En la Naturaleza todo va relacionado, por eso además de plantar en la finca árboles en un bancal con buena tierra vegetal que piensan realizar con vigas usadas cedidas por Grúas Cabeza, van a crear «oasis para mariposas y abejas, con arbustos de flores que atraen a estos insectos, para que en el futuro pueda haber actividad apícola».

Además, gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Málaga han soltado en la finca dos parejas de camaleones, «con la intención de que, en el futuro, el camaleón controle la polilla del almendro y así no tienen que hacer tratamientos para matar polillas».

La particularidad, cuenta Miguel Ángel Barba, responsable de la Asociación de Monitores Medioambientales Almijara, es que todas estas actuaciones y muchas más las realiza este colectivo en 26 hectáreas de una finca privada, la Hacienda y Lagar de Mellado, en la Estación de Cártama, gracias a una novedosa figura en la provincia de Málaga: la custodia del territorio.

Por este proyecto, entrelazado con dos más con los que guarda mucha relación, de amadrinamiento de árboles para compensar las emisiones de CO2 y de emprendimiento verde en pueblos menores de 20.000 habitantes, Almijara recibió el pasado 23 de octubre el I Premio Málaga Viva de lucha contra el cambio climático, en la categoría de asociaciones sin ánimo de lucro.

De hecho Almijara, nacida en Málaga en 1987, es hasta la fecha la única entidad de custodia del territorio de la provincia, aunque en otras como Cádiz, Jaén o Sevilla sea más común y sobre todo, en el norte de España.

«Hay miles de acuerdos de custodia del territorio que se pueden consultar. Si un propietario tiene un monte abandonado y no hace nada con él, vamos a sentarnos y a negociar de qué manera podríamos hacer usos allí que mejoren su propia finca y que produzca para el pueblo cosas positivas, y al mismo tiempo, que el mes que viene no nos encontremos allí chalés adosados», resume.

Hasta la fecha, Almijara lleva un año poniendo en práctica la custodia del territorio en la finca de Cártama, propiedad de una receptiva geóloga que ha entendido bien la importancia de contar con montes bien asentados gracias a un buen manto forestal. «Los montes se vienen abajo cuando llueve y es un problema, porque entonces no hay agua y los pozos se llenan de residuos, los arroyos se colmatan y bajan en torrentera...», describe Miguel Ángel.

El ecologista está convencido de que si las plantaciones de árboles y actuaciones que conlleva esta figura se aplicaran en las fincas de toda la zona, «probablemente en Cártama habría muchos menos inundaciones».

Setos cortavientos con enebros, sabinas, romeros y lentiscos; apartamentos para mariquitas, tijeretas y avispas, estas últimas porque incluyen en su dieta la oruga blanca de la col; muretes de piedra seca para retener la tierra y para que sirvan de hábitat de pequeños reptiles; experimentación de nuevas salidas comerciales como intentar sacar trufa blanca... y al mismo tiempo, la propietaria ha recuperado las plantaciones de olivos y almendros.

Miguel Ángel Barba señala que las subvenciones públicas para esta iniciativa propician salidas laborales sin necesidad de montar una empresa, pues los interesados pueden crear una asociación, pero también cooperativas para gestionar nuevas iniciativas o recibir un porcentaje de los cultivado en la finca... las posibilidades de trabajo son muchas y a la vez, se va enriqueciendo la fauna y flora de la propiedad y todos se benefician. «Porque si instalamos refugios para pequeños mamíferos como la comadreja, se va a comer las ratas y ratones de las fincas de alrededores», pone de ejemplo.

El próximo 13 de diciembre, en La Noria, se celebrará un encuentro provincial sobre Custodia del Territorio con representantes de toda España y al que Miguel Ángel Barba espera que asistan muchos técnicos y concejales para explicarles las muchas posibilidades de esta figura.