El reparto de papeles para las elecciones andaluzas del 2 de diciembre está claro y meridiano para Pablo Casado: un voto al PSOE en Andalucía, por ende a Susana Díaz, es un voto entregado a los populistas. Un concepto que abarca una estirpe de dirigentes políticos que va desde lo que Casado denomina «batasunos» hasta los independentistas catalanes, que habrían pasado de estar controlados con el PP a dar por hecho que con Pedro Sánchez tienen apoyo activo para realizar sus abusos y tropelías enfocados en el fin supremo de romper a España. Luego, está el candidato del PP, Juanma Moreno, como único garante para rescatar a los andaluces de un régimen que perdura ya 40 año, sin hipotecar por ello la unidad de España.

La precampaña, si es que no hace tiempo que lo hizo ya, aterrizó este viernes de lleno en Málaga, con una presentación de avales por parte de Casado que deja muy claro que su PP no es el mismo que el de Mariano Rajoy ni pretende serlo. La vuelta a las esencias («Somos el partido de la familia y de la unidad de España») dejó en Málaga una intervención basada, sobre todo, en equiparar a Díaz con Pedro Sánchez para colocar, luego, pieza por pieza, una argumentación tal y como se la conoce ya a Casado. La unión de España, más bien el riesgo de que no persista, se mezclan con continuas alusiones a los independentistas. Con el agravante, ayer, resultante de la decisión de la Abogacía del Estado de no acusar a los políticos catalanes encarcelados del delito de rebelión, y con un mensaje final en clave andaluza: los votos que reciba el PSOE en Andalucía «servirán para que los independentistas sigan chantajeando a España». Es decir, si Sánchez muestra connivencia o está sometido a los separatistas también lo está Díaz.

Llegó ayer toda la cúpula del partido a primera hora de la mañana al hotel NH, donde se desarrolla la Intermunicipal del partido, que será clausurada hoy por el propio Moreno y el secretario general del PP, Teodoro García. La agenda se adelantó para que Casado pudiera llegar a tiempo al funeral del padre de Rajoy, fallecido este jueves. Antes de partir a Galicía, sintió el calor y los vítores de un auditorio repleto de cargos provinciales. Entre ellos, el presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, y el alcalde de la capital, Francisco de la Torre, ubicados, junto a Moreno, en primera fila. También mostró presencia el presidente del PP de Cataluña, Xavier García Albiol. Casado no pasó de puntillas la polémica con María Dolores de Cospedal porque ni la nombró. Embridó los primeros compases de su discurso lamentando el supuesto desinterés de Díaz para hablar de la política nacional. «A la candidata (Díaz) no le gusta que hablemos de la política nacional porque sabe que Sánchez utiliza los votos del PSOE en Andalucía para contentar a los independentistas, batasunos y a Podemos», dijo.

Casado se mostró en su tono habitual, pasional, con apego por la enseña nacional («Queremos una bandera transversal para todos los españoles»), mostrando un libro de estilo que intercambia alusiones a Venezuela y a la mencionada amenaza de ruptura de España. Una estrategia centrada, eso parece, en recuperar a aquel votante que le ha podido dar la espalda al PP, y que ahora ve como le ha crecido la oferta de siglas. Quedará por ver cuánta dosis de política nacional soporta el electorado de aquí, cuando la caja de repercusión de las campañas andaluzas acostumbra a asuntos de índole más bien regional. Sobre todo Díaz, que es una experta en el juego de identificar al PSOE con Andalucía y al PP con todo lo que no es y está en contra de la comunidad. En este sentido, se espera que la intervención de clausura de Moreno no repita las mismas connotaciones de ayer.

Volviendo a lo expuesto por Casado, el presidente popular siguió mostrando afán por equiparar a Díaz con Sánchez, dando por hecho que esta comparación erosiona a la figura de la aspirante socialista. «¿Por qué no defiende el PSOE la igualdad de todos los españoles? ¿Los andaluces son de peor condición que los independentistas?», se preguntó, mostrando una repulsa directa por el PSOE y su supuesta política de dividir a los españoles en clases, con españoles de primera y españoles de segunda.

Casado también pasó revista al papel de la Abogacía del Estado, con durísimas críticas hacia Sánchez, al que culpó de forzar al órgano a un escrito de acusación que excluyera el delito de rebelión. «Sánchez está pisoteando la dignidad de España», llegó a decir. Asegurando, además, que altos cargos de la propia Abogacía del Estado le habrían manifestado que se sienten «abochornados». Tratándose de un marco concreto, la Intermunicipal, Casado no dejó pasar la oportunidad de reivindicar la fuerza municipalista del PP, explicando que su partido detecta los problemas en los pueblos y los transforma en beneficios.

Bendodo y De la Torre intervinieron acto seguido. Empleando, eso sí, un tono más calmado y pedagógico para pedir el voto.