La ciudad de Málaga esconde decenas de historias misteriosas que siguen sin explicación. Cualquier momento es perfecto para pasear por las calles malagueñas y saber qué pasó allí y qué misterios esconde. Con motivo de la celebración de Halloween, te proponemos algunos de los escalofriantes lugares que puedes visitar, conociendo los inexplicables sucesos que en ellos han tenido lugar.

Los Fantasmas del Cementerio de San Miguel

El que es considerado como uno de los principales cementerios monumentales de Andalucía, guarda en sus rincones numerosas historias donde las apariciones fantasmales y voces en la oscuridad son las protagonistas.

Una de las más extendidas es la vivida por el que fuera encargado de la capilla de este, José Fernández, cuando en noviembre de 1985 tuvo que pasar algunas noches en la propia capilla. Una de ellas, se encontraba despierto y tranquilo, pero un impulso le hizo salir al exterior a rezar. En el silencio de la noche, sus oídos captaron la voz de un niño que desolado llamaba a su madre con un: ¡Mamá, mamá! Sin sentirse intimidado, y seguro de que no se trataba de ningún animal se dispuso a seguir el rastro de la voz, hasta localizar su origen en uno de los nichos.

Al día siguiente, decidió consultar los libros del archivo del cementerio y descubrió, que efectivamente en ese nicho reposaban los restos de un niño fallecido por leucemia . Desde esa noche, el episodio se ha repetido en distintos días y horas.

La cripta encantada de los Gálvez

Una de la familias más importantes del siglo XVIII también forman parte de la lista de historias tenebrosas de la provincia de Málaga. Enterrados en el pueblo de Macharaviaja, existen conocidas historias sobre las desgracias caídas en el pueblo, por no haber cumplido las acciones que la familia Gálvez les hizo prometer a cambio de ayudas. Pero promesas a parte, hay una historia más cercana y no tan conocida, la de los obreros sevillanos que en 1994 restauraban el panteón.

Mientras realizaban sus tareas, los trabajadores se percataron de que varias personas caminaban cerca del altar, al alzar la vista para mirar más detenidamente, se dieron cuenta que se trataba de unos personajes vestidos con ropas antiguas. A los pocos segundos estas personas desaparecieron atravesando los muros de la cripta. Desde entonces, los dos trabajadores no volvieron a la zona y en el pueblo, han vivido más experiencias parecidas dentro del mausoleo.

Desapariciones en la Casa de los Expósitos

La Casa de los Expósitos en calle Parras, creada en 1573, fue conocida como Casa de Cuna, lugar donde se alimentaba a los más pequeños de familias sin recursos y que llegó a convertirse en orfanato. Las historias cuentan que por aquel entonces rondaba por el centro de Málaga un hombre que se codeaba con la brujería y la magia negra y el cual, tenía gran predilección por la vida eterna. Uno de los hechiceros que acompañaban a este fanático, le aseguró que lavándose con la sangre de tres niños recién nacidos, podría disfrutar de esa vida que tanto ansiaba.

El hombre cegado por sus deseos, se disponía todas las noches a esperar escondido frente a la puerta de la Casa de Cuna, a que algún bebé fuera abandonado en sus escalones. Y así fue como durante varias guardias, consiguió hacerse con la vida de tres bebés abandonados.

El decapitado de calle Salvago

Esta céntrica calle, tiene entre sus casas una intrigante historia que ni las investigaciones criminológicas del momento en el que ocurrió, pudieron resolver. Se cuenta que en el siglo XVII, en una de las casa señoriales que por aquel entonces ocupaban Salvago, un matrimonio y su mayordomo oyeron ruidos de procedían de su puerta, donde la mano de alguien asomaba con la intención de entrar. El criado, para evitarlo y sin atreverse a abrir la puerta, ató con un alambre la mano del individuo a la pared.

Al amanecer, el anciano no se encuentra con la misma persona a la que ató la noche de antes, sino que en su puerta se encuentra un hombre muerto y decapitado. Estos sucesos provocaron en la época un enorme misterio sin resolver hasta día de hoy.