El curso académico ha comenzado prácticamente ya en todos los centros universitarios de la UMA. Miles de estudiantes inician una nueva etapa. La mayoría con ilusión por haber elegido la carrera a la que esperan dedicarse en el futuro, una vez logren su título y accedan al mercado laboral. Los que obtienen notas más brillantes en el Bachillerato y refrendan su buena preparación en la Selectividad, tradicionalmente se decantan por Medicina. Solo una cuarta parte de quienes estudiaban Bachillerato el año pasado tenían más o menos claro en qué grado se iban a matricular. La vocación, todavía, pesa a la hora de decidir qué estudiar. La salidas profesionales, obviamente, también.

¿Y el salario? Si fuera por ello, la mayoría harían, sin duda, Arquitectura o alguna ingeniería, ya que son los que obtienen un salario medio superior al poco tiempo de egresar. Los graduados de estas disciplinas obtienen un 38% más de ingresos al mes que los de Arte y Humanidades, que son los que menos ganan.

Según el último informe de inserción laboral de egresados de la Universidad de Málaga, con datos de los alumnos que acabaron sus grados en el curso 2013/2014, los de Humanidades no solo son los peor pagados, sino también son los que tardan más en encontrar su primer empleo y los que un menor porcentaje de ocupados registra tres años después de abandonar las aulas de sus facultades. Y también son los que padecen unos niveles mayores de sobrecualificación, es decir, que no no solo no están trabajando en lo suyo, sino que ocupan unos puestos laborales por debajo de su formación académica.

Estas carreras son también las que, habitualmente, dejan las notas de corte más baja o las que incluso llegan a tener dificultades por completar las plazas que ofertan. Historia, por ejemplo, este curso, tras la primera adjudicación, se quedó en un 5; Historia del Arte en un 5,2; y Filología Clásica en un 5,3. Por el contrario, Bellas Artes, un grado de reciente implantación en el catálogo de la UMA, dejó la nota de corte en un 9,6.

El mismo estudio sobre inserción del instituto universitario malagueño presentó este mismo año revela, por el contrario, que el 87,8% de quienes estudiaron Arquitectura o una Ingeniería están trabajando tres años después y casi siete de cada diez en un puesto adecuado a su preparación. Tardaron de media ocho meses y medio en encontrar su primer empleo y cobran, de media, 1.965 euros.

En realidad, el salario medio de un graduado universitario es superior al que perciben otros profesionales salidos de la FP con estudios medios. En la última Encuenta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística (INE), se deja constancia de que el salario bruto medio de una persona que había compeltado como máximo los estudios de ESO ascendían hasta los 17.772 euros anuales, cifra muy inferio a la de los graduados en FP Superior (24.485 euros), diplomados universitarios (27.893 euros) o los licenciados (35.291 euros).

Las mejores salidas laborales a priori, y siempre en función de lo que indica el informe de la Universidad de Málaga, se encuentran también en las Ciencias Sociales y Jurídicas. El 72% de los que egresaron con un título de esta rama del conocimiento mantienen una ocupación y ganan unos 1.232 euros de media en los primeros años como profesionales.

Homogeneidad

En realidad, y como apunta Rafael Ventura, vicerrector de Innovación Social y Emprendimiento de la UMA, «los mejores niveles de inserción laboral y de tasa de ocupación se dan en Arquitectura y las ingenierías, pero en el resto hay una mayor homogeneidad y estos datos no difieren significativamente».

En efecto, en cuanto a los egresados de Ciencias de la Salud, el 72% está empleado y recibe un suelo medio de 1.223 euros al mes. Y los de Ciencias, el 67,1% tiene un puesto de trabajo y gana 1.328 euros de media al mes.

¿Puede llegar a determinar esta información la elección de un grado? «Obviamente es una información que cuando publicamos en el Observatorio somos conscientes de que es una herramienta de orientación y que los futuros estudiantes las pueden tener en cuenta», señala Ventura. Sin embargo, sostiene que no es la única que deben manejar los futuros estudiantes a la hora de decantarse por una carrera. De hecho, desde el punto de vista del vicerrector, «un egresado es más empleable si ha hecho una elección que se adecua a su perfil, competencias, capacidades e ilusión aunque esos estudios en términos generales presenten unos niveles de inserción menos favorables». Es decir, que que tiene que pesar más en la elección es la vocación, por encima de las condiciones del mercado, que además fluctúan como la propia economía.

«Hay que reconocerse en qué perfil competencial podemos destacar, qué se nos puede dar bien, en qué podemos ser buenos profesionales y qué nos puede entusiasmar en el futuro», insiste Ventura.

Los datos de inserción laboral están condicionados por el contexto económico y la coyuntura económica. «En el estudio de egresados que publicamos en abril uno nota que en los datos de ocupación y en todos los datos referidos a remuneración, comparado con los anteriores, hay cifras que son mejores», evidentemente eso tiene que ver también la recuperación económica. Los mejores resultados se obtienen, no obtante, entre los egresados que viven fuera. Cuando se habla de inserción laboral y de empleabilidad, el contexto coyuntural, geográfico y económico es relevante. También condiciona el tejido empresarial de la zona y la capacidad de absorción de capital humano cualificado que puedan tener esas empresas, en función, igualmente, de la situación económica.