¿Es el río Guadalmedina una cicatriz no sólo urbana, sino también sociológica y sentimental para los malagueños? ¿Qué hacer con un río que ha generado tantos muertos e inundaciones a lo largo de los siglos en la ciudad, la última vez en 1989? Ahora, hay sobre la mesa un Plan Especial encargado por el Ayuntamiento a un despacho externo de arquitectos con las directrices de hacer varios puentes-plaza sobre el cauce (se alude a ocho, pero no se han concretado) y soterrar el tráfico en las avenidas de Fátima y de La Rosaleda. El proyecto ganador del concurso de ideas de 2012 fue el de José Seguí, que abogaba por recuperar la ribera, eliminar muros, crear espacios públicos y gestionar bien el embalse. Estas ideas no se llevaron a cabo. Fue Celia Villalobos hace casi dos décadas la que propuso embovedarlo. Lo cierto es que sigue sin haber acuerdo sobre qué hacer con el río que nos separa con el fin de que, algún día, nos una. No hay acuerdo ni entre los expertos ni entre los políticos que asistieron el pasado martes a la ya tradicional Tertulia del Cantarrana, organizada por La Opinión de Málaga en mesón homónimo (calle Sánchez Pastor, número 10). Es decir, todos están de acuerdo en que no hay acuerdo.

Los asistentes en esta ocasión fueron el teniente de alcalde de Economía y Hacienda y portavoz del equipo de gobierno, Carlos Conde; el portavoz municipal del PSOE y candidato a la alcaldía, Daniel Pérez; el portavoz municipal de IU-Málaga para la Gente, Eduardo Zorrilla, la profesora titular de la Universidad de Málaga (UMA) María Jesús Perles Roselló ( doctora en Geografía y reconocida experta en el análisis de riesgos naturales y tecnológicos y los estudios del paisaje), el decano del Colegio de Arquitectos de Málaga, Francisco Sarabia, y el presidente de los hosteleros malagueños (Mahos-Amares), Javier Frutos.

Perles señaló que siempre ha habido dos ideas en torno a qué hacer con el río: «Centranos en la idea del embovedamiento o, de alguna forma, ocultar el río y entenderlo como un problema; la otra posibilidad va más en la línea de poner en valor del río, un río necesitado de intervención porque está muy degradado, y poner en valor sus posibilidades y potencialidades siempre y cuando se tengan en cuenta las limitaciones en relación con el riesgo que va implícito también». «No apostaría por el enfoque que apuesta por embovedar o hacer desaparecer la cicatriz o espacio de división», ya que significa «volver la espalda al río como si fuera algo vergonzante». Sobre el plan de los puente-plaza afirmó que es una idea «muy acertada» en principio, «siempre y cuando se tenga en cuenta que la proliferación de puentes-plaza, si se hacen continuadas a lo largo del eje transversal, es una especie de embovedamiento encubierto». Hay que medir el uso. Embovedarlo es volver atrás y «volver al río a su estado original es una solución utópica».

El portavoz del equipo de gobierno, Carlos Conde, consideró que no hay que ver la cicatriz en términos peyorativos, porque «puede ser hasta bella si se trata de forma elegante para poder suavizar el impacto en la ciudad». «La realidad es que todas las administraciones públicas tienen una deuda con Málaga, tratar de que esa cicatriz no divida, sino que sea un elemento de conexión». Criticó que hayan pasado 20 años sin que se haya hecho nada y acusó a la Junta «de estar bastante reticente a cualquier planteamiento, negar cualquier avance con tal de no someter a reflexión técnica o política esta cuestión de oportunidad». Indicó que el embovedamiento, un debate de hace 20 años, está superado. «Atrás quedaron los desencuentros entre administraciones porque después de muchos años se consiguió firmar un protocolo de actuación para simplemente hablar, de tú a tú. Quizás por una obcecación por no tocar el río como si todo fuera blanco o negro. Ahora estamos en otro momento». Conde indicó que la propuesta que han hecho los arquitectos y que dirige la Gerencia de Urbanismo «vienen no a embovedar el río, pero sí a establecer esas conexiones necesarias entre una Málaga y la otra y, por supuesto, actuaciones como la vía verde que se plantean en la mota del río, que tienen presupuesto desde hace tres años con dinero municipal, y estamos a la espera de que la Junta lo autorice».

Daniel Pérez, portavoz del PSOE, destacó que al Guadalmedina hay que tratarlo como lo que es, «siempre hemos dicho que se convirtió en la gran cicatriz hidrológica y sociológica de Málaga». A Pérez le gustaba el proyecto de José Seguí, entre otras cosas porque hablaba de la presa del Limonero, que es de tierra prensada, de forma que ha de «laminar», es decir, hecha tras las inundaciones del 89 para desaguar y proteger a la ciudad. Reseñó que «cualquier actuación que se haga en el río debe garantizar que, como mínimo, la capacidad de desagüe sea de 600 metros cúbicos por segundo», algo que la Junta, como administración con competencias en la materia, ha esgrimido para rechazar cualquier actuación que no garantice la seguridad. «El proyecto que ganó nos gustó porque habla de una integración real del río en la ciudad. Yo no quiero que se pierda la huella histórica del Guadalmedina, por tanto voy a estar en contra de propuestas de embovedamiento, promovidas por Celia Villalobos y luego por Paco de la Torre, que siempre ha mantenido la posibilidad del embovedamiento». La propuesta de Pérez es clara: «Una actuación a nivel de la presa para cambiar las normas, una reforestación del entorno; bajamos aguas abajo, en lo que es el Puente de Armiñán, buscamos la integración por taludes-ribera paisajísticos y ya llegamos hasta la desembocadura, donde habría que hacer una integración mejor, porque allí se vierten aguas residuales». Para ello, hay que implicar al Gobierno Central, la Junta, el Puerto y el Ayuntamiento y buscar cómo financiarlo, usando fondos europeos. Las obras pueden ir de 200 a 350 millones de euros, indicó.

Eduardo Zorrilla, portavoz de IU-MpG, dice haber criticado siempre «la visión del río como una cicatriz», consideró el «embovedamiento una opción trasnochada», optó por integrar al Guadalmedina. «Esto se planteaba fundamentalmente para convertir el río en un eje de movilidad, de comunicación, que es también una concepción ajena a la movilidad de hoy en día». «Es verdad que el río no siendo una cicatriz, una herida, sí ha ejercido de cierta frontera geográfica, urbanística, en la movilidad, e incluso de frontera social». Abogó por tratar los muros del río y eliminarlos. Defendió el proyecto de José Seguí, que gustó mucho a su grupo, «porque proponía sustituir los taludes, de forma que integraran senderos que pudieran ser usados de forma peatonal, por ciclistas, con actividades que no supusieran instalaciones de tipo estable». Para IU-MpG sigue siendo un río, de forma que podría generarse «un mínimo caudal» que fluya y se integre de forma paisajística, con grandes senderos en las riberas.

El decano de los arquitectos malagueños, Francisco Sarabia, afirmó que estamos en esta situación «por las discrepancias entre administraciones públicas» y que «la peor solución es no dar ninguna solución». Rechazó embovedar el río, «lo encuadro en la lucha del hombre con la naturaleza, no es apropiado, eso ya pasó» y dijo: «La actuación sobre el Guadalmedina, sin ninguna duda, es integración en la ciudad, respetarlo, me da pena ver ese cauce, no es río, río es cuando lleva agua». «Si tenemos un río, lo ideal es que pudiera acercarnos lo más posiblemente a un río», señaló. En cuanto al plan especial, «lo que nos cautivó fue que se intentaba eliminar la barrera vertical de los muros que en determinadas zonas se hacía, por ejemplo en Martiricos; se intentaba una aproximación de la ciudad hacia el río, una transición suave, evidentemente en caso de inundación o subida de agua parte de esas zonas eran inundables. Podemos contener al río de forma vertical con dos muros o estableciendo zonas de aproximación que podrán contener el agua o conducirla a la desembocadura» y se quejó de que la actitud que él detecta es «¿qué hacemos para que el río no moleste a la ciudad?», para indicar luego: «¿Por qué no aprovechar el río hacia el interior, tenemos ahí siete kilómetros hasta la presa, lo que propone el Ayuntamiento me parece muy acertado, usar un carril bici, la senda» y echó de menos «ciertos aspectos propositivos» de la Delegación de Medio Ambiente de la Junta».

Javier Frutos vio «buena idea» los puentes-plaza, «que se amplíen y te den un espacio de esparcimiento para paseo, cicloturistas, se le puede dar mucho contenido al río y que esa frontera que tienen los malagueños sea un hecho prioritario en los próximos años, hasta ahora ha sido un punto negro en el desarrollo de la ciudad». Hubo cruce de acusaciones entre el PSOE y el PP. Pérez consideró que al «Ayuntamiento le ha faltado liderazgo» y es el Consistorio el que debe proponer y disponer, la Junta. Y, mientras se busca una solución para el río, «lo que hay que hacer es limpiarlo, y la competencia es exclusivamente municipal»; Carlos Conde, por su parte, le pidió que fuera valiente y diera un paso adelante. «Se nos ha ninguneado por la Junta», rechazó. Zorrilla repartió culpa entre ambas, la Junta por tardar años en decir sí a la vía verde y el Consistorio por proponerla en el lecho del río, algo inasumible; abogó por rescatar las riberas del río como espacio de transición de la ciudad y esperó que los puentes-plaza no sean un «embovedamiento encubierto». Dudó también de los usos de ese espacio ganado al río. Perles cerró el debate asegurando que «cualquier exceso de prudencia que se tenga en un río con la capacidad de producir inundaciones como el Guadalmedina es poca» y destacó: «El modelo de río que nos pertenece es bastante adaptable a la situación que tenemos, que es mejorable; si tuviéramos eso claro iríamos ganando».

Los tertulianos

María Jesús PerlesProfesora titular de la UMA (Dª en Geografía)

Nuestro río, como otros mediterráneos, va buena parte del año por canales de estiaje, canalitos que llevan agua muy agradable, muy fácil de usar; tiene un alto potencial de incorporación paisajística extraordinaria. En otras ciudades europeas usan ese modelo para ajardinar».

Eduardo ZorrillaPortavoz de IU-MpG

A nosotros nos gustó mucho, porque coincidía con las ideas que defendíamos, la propuesta que ganó el concurso de ideas, la de Pepe Seguí, porque proponía sustituir los muros por taludes, de forma que integraran senderos que pudieran ser usados de forma peatonal y por ciclistas».

Francisco SarabiaDecano del Colegio de Arquitectos

¿Por qué no aprovechar el río hacia el interior? Tenemos ahí siete kilómetros hasta la presa, lo que propone el Ayuntamiento me parece muy acertado, usar un carril bici, la senda, intentar aprovechar lo que podamos y ver cómo podemos estrujar esa cicatriz, barrera, grieta... hay que buscar la parte positiva».

Carlos CondePortavoz del equipo de gobierno

La Junta ha estado en este sentido bastante reticente a cualquier planteamiento, negar cualquier avance con tal de no someter a reflexión técnica o política esta cuestión de oportunidad. Lo de embovedar es un debate superado hace veinte años».

Daniel PérezPortavoz municipal del PSOE

Yo no quiero que se pierda la huella histórica del río en la ciudad, por tanto voy a estar en contra de embovedar el río. Hay que buscar una mejor integración a través de la ribera, taludes que no sean pantallas de hormigón, de cajón, que lo que hacen es afear la imagen del río».

Javier FrutosPresidente de los hosteleros malagueños

Hoy en día el río sigue siendo frontera de ese desarrollo urbanístico y turístico que ha tenido el Centro, hemos de eliminar esa frontera. Han habido controversias políticas, el no ponerse de acuerdo... Al no tener caudal, al malagueño psicológicamente le pones una frontera»