En los últimos diez años, las mujeres que desarrollan diabetes durante el embarazo (diabetes gestacional) ha aumentado un 66 por ciento, un porcentaje que ha hecho que de 180 mujeres que pasaban por consulta anualmente ahora sean sometidas a estrictos controles hasta 300.

La responsable de la Unidad de diabetes y embarazo del Centro de día de diabetes que hay en el Clínico, María José Picón, asegura que esta cifra se ha estabilizado en los últimos años por el descenso de la natalidad más que por un posible descenso de la prevalencia de la enfermedad. Los estudios a nivel nacional de hace diez años indicaban entre el 10 y 12 por ciento de las mujeres embarazadas desarrollan este tipo de diabetes. «Estoy segura de que ese porcentaje hoy por hoy es superior porque cada vez hay población mas obesa», sentencia Picón.

Y es que, el principal factor que hace que una mujer desarrolle diabetes durante el periodo de gestación es el sobrepeso. Todas presentan un Índice de Masa Corporal de entre 28 y 29 (a partir de 30 se considera obesidad) aunque también hay otros factores que afectan como tener familiares de primer grado con esta enfermedad, haberla desarrollado en embarazos anteriores, el retraso de la maternidad por encima de los 35 años o tener un feto muy grande. «Eso nos puede hacer pensar que la madre era diabética previamente», matiza.

Sin embargo, la doctora Picón incide en dos cuestiones: la importancia de tener unos hábitos saludables para no tener sobrepeso y la advertencia que hace esta enfermedad pasajera a las pacientes. «Una de cada dos mujeres que han tenido diabetes gestacional van a tener diabetes tipo 2 en cuestión de 5 a 10 años», sentencia. Concienciar a la población de la importancia de cuidarse a nivel alimenticio y físico en términos generales y tras desarrollar la diabetes gestacional es vital para no desarrollar esta enfermedad crónica.

Para ello, el protocolo de actuación establece que entre las semanas 24 y 28 todas las embarazadas se someten a la prueba conocida como curva de glucosa. 50 gramos de glucosa que sirve como un cribado para descartar una posibles diabetes. En caso de que dé positivo, la mujer se somete a una prueba más pesada conocida como la curva larga en la que ingiere 100 gramos de azúcar y tiene una duración de 3 horas. En el momento que da positivo la misma enfermera que le ha tratado en estas pruebas previas se pone en contacto con ella en un plazo máximo de 48 horas para trazar un plan educativo en grupo compuesto por nuevos hábitos alimentarios, ejercicio físico adaptado a sus circunstancias y un glucómetro con el que medir el azúcar. En unas semanas acude de nuevo al médico para comprobar cómo está y si se mantiene en los niveles adecuados solo serán necesarias esas pautas durante todo el embarazo. «Intentamos que sean hábitos sencillos y perdurables», matiza Picón. Si en esas semanas no ha funcionado ese plan la paciente pasa a ser controlada bajo tratamiento farmacológico. Un control que desaparece en términos normales una vez que la madre ha dado a luz.

Sin embargo, María José Picón apunta la importancia de este control estricto durante el embarazo ya que puede tener consecuencias negativas durante el parto como su instrumentalización por el exceso de tamaño y peso que puede alcanzar el niño.