El ajedrez es uno de los juegos de mesa más antiguos de la historia, sus inicios datan del siglo VI y se dice que fue uno de los más extendidos del toda Europa. Hoy en día, juegos tan populares como éste, han sido eclipsados un tanto por las nuevas tecnologías, las cuales a pesar de traer consigo un enorme desarrollo, están mermando y creando generaciones más dependientes. Sebastián Santaella, director de la Escuela profesional de Ajedrez Chesscuela, lo tiene muy claro: «Estamos creando jóvenes con pocos recursos y dependientes, en una sociedad en la que todos quieren lo mismo. La mayoría avanzan como borregos sin preguntarse un cómo, cuándo o por qué».

Monitor superior de la Federación Española de Ajedrez, árbitro autonómico y presidente del Comité de monitores y entrenadores de ajedrez escolar en Málaga, Santaella, lleva toda una vida jugando a este deporte, veinte años dando clases a niños y adultos y desde hace ocho, dirigiendo Chesscuela. Para él, el ajedrez no es sólo es una competición entre dos personas y sus capacidad intelectuales, sino que se trata de una potente herramienta social de la que hace uso día a día para mejorar a los más jóvenes y que se convierte en una inversión de futuro.

Una de las cosas que más preocupa a los españoles, según los últimos datos del CIS, es la educación. Esta no está integrada sólo por los conocimientos que se puedan adquirir, sino también por las competencias personales y valores que se van sumando. Es aquí, donde esta escuela trabaja ayudando a los jóvenes que constituirán el mañana con el objetivo de que desarrollen aspectos tan básicos, pero al mismo tiempo tan valiosos como la independencia, la empatía, la reflexión o la toma de decisiones.

«Desde Chesscuela, pretendemos educar a la sociedad enseñándoles y haciendo que pongan en marcha mediante el juego, valores esenciales para el desarrollo tanto escolar como personal de los niños», destaca Santaella. La organización hace especial hincapié en que la mayoría de las personas desconocen el gran arma educativa que es este deporte. «Muchos padres y profesores no han sido conscientes de lo que supone hasta que no nos han visto trabajar y han comprobado cómo influye en sus hijos y alumnos», asegura.

El trabajo de esta entidad no sólo se limita a enseñar el juego del ajedrez, sino que lo llevan aún más lejos integrando las matemáticas o la lógica en sus clases, y luchando para que cada vez más colegios incorporen esta iniciativa en sus programas, ya sea como asignaturas oficiales o como extraescolares. A este objetivo se han sumado empresas como Ikea o Anaya, entidades como Fundación Unicaja o ayuntamientos como el de Málaga o Alhaurín de la Torre, que ayudan en la financiación y en la puesta en marcha de los proyectos.

Introducir este juego estratégico dentro del ámbito escolar y hacer que se beneficien de la experiencia que supone, es posible. Chesscuela ya está en marcha con esta labor, y mediante ella, ha logrado involucrar a más de 30.000 niños de todas las edades y estar presente, tanto en clases de horario lectivo y extraescolares, de más de 100 colegios en la provincia de Málaga.

En sus ocho años de funcionamiento, ya van por su octava Liga Escolar de ajedrez y decenas de torneos en los que participan los propios jóvenes con los que trabajan. Para Santaella, no es sólo un tema de juego, sino que inevitablemente las reglas implican aprendizaje, estrategia y socialización y en él, existe una sana competición a través de las cual pueden exprimir sus mentes, desarrollando múltiples capacidades y logrando un avance tanto personal como educativo.

Desde la organización han conseguido adaptar el juego a todo tipo de niños, eliminando las barreras y ajustándolo a sus necesidades. Se han dado casos como niños con autismo que experimentaban problemas en el habla y han conseguido expresar su satisfacción por el juego con un «me encanta esto» u otros a los que, aunque normalmente se le atribuían actividades más fáciles, han sorprendido a sus monitores consiguiendo realizar juegos reservados a otros niveles y que suponían mucha más dificultad.

«No se debe subestimar el poder del ajedrez, parece un instrumento insignificante pero realmente es algo maravilloso, que puede adaptarse a las matemáticas, la lógica o el lenguaje y, además, que es capaz de potenciar capacidades en todo tipo de niños, como es el caso de los que sufren algún tipo de discapacidad, demuestran actitudes negativas o dificultades de adaptación», cuenta Sebastián. Y es que al tratarse de un juego cualquier persona puede ponerse manos a la obra con él, no existen limitaciones.