De pequeño, en el Colegio Jorge Guillén del Palo sus compañeros se rifaban su pupitre. «Lo tenía pintorreado de Spiderman y Mazinger Z», explica entre risas José Emilio Toro (Málaga, 1971).

Nunca fue un buen estudiante, pero a la hora de dibujar lo hacía como pocos, por eso a los 14 años ganó un viaje a Roma al quedar el primero de la provincia en un concurso de Patrimonio Histórico Artístico organizado por la Diputación.

Y así, durante los cinco años en la Escuela de Bellas Artes confiesa que se sintió «como pez en el agua». Terminó la carrera en 1993 y al año siguiente, el técnico informático de una agencia de viajes en la que trabajaba le habló de un desconocido programa de retoque fotográfico, «con el que me dijo que llegaría a hacer maravillas». Era una de las primeras versiones de Photoshop. José Emilio decidió entonces empezar a compaginar los pinceles y acuarelas con esa Informática que daba sus primeros pasos.

25 años más tarde, el ilustrador se ha convertido en uno de los mejores especialistas españoles en recreación histórica, aunque como explica, «no puedo encasillarme, disfruto con la variedad», por eso en sus trabajos lo mismo hay ilustraciones clásicas que retoque fotográfico, matte painting (retoque para el cine) o incluso ilustraciones botánicas, según el encargo.

Torografic es el nombre de esta aventura que se inició en un pupitre. El hoy ilustrador y profesor colabora con numerosas agencias de publicidad y empresas, y en las manos tiene un último encargo: un trabajo para un museo en Catar para el que está dibujando unos neandertales.

El primer encargo de este tipo, de recreación histórica, le vino de la mano del arqueólogo Julián Ramos, de los yacimientos arqueológicos de La Araña. «Quería saber si era capaz de recrear la vida en ese entorno hace miles de año, la vida en época neandertal y termino enamorándome de la Prehistoria y del proyecto», cuenta.

Además de la vital recopilación de datos que recibe del arqueólogo, el proceso que sigue José Emilio Toro para estos trabajos es siempre el mismo: «Lo primero es pintar un boceto base y expongo la idea, si el cliente le da el visto bueno hay que hacerla realidad y ya entramos en la fase fotográfica de contar algo que no existe».

Como curiosidad, él mismo y también su familia se convierten en muchas ocasiones en modelos para el trabajo. «Las sesiones fotográficas las hago yo mismo porque me encanta. Las hacemos en la terraza de casa y la gente pasa por la calle y me pregunta: ¿De qué te toca esta vez, de romano?».

José Emilio Toro también toma fotos de los emplazamientos y utiliza bancos de imágenes, donde compra las fotos o bien emplea su propio archivo. «Por eso, si voy de excursión y veo una cabra, le hago cuarenta mil fotos, y lo mismo si veo un árbol que me interesa». A continuación viene el montaje del gran puzle fotográfico, que muchas veces también incluye sus propias ilustraciones. Así, en uno de sus últimos trabajos, también para las Cuevas de La Araña, posó con su hijo Adrián cerca del colegio de su hijo, con una vestimenta que José Emilio elaboró él mismo.

En el resultado final, una estampa del Neolítico en La Araña, padre e hijo aparecen calzados con unas sandalias pintadas por el artista, idénticas a un modelo de la época, y lo mismo pasa con las cabañas que ha dibujado. «Esto al final son dos semanas de trabajo», calcula.

En Málaga, además de en el centro de interpretación de las Cuevas de La Araña algunas de sus recreaciones históricas también pueden verse en el Muvel, el Museo de Vélez Málaga y prepara otras para un futuro museo en la provincia, esta vez con la recreación de un escenario ibero.

En otro de sus encargos, para la editorial Edelvives, tuvo que dar vida al Mercado de Trajano en Roma. En esa ocasión, diseñó el mercado en tres dimensiones y tras seguir las indicaciones históricas para la indumentaria de la época, dio vida a la escena con modelos reales, algunos de ellos de bancos de imágenes pero otros, con personas de su familia y él mismo: Es el vendedor que aparece en primer plano.

José Emilio Toro recalca que en una ilustración histórica o bien científica, «tienes margen pero no te puedes inventar nada, tienes que ceñirte a las pautas que te da la persona con quien trabajas».

El hecho de contar con una web en la que muestra su trabajo le ha permitido extender su obra y ya ha colaborado en varias ocasiones con revistas nacionales como Muy Interesante. «Es una parte que me gusta mucho de mi trabajo porque tú haces una ilustración, la publicas en la web y cedo los derechos para que se utilicen... alquilo esa imagen», explica.Escenarios de cine

Pero como antes detallaba, su trabajo no se ciñe a la recreación histórica. Gracias por ejemplo a la técnica de retoque matte painting, la más conocida en el cine, puede realizar asombrosos escenarios, en ocasiones para formar parte de un anuncio de publicidad, en otros, por el puro placer de hacerlo y así dar a conocer sus habilidades técnicas.

Es el caso del Peñón del Cuervo, transformado en una inexpugnable fortaleza o el pantano de la Viñuela, que se ha convertido en un escenario digno de El Señor de los Anillos. En este campo de la pura creación también se atreve con un par de escenas de la Málaga del futuro y así, la vista clásica de la ciudad desde Gibralfaro se transforma en una ciudad con un sol crepuscular y rascacielos de ensueño dibujados por el artista malagueño.

Algunas de sus obras también se han convertido en dibujos animados, en un trabajo para la Comisión Europea y también ha realizado portadas de libros.

Aquel niño del pupitre prodigioso toca hoy todos los palos de su arte y sigue teniendo sueños por cumplir: «Me gustaría poder pintar algún día el cartel de una película de cine, participar en una producción de animación a gran escala y trabajar para National Geographic», enumera. Va por buen camino.