Los hemos echado de casa, de su hábitat. Se lo hemos robado y hemos puesto en peligro la supervivencia de su especie. El ser humano ha resultado ser el animal más peligroso para los camaleones por encima de los zorros, los felinos y las aves rapaces ­-sus principales depredadores-. Y es que estos reptiles, que habitan mayoritariamente en Málaga, Granada y las costas de Huelva y Cádiz, necesitan zonas litorales cálidas para vivir. Y estas tiene un gran valor urbanístico. Así que la presión urbanística es el principal motivo de la amenaza que sufre especie, que se encuentra en peligro de extinción.

El camaleón es un indicador de la calidad y variedad del patrimonio natural y la biodiversidad de la provincia malagueña. Con esta idea clara, el Ayuntamiento hizo una apuesta por conservar, proteger e incrementar las poblaciones del camaleón y creó el Centro de Control de la Biodiversidad, que se encuentra en el Centro Zoosanitario Municipal. Después de ocho años con este proyecto que, según el director del Área de Medio Ambiente, Luis Medina-Montoya, es único y un referente a nivel nacional, «estamos satisfechos con los resultados». Pues está seguro de que se ha aumentado el número de ejemplares, aunque están pendientes de realizar un nuevo censo para cifrar y ver cuál es la situación actual real en números.

Para el veterinario del centro, Joaquín Santaolalla, es determinante que en la zona de la Desembocadura del Guadalhorce en 2010 había tan solo tres camaleones y actualmente hay unos 80. Esto es fruto de las reintroducciones, una de las funciones del proyecto. Estas consisten en liberar a los ejemplares recibidos en el centro o nacidos cuando presentan unas condiciones óptimas de supervivencia. Este año se han reintroducido 55 camaleones y, en total desde 2011, 589. Los animales llegan al centro de mano del Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA) -dependiente de la Junta y que cede al centro los camaleones para su recuperación- o de particulares.

Atropellos

Los motivos por los que llegan suelen ser atropellos o heridas por felinos, que se han convertido en uno de sus principales peligros «debido a la creación de colonias de gatos asilvestrados en zonas como Puerto de la Torre, donde tradicionalmente ha habido muchos camaleones», explica Santaolalla. Además, también suelen presentar deshidratación o delgadez, lesiones y traumatismos, intoxicaciones por pesticidas o infecciones. Una vez allí, el porcentaje de recuperación es del 94 por ciento. En estos años se han recuperado un total de 451 camaleones.

En el centro hay dos dependencias, la zona de recuperación clínica y la de aclimatación. En la primera, separados por jaulas aclimatadas con luz ultravioleta, se encuentran los más débiles: hay uno con la columna torcida fruto de un atropello, otro con inflamación en las articulaciones por falta de sol y calcio y alguno muy débil que se ha encontrado vagando por la ciudad. A los que se encuentran en peor estado, Santaolalla tiene que alimentarlos, pues no son capaces ni de sacar la lengua, que tiene el mismo tamaño que su cuerpo, para comer.

En la zona exterior, en semilibertad, se aclimatan aquellos camaleones que han sido recuperados en la anterior sala. El color de estos, algo muy característico de los camaleones por representar su estado de ánimo, ser su forma de defensa e incluso expresar en qué fase del ciclo reproductivo está, es mucho más vivo.

Las sueltas se realizan, sobre todo, en los Montes de Gibralfaro, Montes de Málaga, Olías, Puerto de la Torre, El Cónsul y San Cayetano, zonas que cuentan con las mejores condiciones para la especie. Estas se llevan a cabo en primavera y verano, la mejor época para ellos ya que durante el invierno hibernan en oquedades de troncos o rocas, mientras que la época de celo es de junio a agosto. Por ello, los sueltan por parejas, para favorecer la reproducción y, por tanto, la supervivencia de la especie. Además, las reintroducciones siempre se hacen con vistas a aumentar la zona en la que se encuentran, detalla el veterinario.

Asimismo, se han realizado reintroducciones en otros términos municipales de la provincia para incrementar sus poblaciones y lograr concienciación de los municipios costeros que comparten la presencia del camaleón. En la Axarquía, explica Santaolalla, los camaleones se están muriendo debido al auge de los cultivos tropicales. No se adaptan a ese escenario ya que los principales árboles en los que viven los camaleones son olivos, almendros y retamas. Y, por otra parte, los herbicidas y productos fitosanitarios utilizados para mantener estos cultivos a salvo de plagas acaban asfixiando a los camaleones.

Por otra parte, con el proyecto se han realizado actuaciones en zonas de hábitat de esta especie como desbroce, limpieza, plantación de especies autóctonas favorables, mejora del suelo con enmienda orgánica vegetal y mineral y formación de areneros para facilitarles las puestas. Además, se hacen seguimientos para reducir amenazas y peligros.

Una de las funciones que, para el jefe de la sección de Biodiversidad y Educación Ambiental, Enrique Nadales, más ha repercutido en los «buenos resultados» del centro es la cría en cautividad, algo que pueden llevar a cabo desde 2012.

Los nacidos se liberan con unos dos meses de vida, cuando ya han pasado su fase más crítica de desarrollo en el medio. Y es que la tasa de supervivencia de los neonatos ronda el 5 por ciento. Por ello, la cría en cautividad tiene gran importancia porque «garantiza la supervivencia». Es decir, que la introducción de 283 ejemplares -que son los nacidos desde 2011- con dos meses de vida equivale al nacimiento de casi 6.000 ejemplares en condiciones naturales.

Las hembras, que mueren más por desgaste físico sobre todo después de poner los huevos, están grávidas durante 50 días. Después, ponen una media de 30 huevos, que tienen un periodo de incubación de 10 meses. Lo habitual es que nazcan en agosto.

Educación ambiental

El plato fuerte del proyecto es la educación ambiental. Esta parte es básica para sensibilizar y concienciar de lo que supone perder una especie para el ecosistema. Por ello, desde marzo de 2011 se desarrolla el proyecto educativo El hábitat y la vida del camaleón. Desde entonces, 333 centros de la capital han participado, lo que equivale a un total de 24.265 alumnos.

Así, a los grupos se les da una charla y se les explica con un vídeo cuál es la situación. Tras ello, se realiza una visita guiada. Los principales objetivos son dar a conocer al camaleón como especie singular así como sus principales peligros y amenazas; reconocer la biodiversidad como exponente de la calidad del territorio; reconocer las características de los hábitats ocupados por el camaleón; o concienciar en la necesidad de ser activos en su protección, entre otros.

Y es que, que el camaleón desaparezca supondría perder al único saurio europeo que ha logrado persistir hasta nuestros días, recuerda Nadales, insistiendo en la necesidad de formar a los niños y jóvenes. «Estamos utilizando un camaleón como un ejemplo de la biodiversidad de la fauna mediterránea», explica el jefe de la sección de Biodiversidad y Educación Ambiental, subrayando que «contándoles las amenazas y características del reptil los hacemos más sensibles a que comprendan cómo el equilibrio de la vida depende de todas las especies, no solo las especies dominantes».

De esta manera, los alumnos de entre tercero de Primaria y cuarto de ESO que son los principales receptores de este proyecto, «ponen en valor lo que significa que una especie desaparezca. Todo ser vivo es importante», asegura, incidiendo en que, de esta forma, «contribuimos a que se conozca la vulnerabilidad y fragilidad de las especies amenazadas». Todo ello está dando esperanzas a los expertos, que esperan que todo este trabajo sirva para que la especie permanezca.