomar el espíritu de consenso de entonces, que hizo posible esa voz común y continuarla para conseguir el objetivo. «Si hubo consenso, hay obligación de retomarlo y trabajar a partir de él», concluye.