Los profesores se quejan de que la burocracia asfixia su labor educativa. Cada día, tienen que dedicar muchas horas, la mayoría fuera del horario lectivo, al papeleo. Un trabajo ingrato pero obligatorio por ley, que resta tiempo para preparar las clases y, en definitiva, para enseñar. La labor, a veces, se hace interminable. Evaluaciones iniciales, todo lo relativo a los refuerzos a alumnado con necesidades educativas especiales, actas de evaluación, protocolo para los orientadores, partes de disciplina, faltas de asistencia, proyectos o programas europeos, planes de centro... Más el trabajo de elaborar las programaciones didácticas y los materiales... Cada vez son más los documentos que hay que rellenar y subir a Séneca, el programa de gestión de la Consejería de Educación. La mayoría de las veces fuera del horario lectivo. En algunos momentos del curso, cada profesor debe dedicar tres horas de su tiempo de descanso diario a sacar adelante esta carga burocrática.

«O nos dedicamos a enseñar o a rellenar papeles», se lamenta María Gracia del Amo, presidenta del sindicato Anpe en Málaga, quien señala que los profesores dedican a este trabajo «la mayoría de las tardes». «Y en épocas puntuales, como el inicio del curso o las evaluaciones, se multiplica esta carga burocrática en casa».

En los colegios de Infantil y Primaria, los profesores tienen que dedicarse a la docencia directa desde las 9.00 hasta las 14.00 horas, «y no tienen tiempo material durante el horario lectivo para poder atender esta burocracia, que cada vez es superior», señala Del Amo.

Las quejas de los profesores se centran, fundamentalmente, en las evaluaciones, ya que tienen que rellenar más de 50 items por cada alumno. «Lo peor es la sobrecarga de trabajo que supone evaluar con tantísimos indicadores», se lamentan los docentes. «Se desvirtúa el proceso educativo. Ya no somos maestros sino evaluadores. Se reduce el tiempo para atender al alumno ya que tenemos que estar evaluando uno por uno. Y luego esa carga te la llevas a casa», continúan.

Anpe defiende la contratación de más administrativos en cada centro educativo para que se encarguen de estas funciones administrativas. «O que se destinen horas de dedicación a la burocracia dentro del horario lectivo. Liberando horas de docencia, aumentaría la plantilla y dejaría al profesorado algunas horas de su horario lectivo para rellenar esos documentos», explica María Gracia del Amo.

Los maestros de los colegios de Infantil y Primaria tienen 25 horas a la semana de horario lectivo de docencia directa y 5 de horario no lectivo o irregular. En total son 30 horas semanales de obligada permanencia en el centro. Y aparte, tienen que dedicar siete horas y media a la semana a trabajar en casa. «Pero echamos muchas más», asegura la presidenta provincial de Anpe. En los institutos, tres cuartas partes de lo mismo. Es decir, en los centros de Secundaria, los profesores dan entre 18 y 21 horas semanales de clases, horario regular lectivo, que se llama. Hasta completar las 25 horas semanales de horario regular no lectivo y otras cinco horas de horario irregular. En total, también 30 horas de obligada permanencia y siete horas y media de dedicación en casa. «Aunque en estos casos, precisamente algo pueden adelantar en ese horario irregular», aclara Del Amo.

«Estamos desbordados», insiste. En lugar de dedicar el tiempo a sus alumnos, a innovar en clase, a escuchar sus necesidades, a observarles o propiciar el debate, lo dedican a los papeles y al programa Séneca, donde tienen que colgar numerosos informes. «Aparte, para hacer una detección de necesidades específicas a algún alumno, se pierden meses entre reuniones y papeleo. Habría que agilizar el proceso», piden también los profesores.