En octubre de 1943, dos congregaciones de monjas fundan sus centros educativos en Málaga. Eligen, además, lo que entonces eran las afueras de la ciudad, una situación que el propio crecimiento urbano, con el paso del tiempo, ha venido integrando en su propio entramado. Lo que hace tres cuartos de siglo era considerado el extrarradio, hoy son dos barrios consolidados y muy poblados. Precisamente hace eso hace 75 años. Y es ocasión para celebrar. Por un lado, las Hijas de Jesús, que inauguraron el colegio Gamarra y, por otro, las Siervas de San José, que abrieron las puertas de El Pilar.

La construcción de casas sociales a cargo de la Obra Sindical del Hogar, que nació pocos años antes con el objetivo de intentar dar solución el problema de la vivienda mediante la construcción y administración de viviendas de construcción pública, que luego se vendían a bajo precio, unido a la necesidad de dotar a las nuevas barriadas que surgen de instalaciones docentes, se convierte en el denominador común de la génesis de ambos centros escolares, entonces femeninos, ya mixtos.

Así lo explica Francisco José González Díaz, secretario técnico de la Fundación Diocesana Santa María de la Victoria. No son centros diocesanos, puesto que pertenecen a órdenes religiosas donde se han formado, durante todo este tiempo, varias generaciones de malagueñas, que padecían, en aquellos tiempos de la posguerra, elevadas tasas de analfabetización. Más que los hombres. Estas monjas, acercando la educación a las niñas de Gamarra y Ciudad Jardín, respectivamente, empezaron a combatir estas desigualdades en época de plenas carencias y a luchar por la necesaria equidad social.

La carta que las Hijas de Jesús envían a Balbino Santos Olivera, obispo de Málaga en aquellas fechas, solicitando permiso para abrir su colegio, lo dice a las claras: «Respetado D. Balbino, donde usted considere, pero si podemos elegir, nos gustaría fundarlo en alguna zona donde haya unas mayores necesidades de educación cristiana y de servicio a los más pobres». Eligieron, por indicación del prelado, la zona de Haza del Campillo y Arroyo de Cuarto, entre el Camino de Antequera y el Camino de Suárez, como la más adecuada para asentarse en la ciudad y fundar su colegio. Pudieron adquirir la finca de Gamarra que los propietarios, la familia Lamothe, necesitaban vender.

Posteriormente se adquirieron otros terrenos colindantes y sus viviendas; la única que permanece hoy día de aquellos tiempos -Villa Providencia­- se compró en 1949 a la familia Alcázar con la ayuda del Obispado y el Ministerio de Hacienda.

Había nacido el colegio Virgen Inmaculada Santa María de la Victoria. «Ahí comenzaron a expandir la semilla plantada por la Madre Cándida -ahora Santa Cándida María de Jesús- aquel 8 de diciembre de 1871, cuando, siguiendo los deseos de Dios, decidió fundar la Congregación religiosa, de clara inspiración ignaciana, para la evangelización mediante la educación católica de los pueblos», explica Alan Antich, profesor de este centro.

El colegio de Gamarra empezó a funcionar oficialmente el 6 de octubre de 1943 con 55 alumnas de pago y 250 gratuitas. Durante la década de los años 40, la actividad de las Hijas de Jesús en Gamarra fue creciendo no sólo en la enseñanza oficial, sino también con la alfabetización de adultos y enseñanzas de Hogar, con la catequesis a niños y mujeres, atención sanitaria y un inicio de escuelas profesionales, así como con visitas a ayuda a familias necesitadas del barrio. En los 50 se inaugura el núcleo social Virgen Inmaculada, promovido por el instituto de la vivienda. Se abren los talleres de corte y confección y la Escuela de Magisterio Rural y la de Magisterio de la Iglesia.

Como todos los colegios a las niñas les atendían las monjas y a los niños los religiosos. Estaban divididos por sexos. También los públicos. Hasta la Ley General de Educación de 1970. La propia Escuela de Magisterio, recuerda González Díaz, estaba dividida para maestros y maestras. La única excepción estuvo en las escuelas rurales mixtas. En este sentido, el colegio de Gamarra se fue adaptando a las sucesivas leyes de educación, así como a la desaparición de unas enseñanzas y transformación en otras, hasta llegar a la configuración actual, donde se imparte la enseñanza desde Infantil hasta Bachillerato, además de ciclos formativos y Formación Profesional Básica.

Es en su mayoría un centro concertado e integrado con 64 unidades, de las cuales, es privado el bachiller y los Ciclos Formativos de grado superior. Actualmente estudian en Gamarra un total de 1.633 alumnos, y posee un claustro de profesores compuesto por 94 docentes, un PAS formado por 20 trabajadores y la presencia de Hijas de Jesús en el centro es de 36 religiosas. Además, recientemente el colegio ha pasado a ser parte de la Fundación Educativa Jesuitinas, que asume la titularidad de todos los centros de las Hijas de Jesús en España, entidad que surge «para dar continuidad a la intuición educativa de la Madre Cándida y una respuesta al desafío de crecer junto a los laicos en la misión y visión compartidas», explica Antich.

Gamarra siempre ha sido uno de los colegios con más tradición de la ciudad, y de sus aulas han salido personas como Elías Bendodo, actual presidente de la Diputación, Celia Villalobos, ex alcaldesa de Málaga y ex ministra de Sanidad. «Estuve en Gamarra desde preparatorio de ingreso, con 9 años, hasta sexto, con 16 años. Creamos por primera vez un equipo de balonmano femenino que en aquella época no pegaba con los roles femeninos, muy conservadores, como correspondía a la época», recuerda Villalobos, quien indica que lo que más le «chocaba era que había dos colegios con uniformes diferentes según si pagabas o no». Su paso por Gamarra le aportó su título completo de Bachiller, «buenas amigas, que aún nos seguimos viendo y alguna monja que merecía la pena», explica.

Elías Bendodo, presidente del PP de Málaga y de la Diputación Provincial, asegura que guarda muchos recuerdos de aquella etapa en Gamarra, centro donde estudió Bachillerato. «En especial las reuniones que hacía con los amigos por la tarde en el Árbol Grande». Además, recuerda a profesores que le marcaron, «la de gimnasia, a la que llamábamos China, el de física, Serafín, y la de inglés Mariluz», rememora.

Del mismo modo, de las aulas de Gamarra han salido profesionales «que han llevado el nombre de Málaga más allá de nuestras fronteras, como José María Ramos, que trabaja en la Unión Europea en Bruselas, o Gloria Marí-Beffa, actual decana de matemáticas de la Universidad americana de Wisconsin», dice Antich.

Por su parte, el colegio Nuestra Señora del Pilar fue fundado también en el año 1943 por la congregación de religiosas Siervas de San José, titularidad que aún les corresponde. El inicio de las actividades educativas fue en un sencillo inmueble próximo a los que hoy es el colegio, acogiendo en sus clases de Primaria a niñas de la barriada de Ciudad Jardín. Al mismo tiempo, atendían, en régimen de internado, a un grupo de niñas del Patronato de Protección de Menores y más tarde ofrecieron su internado a huérfanas de suboficiales del Ejército. Desde el principio, por tanto, su vocación fue dar servicio a las familias desfavorecidas, lo que hoy se llama en riesgo de exclusión social, y a alumnas con necesidades educativas especiales.

En 1945 comenzaron las obras del actual colegio, situado en avenida Ramón y Cajal, 9. En el curso 1947/1948 ya se impartían clases de Párvulos y Primaria, y de Secundaria en régimen libre. A partir del curso 1982/1983, deja de ser un colegio exclusivamente de niñas y abre sus aulas a los niños, convirtiéndose así en un centro mixto donde existe la coeducación. Actualmente es un centro integrado que imparte los niveles de Educación Infantil de 3, 4 y 5 años, 18 aulas de Primaria, 12 de Secundaria, un aula de Educación Especial y otra de Apoyo a la Integración.

«El colegio sigue teniendo sus puertas abiertas a la población escolar de la zona, mayoritariamente gente humilde y económicamente necesitada, demostrando que nuestro servicio educativo opta por los niños y jóvenes que proceden el mundo trabajador y humilde», explican desde el centro. «Nuestra labor hoy sigue manteniendo vivos los valores que nuestra fundadora, Santa Bonifacia Rodríguez de Castro, quiso transmitir a todas las personas que se acerquen a nosotros: Trabajo, fe y amor, que, como ejes transversales, impregnan todo el quehacer docente de las Siervas de San José y que conforman la identidad propia de nuestros centros», concluyen. «Unos valores que nunca se quedarán obsoletos, porque siempre necesitaremos trabajo para dignificarnos como personas y contribuir a una sociedad mejor, una fe firme que nos vaya acompañando y sosteniendo en los momentos de nuestra vida, y un amor que nos haga sentirnos libres para amar sin condiciones», explica por su parte Marina Frías, directora del colegio.