La ciudad avanzaba y urbanizaba lo que hasta entonces solo eran huertas. Málaga crecía hacia el extrarradio y del antiguo Camino de Antequera solo quedaba el nombre, ya que los márgenes de esta histórica encrucijada de caminos se iba poblando de manera paulatina y hacían falta colegios para atender a la escolarización de los niños de la zona. En concreto, un centro al que fueran los estudiantes que terminaban la Primaria y querían continuar con sus estudios superiores, ya que, hasta la fecha, solo había dos institutos en la ciudad. Fue así cuando surge la iniciativa popular. un grupo de vecinos y parroquianos de Santa Rosa, que entonces no era más que una modesta capilla ubicada en lo que actualmente son las instalaciones del centro, con la ayuda del párroco Jesús Sánchez Pérez, se propusieron y consiguieron que en esta zona se instaurara un centro de Bachillerato.

Era 1968. Gracias al colegio Santa Rosa de Lima, la población escolar de estos barrios pudo encontrar respuestas a sus necesidades sin tener que matriculares en lejanos institutos: el Gaona, que era femenino; o el de Martiricos, masculino.

Los vecinos se implicaron de forma tan directa en la consecución de este objetivo, que no dudaron en solicitar y conseguir donaciones económicas, y consiguieron que el colegio fuera en esta zona de Málaga un referente de centro de educación cristiana y de un nivel académico de reconocido prestigio por parte de autoridades académicas y profesionales.

El Patronato de Santa Rosa de Lima dependiente en inicios de la parroquia y después del Obispado de Málaga, funcionó hasta la creación hace 25 años de la Fundación Diocesana de Enseñanza Santa María de la Victoria, a la que pertenece en la actualidad. Antonio Martínez Espiñeira, en representación de todas las personas que consiguieron, no sin dificultades, la creación y mantenimiento del colegio fue su presidente hasta 1992, cuando pasó a ser vocal vitalicio del Patronato de la Fundación Diocesana.

María del Carmen Calvet entró a dar clases en 1975 y ha sido la directora del Santa Rosa durante siete años. Era una época en la que aún convivían, como recuerda, el anterior sistema educativo y el nuevo, es decir, el BUP y el COU con el antiguo Bachillerato, las reválidas y el PREU. «La experiencia era muy buena. Era un centro que marchaba muy bien. Y la línea educativa no la ha perdido. Sigue siendo un centro prestigioso de calidad educativa, donde hay que estudiar mucho. Muy exigente», señala.

Es lo que recuerdan muchos de los antiguos alumnos que pasaron por las aulas de este colegio, como por ejemplo, Pedro Moreno Brenes. «Era un centro muy riguroso desde el punto de vista académico. Nos hacían estudiar como mulas, sin aspavientos. Mi paso por el Santa Rosa me permitió coger metodología de estudio, que me ha servido luego como universitario y como profesor», señala el que fuera portavoz de IU en el Ayuntamiento de Málaga y abogado. «Apretaban y te exigían muchísimo. Eso hace también que generes una disciplina diferente», dice por su parte Mariví Romero, parlamentaria andaluza y también antigua alumna.

«Había que estudiar mucho, es verdad, pero es que antes también había mucha gente dispuesta a estudiar mucho. Y entonces el nivel era alto. El profesorado estaba muy preparado y la relación entre las familias, profesores y alumnos eran inmejorable», asegura Calvet.

Santa Rosa de Lima ha funcionado desde siempre como un colegio muy ligado a la historia del barrio y hoy en día es un centro educativo muy requerido por las familias malagueñas para la formación de sus hijos. En la actualidad, algo menos de medio centenar de docentes imparten clase a cerca de 600 alumnos que cursan Enseñanza Secundaria, Bachillerato [las cinco modalidades] o Formación Profesional Básica. «Haga usted el cálculo de cuántos alumnos han podido pasar por nuestras aulas en estos 50 años, teniendo en cuenta además, que desde 1975 a 2001 también tuvimos la sección Delicias, el el barrio del mismo nombre de la Carretera de Cádiz», explica por su parte Nati Cortés, actual directora.

Como colegio de un patronato parroquial, en sus inicios, y más adelante de la Fundación Diocesana Santa María de la Victoria, el Santa Rosa de Lima es un centro católico. «Nuestro ideario es una de las razones por las que los padres más nos demandan», dice Calvet. La educación en valores ha estado presente en el centro desde sus orígenes. «Se trabaja con los alumnos en todas los áreas y asignaturas temas como la justicia, la solidaridad o la tolerancia. A que piensen que lo que están recibiendo como formación en algún momento también tendrán que revertirlo a los demás. Que no solo es para su crecimiento personal, sino para ayudar a construir una sociedad mejor», añade Cortés.

«Cuando uno pasa parte de su adolescencia y primera juventud en un lugar establece muchas raíces», señala Moreno Brenes, que cuando entró a estudiar primero de BUP ya llevaba un año como militante del PCE. «Me sentí muy cómodo durante toda mi etapa, pero era una época convulsa, en plena Transición, y tuve algún encontronazo con la autoridad. Celebramos una concentración de estudiantes en la puerta del colegio y tuvo que venir la Guardia Civil. Hicimos alguna que otra pintada... Claro, cosas con las que no estaban acostumbrados en el centro», recuerda.

En efecto, el Santa Rosa era un «oásis de tranquilidad», como lo describe el periodista Pepelu Ramos, también antiguo alumno. «Nada que ver con lo que se podía vivir en Martiricos, que en los años 70 protagonizó algunos altercados», señala. «Ir a Santa Rosa de Lima creo que fue la primera decisión importante que tomé como persona. Me busqué la vida al margen de mi padre, que me matriculó en el León XIII, donde tenía que ir todos los días en autobús. No quería ir tan lejos. Y lo que encontré fue territorio de libertad y de humanismo», añade.

Juan Antonio Vigar, director del Festival de Cine de Málaga, también es antiguo alumno del Santa Rosa y mantiene un gran sentido de pertenencia con el centro. «A los 13 años, esas experiencias muy primeras, te forjan, te definen y te marcan, porque son decisivas y luego hace que te alimentes toda tu vida con lo que allí ocurrió», asegura.

Vigar fue alumno de la primera promoción, solo que entró en 1971 para hacer cuarto del antiguo Bachillerato. Los cursos anteriores se estuvo examinando por libre. «Llegó un momento en que no tenía mucha lógica y prefería ir a un instituto donde me evaluaran continuamente antes que jugártela en unos exámenes libres sin que se tuviera realmente en cuenta todo mi trabajo», rememora. Su rendimiento en el centro fue «muy bueno y aprendí bastante porque tuve un magnífico equipo de profesores», señala, «pero lo mismo que me formé y también adquirí mucho conocimiento y personal y humano», ya que, según Vigar, era un instituto que se practicaban mucho los valores de la amistad, el compañerismo o la solidaridad. «Compartíamos esos sentimientos comunes que se fomentaban desde el claustro. Si a eso le unes un amor por el conocimiento y un camino muy bien trazado desde el punto de vista pedagógico a través de un contacto muy cercano con los alumnos, crecíamos en formación y humanamente valores», concluye.

Mariví Romero también recuerda «con la perspectiva que da la distancia y el tiempo», los valores recibidos. «A lo mejor en aquel momento no los veía imprescindibles, y ahora sí que los valoro. También me aportó el inicio de mi vocación pública, en el sentido de que fui representante de los alumnos en el consejo del centro, ahí me presenté a mis primeras elecciones y eso lo tengo muy marcado en mi recuerdo», asegura la parlamentaria andaluza, que recuerda con especial cariño a Mr. Modely, el profesor de inglés llegado de Islas Mauricio, o a Maribel Imberlón.

Reacciones

ReaccionesJuan Antonio VigarDirector del Festival de Cine

«Era un centro muy familiar, hacíamos mucha piña. Y era muy exigente»

Pedro Moreno BrenesProferos universitario

«Mi paso por el colegio me permitió coger metodología de estudio»

Mariví RomeroParlamentaria andaluza

«Fue la época que se podía reivindicar desde el ámbito educativo»

Pepelu RamosPeriodista

«En Santa Rosa encontré un territorio de libertad y valores»